Tal y como de un plumazo desapareció al Tribunal de Justicia Administrativa de Oaxaca, mediante un golpe desde el Congreso estatal o como encerró a los periodistas en el INE, con la docilidad de las nuevas autoridades del instituto, el gobernador de Oaxaca, Salomón Jara –con respaldo armado de la Marina Nacional– tomó por asalto las instalaciones del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca y desapareció cientos de obras de arte cuyo destino, hasta hoy, nadie conoce.

Ante tal despojo marinero frente al cual las habilidades de Barba Roja o Jean Lafitte querían pálidas por la rapidez del abordaje en tierra (estos son marinos de tierra, como habría dicho Rafael Alberti), el consejero Jurídico del gobierno estatal, Geovanny Vásquez (no es seudónimo), informó sobre la reserva de 10 años de la información relacionada con el museo.

El edificio donde se alojó el MACO permanecía en comodato –desde 1992, con opción de prolongarlo–, a una organización denominada “Amigos del MACO”, la cual se encargó exitosamente de su administración desde los lejanos tiempos del gobernador Heladio Ramírez, llegando a conformar una importante colección de arte con firmas extraordinarias como Rufino Tamayo; Francisco Toledo, Sergio Hernández, Gilberto Aceves Navarro, Rodolfo Nieto, Alejandro Santiago, Frederic Amat, Germán Venegas, José Luis Cuevas y muchos más.

De las 558 obras catalogadas (de acuerdo con los documentos de esta columna), solamente han sido reconocidas 143 en el inventario del despojo denunciado ya judicialmente por los herederos y derechohabientes de los artistas cuyo trabajo se exponía en calidad de préstamo a los amigos del Museo.

“Sabemos que va a ser una lucha judicial muy prolongada”, dijo uno de los denunciantes.

Ante esto el artista Sergio Hernández; uno de los grandes pintores contemporáneos y el único vivo entre los gigantes de Oaxaca, ha escrito:

“Si el museo quedó impedido de cumplir sus fines y objetivos, todas las donaciones recibidas deben revertirse y el gobierno debe facilitar sin dilación su devolución a los autores o dueños. Como cualquier otra asociación civil, patronato u organismo sin fines de lucro, entre los papeles del MACO debe existir todavía el registro de donaciones recibidas desde 1992 ya sea en dinero o en especie (obra).

“Si la recuperación se hunde en el burocratismo y la torpeza administrativa de quienes se abalanzan no sólo sobre el edificio en comodato, sino sobre el nombre mismo y las obras donadas, es muy posible que enfrenten reclamaciones legales por ese indebido despojo.”

Las reclamaciones ya están en marcha. La pelea judicial ha comenzado, tanto como las solicitudes de transparencia. ¿Dónde queda la bolita? O la bolota, porque esos cuadros tienen altos precios y son muy cotizados en los mercados internacionales.

Consultado sobre este particular, el pintor Hernández aseguró haber sido designado por otros integrantes del patronato de los amigos del museo, para representarlos en algunos trámites y diligencias.

“Sin embargo de inmediato no podré dedicarme de tiempo entero a este asunto. Yo tengo en puerta un viaje a Japón, pero las cosas no ser van a quedar en el olvido. Todo estará en manos de un grupo de abogados, dure lo que dure y cueste lo que cueste. No vamos a quedarnos cruzados de brazos ante la ilegalidad. Eso se llama, simplemente, robo. Se quieren robar las obras”.

Ante la reserva planteada sobre todo este desorden, el ya dicho consejero Geovanny (así se llama), ha dicho en farragoso lenguaje:

“…Ante una posible dilapidación de las obras tenemos que actuar en defensa del patrimonio de las y los oaxaqueños para esclarecer este asunto.”

En su argumentación parece ignorar quién ensombreció lo necesario de claridad: el gobierno, actor del cierre del museo y el despojo de las obras (en teoría) ahí resguardadas.

Además, se extiende otra amenaza: la consejería tiene pendientes “otras denuncias sobre inmuebles del Centro Histórico que corresponden al gobierno estatal y están en manos de particulares”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona