No seré yo quien aumente el clima de confusión, dijo Fernando Gómez Mont mientras a empellones se iba de Los Pinos a Bucareli a preparar su conferencia de prensa vespertina (viernes 5 de marzo, 19.10 pm) en la cual le asestó un doble estacazo al presidente del PAN, César Nava a quien acusó de haberlo constreñido; romper unilateralmente un pacto sin avisarle al testigo de su construcción y con ello contribuir al ambiente de enredos y disturbios.
En las actuales condiciones Gómez Mont ha perdido una de las caras de su rostro bifronte hasta el 10 de febrero.
Ya no es un militante panista, pero el rosario de detalles de cuando lo era y con los cuales ilustró de mala gana a la opinión pública revelan no sólo las razones de su salida del PAN, sino cómo César Nava se ha convertido en una especie de vicepresidente. Ese, a quien en un principio no quiso de colaborador en la Secretaría de Gobernación, ha tenido –y probado–, un peso superior al suyo en el ánimo presidencial *.
«Sin embargo, al comparecer ante el Comité Ejecutivo Nacional, el presidente del partido me constriñó a la confidencialidad a la que estoy obligado y limité mi argumentación a aquellos casos y causas por los que creo profundamente de la inconveniencia de tales alianzas políticas».
Aquí el señor Gómez Mont nos quiere ver la cara. A ver, si está obligado a la confidencialidad entonces no necesita de la constricción. ¿O cómo?
–¿Cómo constriñe un presidente del PAN a un secretario de Gobernación enviado ante el CEN de su partido a aclarar los embrollos? Pues solamente si priva el “esprit de corps” por encima de la función pública. Si la cofradía supera en peso a la investidura constitucional.
O dicho de otro modo, si el código panista está por encima de la ley de responsabilidades de los servidores públicos. ¿En cual de sus tres calidades fue FGM al CEN del PAN? ¿Cómo militante, cómo secretario de Gobernación o como testigo de un convenio en peligro?
Pues si acudió por órdenes de Felipe Calderón, sólo pudo ser como secretario de Gobernación, cargo a pesar del cual y con toda la poderosa armadura (hoy apenas un disfraz) el señor Nava lo puede constreñir como si fuera su jefe.
Pero todo esto se explica en la siguiente parrafada de Gómez Mont en la cual analiza la ruta de crisis, fricción y colisión, como él mismo llamó a las consecuencias del acuerdo en cuyas cláusulas nunca dice cuáles son las obligaciones recíprocas del Partido Revolucionario Institucional. Todo el texto del documento se reduce a cuestiones de alianzas, coyunturas, principios y precisiones superficiales, pero jamás le impone al PRI la obligación de votar o no votar favorablemente en el Congreso.
«Como Secretario de Gobernación –dijo FGM– puedo entender que el presidente del PAN pudiera haberse sentido lastimado por el desenlace de la discusión y votación de la Ley de Ingresos en el Senado (“pudiera haberse sentido” ¿Y eso?) .
“Sin embargo, y en tanto que no me fue comunicado o ante mí se denunció el incumplimiento de tal acuerdo por parte de César Nava (otra vez Nava no lo pela), yo seguí construyendo los espacios necesarios para procurar la gobernabilidad del País, durante ese periodo no existía comentario, posibilidad o inercia alguna que permitiera asumir que se estaban por configurar alianzas electorales por parte de dicho partido (¿no escuchó el discurso de toma de posesión de Nava?)»,
«Fue ante esta circunstancia, frente a los escenarios críticos que se podrían construir a través de la manifestación hecha por el presidente del Partido Acción Nacional al Secretario de Gobernación, que yo comenté con el Presidente de la República los escenarios que se podían devenir a partir de ese hecho, fue entonces que el Presidente me instruyó para que aclarara el alcance del acuerdo entre dichos partidos políticos para determinar en qué contexto se habían sucedido dichos acuerdos y en su caso que buscara al Comité Ejecutivo Nacional del PAN para explicarle de estas cuestiones a fin de persuadirlo de la inconveniencia de tales alianzas (o sea, más claro ni Harpo Marx) «.
