Hasta ahora la mejor de todas las acciones ha sido coordinada por el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, quien ruega a Dios pero golpea con el mazo de una acción generalizada.
Algo innegable en la administración pública mexicana es la rapidez con la cual se hacen pronunciamientos en torno de un asunto, sea cual sea su naturaleza. De un día para el otro todos los aparatos públicos se convierten en una maquinaria sincronizada para inclinarse u orientarse hacia el asunto de moda. O de actualidad, si no se quiere ser sarcástico.
Ese ha sido el caso del bullying, problema eterno, ahora magnificado por redes, videos y escándalos instantáneos, y frente al cual se han alzado todas las voces, de la Presidencia de la República hacia abajo en grados mayores o menores con una extensión hacia el Poder Legislativo donde Emilio Gamboa, desde el Senado alerta sobre el clima generalizado de violencia doméstica o escolar.
Hasta ahora la mejor de todas las acciones ha sido coordinada por el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, quien ruega a Dios pero golpea con el mazo de una acción generalizada, no sin dejar de advertir el origen de todo esto: el bullying es una conducta aprendida desde fuera, cuyo escenario puede ser la escuela. Y en ese sentido se firma un Convenio de Coordinaciòn para Facilitar el Combate a la Violencia en las Escuelas con estos puntos destacados:
“…Fortalecer la alerta temprana para identificar oportunamente el problema, crear páginas de internet para la prevención y atención de la violencia, construir redes de colaboración interinstitucional, desarrollar protocolos de actuación para directores, maestros, alumnos y padres de familia, enriquecer los planes y programas de estudios en la educación básica y el bachillerato para fomentar una cultura de prevención, organizar foros de consulta sobre el tema de violencia en la escuela, reforzar la promoción y supervisión en el ejercicio de los derechos humanos, la vida democrática y el aprecio a la diversidad… Incorporar al programa de escuela para padres las herramientas para la atención de la violencia en la escuela y el hogar…”, y algunas otras más.
¿Serán suficientes, útiles, prácticas y oportunas? Seguramente no, mientras la “Gran Violencia” provenga de las calles; de la vida misma.
JOAQUÍN
La presentación de los documentos oportunamente dispuestos al escrutinio de la Secretaría de la Función Pública y su opinión favorable en el caso denunciado por el PRD, ha dejado en un ámbito de tranquilidad al secretario de Energía Pedro Joaquín Coldwell. Quizá ha pasado la borrasca.
Pero quien difícilmente podrá lavar sus hechos del pasado es precisamente su acusadora, la senadora Dolores Padierna, de cuyo expediente público cualquiera puede recordar algunos datos, como estos, por ejemplo: las denuncias en su contra por traficar con viviendas logradas para Nueva Tenochtitlán, las acusaciones en su contra por comercializar desayunos del DIF; el financiamiento de su campaña como delegada en Cuauhtémoc, por parte de cabareteros, como los dueños del “Lobohombo”, antro donde perdieron la vida 21 personas en un incendio; su complicación en el asunto de la leche fecalizada “Betty” y algunos más sin contar con los derivados de su relación conyugal en el control de candidatos a diputados y delegados.
Y luego quiere tirar la primera piedra.
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