No se si Marcelo Ebrard tiene prisa, pero lo parece.
En todas las etapas del conflicto boliviano (uno más en la historia de ese país “cocalero», no bananero), el gobierno mexicano, supuestamente asesorado por él, ha salido con una prisa irreflexiva. Y en todas se ha batido con el agua sucia de la improvisación el impulso irreflexivo y la batea. En todo.
Primero, cuando el fallido proceso electoral de Evo Morales en su cuarta reelección (la Cuarta Transformación te saluda), había mostrado las primeras señales de irregularidad, México ya se aprestaba con acero y bridón, a felicitarlo por su victoria democrática. Pues no fue ni lo uno ni lo otro.
¿Mala información de la cancillería o simplemente incapacidad de nuestra embajada allá para ofrecer datos fidedignos? El resultado fue un plantígrado feliz, pero democrático.
¿No le habían informado al Señor Presidente de las graves circunstancias de suspensión del conteo electoral en la primera noche después de los comicios y la sorpresiva cancelación de la segunda vuelta, planteada para el 15 de diciembre?
Al parecer no. Eso estaba ocurriendo el 23 de octubre.
Posteriormente hubo otra pifia: empujado por las protestas cuya propagación puso al país en llamas, Don Evo quiso repetir todo el proceso y no seguir con la segunda vuelta. Eso fue el domingo 10 de noviembre..
“… En un giro inesperado (France 24), Evo Morales bajó la guardia. El presidente anunció la convocatoria a nuevas elecciones generales y la renovación del Tribunal Supremo Electoral, un órgano oficialista acusado de participar en el fraude que le dio un nuevo triunfo al mandatario.
“Como se esperaba, su opositor Carlos Mesa reaccionó y le criticó que no se hubiera pronunciado sobre el informe de la Organización de Estados Americanos (OEA), lo que a su juicio es un «acto de negación de la realidad nacional”.
No había Evo terminado de doblar las manos, cuando en su cuenta de twiter el Señor Presidente ya lo felicitaba. Forbes reproduce:
“…Siempre hay actitudes, hay afanes autoritarios de querer resolver las cosas con la confrontación, con la violencia, y el mejor método para resolver las diferencias es el democrático, que sea el pueblo el que decida”.
Eso fue al mediodía. El Señor Presidente, con una linda guayabera bordada, con el turquesa de Bacalar a sus espaldas, se pronunciaba porque a la Secretaría de Relaciones Exteriores se le quemaban las habas.
Felicitaciones por el triunfo democrático, felicitaciones por la repetición democrática… cuanta felicitación para Don Evo.
Pero la verdad de lo ahí cocinado, debajo del suelo boliviano, la renuncia presidencial, le resultaba imprevisible a Ebrard. No tenía la menor idea.
Por eso, cuando horas después, en mangas de camisa y con la cara descompuesta, Don Evo anunciaba su dimisión y se aferraba al micrófono como un náufrago abraza el tablón de su desdicha (linda frase), el gobierno de México procedió a felicitarlo. A fin de cuentas, como en Culiacán, alguien se retira para no causar un baño rojo.
Pero la sangre ya había llegado al río por el fraude electoral, justo es decirlo. Cinco muertos por lo menos y más de 150 heridos. Sangre es sangre.
Solicito y veloz, raudo y conciso, México cantó:
“…Celebro lo de Bolivia, no a la violencia. Resolver los problemas consultando al pueblo. Un abrazo al pueblo de Bolivia y al presidente Evo Morales, por esa decisión que ha tomado…”
El gran demócrata de Cochabamba , se roba las elecciones, la OEA lo empuja a una segunda votación y las presiones internas lo revientan. Felicidades.
Todo mundo se va a su casa y en cada etapa México, aplaude todas las etapas. Cosa linda, pues.
Pero la cereza en el pastel de esta diplomacia de pipiripau, la suelta, Claudia Sheinbaum, sin vela en el entierro:
“…Angela Merkel tiene 14 años en el poder, pero como es Alemania nadie dice nada. Evo Morales tiene 13 años en la presidencia por decisión soberana de su pueblo, pero como es un país en vías de desarrollo, lo acusan de «dictador».” @LOVREGA. El conservadurismo y su doble rasero”.
Pero sin conservadurismo, la embajadora de México en EU, Marta Bárcena, quien si sabe del tema, le dice a la espontánea:
“…Con una diferencia fundamental. Alemania es un país con un sistema parlamentario y Bolivia tiene un sistema presidencial. En Alemania el gobierno encabezado por Angela Merkel ha sido de coalición. Un poco de sistemas políticos comparados…”
Total, para la carcajada. Y antes de alguna solicitud, se le ofrece asilo a Evo. Asilo “a huevo”.
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