En esas condiciones y ante la proclamada (seguramente falsa) ignorancia del Presidente Calderón sobre todos los hechos iniciales, cabe la pregunta: ¿de octubre a enero, quién mandaba en este país? ¿César Nava? Si era capaz de ocultarle información a ambos personajes del gobierno federal, a los más encumbrados, a los más “enterados” y luego limitar al secretario de Gobernación e interpretar cuándo sí y cuando no le cumplían los pactos, ¿actuaba nada más como presidente de un partido o ya lleva consigo otro peso político sobre todo ante la negativa de Gómez Mont a seguir la escala ascendente al comprobado tenor de su propia definición: “yo no soy un político profesional”?
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Pero en la casa de enfrente también se cuecen las habas.
Enrique Peña Nieto, exultante en la mañana del 2 de marzo, en la ceremonia por el aniversario de la erección del Estado de México en cuyo discurso central trazó líneas de acción “trans-sexenal”, confirmó en la televisión la existencia del documento cuya firma tantas cabezas ha quebrado, y con ello le abrió la tapa a la caja de la licenciada Pandora.
La revelación fue el comienzo de una reacción encadenada cuyo final aun no conocemos y cuyas consecuencias se van a prolongar hasta el próximo año en el proceso de sucesión del gobernador del estado de México quien necesita obviamente ese triunfo para alcanzar las metas futuras tanto como requería del reposicionamiento de su partido en el proceso intermedio del cual salió exitosísimamente librado.
Por cierto, EPN ha propuesto un homenaje más en un centenario concurrente con el de la revolución: los 100 años de Adolfo López Mateos. Muerto Humberto Romero, desaparecido Justo Sierra y otros colaboradores cercanos de don Adolfo, el único próximo a él de aquellos tiempos es Jacobo Zabludovsky a quien habrían de buscar para la organización de este homenaje nacional.
Pero por lo pronto algunos ya vislumbran la existencia de tres “PRIs”: el de Enrique, el de Manlio (quien ha salido maravillosamente ileso de este tiroteo) y el de Beatriz.
En este sentido son notables las afirmaciones del grupo senatorial del PRI: «Las declaraciones del Presidente del PAN, Cesar Nava, contienen mínimamente dos mentiras. La primera es que el Grupo Parlamentario del PRI incumplió un acuerdo. Si algo ha significado al PRI en el Senado ha sido el respeto por la palabra empeñada para la construcción de acuerdos. Queremos dejar en claro que ningún integrante de nuestro Grupo Parlamentario conoció, se comprometió o signó acuerdo alguno. No podría ser de otra forma: cambiar votos por pactos deshonestos nunca lo haríamos.
«La segunda mentira es que el Presidente de la Republica, Felipe Calderón y jefe del señor Cesar Nava, no estaba enterado de la existencia de un acuerdo que firmó el presidente del Partido Acción Nacional y su Secretario de Gobernación. Es una ingenuidad que nadie en sus cinco sentidos podría atender.
«Conclusión: lo único que se prueba es que el actual Gobierno Federal y su partido, además de mediocres, son mentirosos».
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Notable el cambio de Don Felipe Calderón. Hace unos días, el 25 de febrero en Mérida, dijo: la prensa difunde gratis mantas de criminales con recados “de fulano para zutano”, mientras a cualquier empresario o al gobierno “nos cuesta” varios millones de pesos pagar una primera plana.
Pero anteayer, durante el informe de los exitosos 100 días del Ombudsman Raúl Plascencia, quien hizo señalamientos graves en torno de los 79 casos contra periodistas, el Ejecutivo habló de manera igualmente enérgica pero en sentido contrario:
«Hoy sí la principal amenaza del (al) pleno ejercicio de la libertad de expresión proviene precisamente del crimen organizado. Quienes someten, secuestran, levantan y finalmente asesinan, por desgracia, a periodistas, son criminales sin escrúpulos que se sienten dueños de la sociedad y no toleran ningún señalamiento ni crítica».
Es curioso como el señor presidente cambia la piel de sus conceptos. Hace una semana éramos mercenarios capaces de tasar las primeras planas; ahora somos mártires. Y la verdad ni una cosa ni la otra.
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*Las razones de fondo se pueden hallar en el libro “Camisas azules; manos negras” de Ana Lilia Pérez. El “triángulo de las Bermudas” del “Felipanismo” lo formaron Calderón, Mouriño y Nava en Energía y Pémex. Pero por ahora dejémoslo así.