SAN PETERSBURGO.- No sabemos si el asunto es para tanto Quizá lo sea para quienes han visto cómo el tema se cuela por los amplios ventanales del palaciego complejo urbano Konstantinovsky, donde ahora se alojan los dirigentes del mundo y se desarrollan las conversaciones del G20, pero tanta insistencia en el tema de Siria, la invasión y sus posibilidades, ha sido denominado por los maestros del diarismo francés como “la nueva Guerra Fria”-
Ha dicho “Le Figaro” con renovada astucia editorial:
“La cumbre del G-20 que tendrá lugar el jueves y el viernes en San Petersburgo estará dominada por las diferencias entre Estados Unidos y Rusia en conflicto por Siria, cuestión por la cual las relaciones entre los dos países están en su punto más bajo en muchos años.
“Sin embargo hay cosas buenas. Una buena idea. Como un dedicado profesor el presidente de Rusia ha preparado el trabajo de los estudiantes del G20
“El crecimiento, la lucha contra los paraísos fiscales y la regulación financiera…
“En la carpintería Constantino Palace, la antigua residencia de verano de Pedro el Grande, Vladimir Putin el jueves y el viernes 2 recibe a los líderes de veinte economías más grandes del mundo. Pero el destino de la financiación global tiene poco interés del público ruso (y no ruso). Y a los pocos días de un ataque de EE.UU. previsto contra Siria, nadie espera que el líder del Kremlin que cumpla con la agenda oficial, sino que reitera la línea intangible de la diplomacia rusa en el conflicto media Este.
“En su ciudad natal de San Petersburgo, donde obtuvo su grados como hombre de Estado, Vladimir Putin está seguro de poner el archivo de Siria sobre la mesa. Ante las demoras en los Estados Unidos, y los temores de la opinión pública occidental, empuja desde una posición fuerte.
«Putin, Jefe de Estado sabio y experimentado, apelará una defensa del derecho internacional, los principios de no injerencia, y pedirá una solución política del conflicto tras la condena de cualquier acción militar fuera del marco del Consejo de Seguridad», establece el director de la sucursal rusa del Centro Carnegie, Dmitri Trenin.
“Mientras tanto, en buena medida, el ejército ruso muestra sus músculos mediante el envío de sus buques, incluyendo un crucero de misiles guiados al Mediterráneo oriental.
«Una señal para tratar de disuadir a los estadounidenses de jugar con fuego», dice Mikhail Nenachev, presidente del Movimiento para apoyar a la flota rusa”.
Si eso es regresar al juego de los espías en conflicto, de la guerra helada y del crudo cierzo diplomático o no, ya se verá en el futuro, pero hoy la diplomacia se afila las uñas y la tecnocrática burocracia financiera internacional se siente desplazada pues cuando gruñen los políticos la cosa cambia, y mucho más grande sería el cambio si hablaran los cañones, los drones o los cohetes teledirigidos desde el portaviones Nimmitz.
Y si ya de espías hablamos, pues la ocasión le ha venido bien al presidente Enrique Peña quien ha hablado durante la mañana con el señor Barack Obama (por cosas del destino en la inauguración del G20 lo sentaron junto a Dilma Roussef a quien el Tío Sam le ha mirado hasta los “bloomers” con el descontento de todo Brasil) para decirle su inconformidad ante las versiones del espionaje americano en contra suya y de México.
A ver, a ver, le habría dicho nuestro presidente, a lo cual Obama, muy diplomático y sereno, respondió con un simple, vamos a investigar los hechos y los dichos, y de eso estaré personalmente pendiente e interesado.
–¿Sale?
–Sale, pues.
Quizá el gobierno de Estados Unidos no haga mucho por investigar lo evidente, pero al menos en esta ocasión no han sido la indiferencia o el silencio la respuesta de México.
Obviamente nuestro país no va a iniciar una guerra fría, ni caliente contra Estados Unidos, y mucho menos por un simple pájaro en los alambres, pero bien vale aprovechar estos foros para poner los puntos sobre las íes, la pica en Flandes y a cada quien en su lugar. No importa si luego se desacomodan. La diplomacia se empieza y se termina cada día. Ya lo sabemos.
Sin embargo la agenda del G-20 sigue como si nada hubiera ocurrido y solo fueran importantes sus temas, su agenda y sus compromisos. Se sigue pensando en los temas de siempre: educación de alta calidad vinculada con el mercado laboral y sus necesidades, financiamiento para del desarrollo, aumento de la vigilancia para evitar los paraísos fiscales; la sustentabilidad y el desarrollo equilibrado, la energía limpia, el financiamiento a las pequeñas empresas, la lucha contra el hambre y la pobreza y el congelamiento de los acuerdos proteccionistas, entre otros.
Pero la reunión de todos estos jefes de Estado es una ocasión dorada para pedir cosas. Cosas de todo tipo.
Por ejemplo, una organización llamada Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, necesita –eso han venido a decir a San Petersburgo–, 15 mil millones de dólares en aportaciones voluntarias durante los próximos tres años para seguir su labor de salvar vidas.
Como se sabe este fondo fue creado por iniciativa del entonces secretario de la ONU Kofi Annan (seguro durante un “coffe breake”) con ayuda del grupo G8, en el lejano año 2000.
Y ahora hace falta más lana. Y si aquí están todos reunidos, pues dónde si no íbamos a perder la oportunidad de pasar la charolita…
Para otros el asunto es más simple. Esta junta no trata de de una crisis financiera sino de una crisis de la civilización. Esta (signifique cuanto signifique “la civilización” en este tipo de discursos, se ha quebrado merced a la tendencia irrefrenable de transferir recursos a la oligarquía especulativa internacional afectada por los conflictos entre sus integrantes, como lo demostró –dicen—la crisis de septiembre del 2008.
En fin, de todo hay en la villa señorial, pero el hecho irrebatible ha sido la conversión del Grupo de los Veinte en la antesala de juna recomposición de las fuerzas políticas internacionales.
Por eso México, en la voz de su presidente. Enrique Peña dijo en la inauguración:
“En los últimos meses, se han restringido las condiciones crediticias y ha aumentado la volatilidad en los mercados financieros internacionales, lo que implica retos considerables, sobre todo para las economías en desarrollo.
“Por ello, es necesario alinear políticas, reformas y estrategias, a fin de fortalecer el sistema financiero internacional, mantener niveles de deuda sostenibles, hacer realidad la recuperación económica mundial y hacer frente a un entorno de mayor volatilidad”.