Durante años el sistema mexicano se explicaba con una definición simple: democracia dirigida, le llamaban.
Fue el tiempo del desarrollo estabilizador, la sustitución de importaciones, la industrialización dependiente; la explosión demográfica y el “milagro mexicano”; las películas de charros, las canciones de José Alfredo y el esplendor de la Avenida Juárez, los murales de Siqueiros y los topes voladores de “Santo, el Enmascarado de Plata”.
Quizá, como ha dicho un nostálgico hijo del “Ogro filantrópico” éramos felices y ni cuenta nos habíamos dado. Los críticos decían: es una democracia sin el pueblo.
Y en el nombre de otra, con el pueblo (o su ilusión), nos metimos de lleno en las aventuras de ahora, sobre cuya eficacia, felicidad y riqueza no haré mayores comentarios. Tampoco voy a evocar sin necesidad lo falsamente mejor del pasado. No por pasado fue mejor aquel tiempo, diga como diga el refrán de los ancianos quejicosos.
Una de las fórmulas democráticas cuya vigencia reclaman los neo demócratas y los políticamente correctos es el referéndum con todo y su modalidad de plebiscito. Otras son la consulta popular, la reelección de legisladores y alcaldes y las candidaturas ciudadanas “independientes” (y aquí las comillas son indispensables). Ese debate ya se terminó, al menos en una etapa.
Pero hay quienes descreemos de todos estos mecanismos no por su natural lógica política intrínseca sino por su posible utilización precisamente para inducir voluntades y controlar por debajo del agua los intereses genuinamente populares.
Durante el gobierno del gran demagogo populista, Andrés Manuel, supimos cómo se manipulan encuestas, consultas y voluntades clientelares.
Hoy el mundo se cimbra precisamente por un desplante populista del otro lado del mundo. El Primer Ministro Papandreu, en Grecia, mira cómo se hunde su país en el piélago azul del Egeo y convierte un rescate financiero y un plan de choque en la oportunidad de hacerse comer de los humildes el plan de rescate griego debe pasar por un referéndum.
Esa es una prueba de hasta donde se puede llegar con estos recursos “políticamente correctos”.
La pregunta lógica sería si también cuando se contrató una deuda de dinero malgastado también se le preguntó a la chusma. La síntesis del diario “El país” es elocuente:
“La nueva era de Grecia apenas ha durado una semana. Con el acuerdo europeo recién hilvanado, en la madrugada del pasado jueves, el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, anunció solemnemente que la solución de Bruselas inauguraba «una nueva época, una nueva era para Grecia».
“La decisión, que facilitaba una quita del 50% para la abultada deuda del país en manos de inversores privados, ha pasado en cinco días de ser la pieza mágica de un complejo rompecabezas a necesitar de un respaldo popular.
“Papandreu pretende ahora «garantizar que la democracia está por encima del apetito de los mercados», un deseo imposible de deducir de las triunfalistas palabras del primer ministro tras la cumbre europea de la semana pasada”.
Eso de poner la democracia por encima del apetito de los mercados se parece al señor cuya cartera estaba seca tras hacer recibir los servicios de una hetaira a la cual quería convencer de no cobrarle tras haberse refocilado con ella.
–Piensa en la moral, le decía.
Grecia no pensó en la democracia cuando se metió a la zona “Euro”, ni cuando pidió un rescate por el cual le iban a condonar más de 100 mil millones de dólares. Ahora cuestiona la moralidad del casino cuando se ha hartado de jugar y beber.
Pero ese es el problema de la ilusión populista. Si las corrientes políticas (manipuladas por el gobierno convocante) rechazan el acuerdo, como se prevé, pues nadie quiere un plan de choque tan prolongado, costoso y empobrecedor, Grecia probará cómo la cuna de la democracia se ha ido por el retrete.
No olvidemos el dogma del demagogo:
Si a plena luz del sol el pueblo dice, es de noche, vamos encendiendo los faroles del alumbrado público.Una cosa es la democracia dirigida, otra la democracia mal dirigida y una peor la democracia digerida.
HANK
Muchos creen en la seriedad de la postura. Otros dicen es una pantalla protectora, pero Jorge Hank ha realizado movimientos suficientes para creer en la seriedad de sus intenciones: lanzarse por segunda vez en pos de la candidatura al gobierno estatal de Baja California.
Como se sabe la elección será en el 2013 un año después de cuando los priístas suponen coronado su sueño de doce años de esperar la recuperación del poder federal. Si eso es así el PRI se montaría en la ola del retorno. Si no, nada habrán perdido.
Por lo pronto habrá necesidad de dirimir entre Fernando Castro Trenti y Jorge Hank el apetito por la candidatura.
Si la política, como la guerra, se hace con dinero, dinero y más dinero, Hank le ganará a Castro.