Frente a esto el delegado Romero (¿recuerda usted sus tórridos encuentros con una panista famosita?) comenzó la marcha hacia atrás con un ataque de amnesia: el proyecto para una enorme torre en ese lugar simplemente no existe.
La contundente declaración de Miguel Ángel Mancera, jefe del gobierno del DF en torno de la imposibilidad de mover o derruir el Polyforum de David Alfaro Siqueiros —propiedad no obstante de particulares—, nos lleva a dos puntos de análisis: el primero, cómo se derrumba el negocio del delegado panista Jorge Romero (conocido como El avorazadito) quien con su simple expediente de un cambio de uso del suelo podría autorizar (o influir en la autorización) de un nocivo edificio la saturadísima colonia Nápoles y de paso probar cómo la derecha rapaz siempre ha vivido de espaldas a la cultura y los valores patrimoniales.
La contundencia de estas palabras es al mismo tiempo una promesa y una cadena:
“No vamos a permitir que se dañe, que se deteriore, que se cambie de cualquier manera ese espacio. Es un tema de patrimonio que no puede verse afectado… no habrá ninguna autorización, independientemente de lo que pudiera existir o no existir, o quién hubiera analizado solamente el contexto de uso de suelo… el Gobierno no va a acompañar, independientemente de los litigios que tuviéramos que iniciar o desarrollar, algo en donde se afecte un patrimonio cultural”.
Frente a esto el delegado Romero (¿recuerda usted sus tórridos encuentros con una panista famosita?) comenzó la marcha hacia atrás con un ataque de amnesia: el proyecto para una enorme torre en ese lugar simplemente no existe.
“Es un proyecto muerto, desechado. No hay nadie que venga a la delegación a pedir una manifestación (de construcción), que esté del otro lado, que nos diga: ‘Queremos insistir en mover, destruir, cambiar, tocarle un pelo al Polyforum’”, expresó en entrevista (Reforma).
En este sentido llama la atención cómo se inició ese crimen urbano por el cual se destruyó el Parque de la Lama y se construyo el faraónico Hotel de México, cuya terminación jamás fue lograda por su dueño original, Manuel Suárez. El pretexto fue crear un centro cultural.
Por eso surgió el financiamiento para el Polyforum, un magno y maravilloso delirio de Siqueiros (la última fase del muralismo mexicano, la “escultopintura”), quien ya había hecho otros trabajos en el Hotel Casino de la Selva, propiedad también de Suárez, quien había expandido sus negocios inmobiliarios y turísticos a partir de una enorme y altamente contaminante planta de asbesto. La cultura fue usada en aquel tiempo como una pantalla para el desarrollo inmobiliario. Hoy ya ni siquiera se guardan las apariencias.
OAXACA
Cualquiera estaría preocupado por esta noticia. Claro, siempre queda el recurso de lavarse la cara diciendo, es una maniobra política, pero ya no es nomás el sonido del río sino el agua (o la leche) de su corriente embravecida.
“Diputados de izquierda (decía ayer la prensa) ratificaron ante la PGR una denuncia contra el titular de Liconsa, Héctor Pablo Ramírez Puga, por presuntos actos de promoción de su persona con fines electorales y dinero público (de Licosa).
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