Los señores diputados acaban de discernir los méritos de quien sabe cuántos mexicanos, y decidieron, por razones muy torcidas, darle la Medalla Eduardo Neri, al mérito ciudadano a un señor a quien nadie conoce. Quiero decir, nadie además de los promotores de una idea confusa.
La información dice:
“ (Eol).- El pleno de la Cámara de Diputados aprobó con 356 votos a favor, 34 en contra y dos abstenciones, entregar la medalla al mérito cívico, “Eduardo Neri, Legisladores de 1913”, al empresario mexicano dedicado a la exportación y comercio de textiles, de vestido y calzado, José Luis Solórzano, como reconocimiento a millones de mexicanos que radican en Estados Unidos.
“José Luis Solórzano Zavala es, sin lugar a duda, ejemplo de ciudadano mexicano que con esfuerzo logró subsistir en un país donde las condiciones para quienes tienen la calidad de migrantes llegan a ser adversas, en algunos casos hasta infrahumanas; es un ejemplo a seguir para el momento crítico que estamos viviendo por el relevo en la presidencia de los Estados Unidos”, comentó Jorge Triana Tena, presidente de la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias.
“En el marco de la discusión, los grupos parlamentarios de Morena y Movimiento Ciudadano propusieron entregar la condecoración en su edición 2016 también a la activista Rosario Ibarra de Piedra, por representar la búsqueda de madres por sus hijos desaparecidos; sin embargo, la modificación fue rechazada.
“…Que también representa a un sector miles de desaparecidos, miles de desplazados y esa lucha incansable de Doña Rosario Ibarra de Piedra nos hace al grupo parlamentario de Morena presentar esta reserva”, mencionó Ernestina Godoy Ramos, diputada de Morena.
“La medalla al mérito cívico, “Eduardo Neri, Legisladores de 1913”, será (fue) entregada mañana 15 de diciembre en sesión solemne ante el pleno de la Cámara de Diputados”.
El decreto por el cual se crea esta distinción cívica es elocuente en sus términos:
“Artículo primero. Se crea la Medalla Eduardo Neri al Mérito Cívico, de la honorable Cámara de Diputados al Congreso de la Unión, para conmemorar la valerosa actuación parlamentaria del ciudadano diputado Eduardo Neri en la sesión celebrada el 9 de octubre de 1913 por la XXVI Legislatura.
“Artículo segundo. La medalla se otorgará por la Cámara de Diputados, para premiar al ciudadano mexicano que, por sus hechos, su conducta ejemplar, su aportación a la ciencia, al arte o al civismo, se haya distinguido al servicio de la patria y se haga acreedor a ella”.
Obviamente hay más artículos, pero los anteriores permiten algunas preguntas.
¿Un migrante cuyos esfuerzos lo elevan de la orfandad peregrina a la opulencia empresarial le ha prestado un servicio a la patria?
¿Ha hecho, por muy encomiables como sean sus empeños aportaciones científicas, artísticas o aun cívicas a la humanidad?
Estas preguntas no se responden ni siquiera con los enredos conceptuales del diputado panista (obviamente panista, notoriamente panista) Jorge Triana Terna, presidente de la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias (de veras), quien ha dicho sin temor de las palabras:
“…es un ejemplo a seguir para el momento crítico que estamos viviendo por el relevo en la presidencia de los Estados Unidos.”
Y quizás ahí radique el error de tomar en cuenta a un migrante como si esta fuera una calidad profesional, una actividad en sí misma y decorarlo con esta medalla (una “corcholata” más en la inútil ornamentación del civismo de vidriera) como si de esa manera el señor Donald Trump fuera a cambiar sus puntos de vista hacia México.
Es considerar (simbólicamente) la medalla como un talismán protector, como la estampita del Sagrado Corazón y una leyenda: “Detente bala, Cristo Rey me protege”, en el sombrero de algunos cristeros, para caer con el cráneo perforado.
–¿De veras estarán tomando en serio sus palabras o debido a la temporada estarán tomando otras cosas?
GUADALUPANA
La desaparecida cantina “La guadalupana” sigue habitada por fantasmas. También por buenos recuerdos, pero a veces hay escalofríos.
La última tertulia en ese lugar fue con Marco Aurelio Carballo, Rafael Ramírez Heredia y Guillermo Samperio. Estábamos todos juntos y animosos, hablábamos de libros, recodábamos cada quien sus historias.
Hoy los tres están muertos, la cantina cerrada para siempre y los recuerdos podridos sin remedio.
Descanse en paz ahora Guillermo.