Indudablemente la propuesta llamada “Tres de tres”, con todo y su indudable bautizo de mercadotecnia ya sometida al análisis del Senado de la República (con decir Senado sería suficiente, pero ya el locativo de viene como apellido), es un triunfo para una buena parte de la sociedad civil a la cual llamaremos los políticamente correctos; los bien portados o los cívicamente valerosos.
Todos sabemos de dónde surgió esta idea de exigirles a los integrantes del Servicio Público, la publicación de tres documentos probatorios no se sabe de qué, pero cuyo sólo enunciado logra el estupor de las galerías: una declaración patrimonial; otra fiscal y una e de la sociedad civil donde se exhiban los posibles intereses en conflicto; o sea si las actividades privadas pueden o no contaminar las responsabilidades públicas.
Personalmente descreo de las declaraciones publicas.
El Servicio de Administración Tributaria, por ejemplo, vive de solicitarnos a los causantes cautivos declaraciones de todo por todo y a todas horas y también de lucrar contra quienes las disfrazan o truquean de manera innoble.
Cuando alguien declara, ya sea ante el Ministerio Público o ante el altar a la hora del matrimonio, puede mentir. Por eso existe hasta otra figura jurídica, la falsedad en las declaraciones. Por lo mismo quien declara en falso es doblemente culpable de algo. Y en eso se amparan quienes piden la triple confesión de cumplimiento, heredad y objetividad. Todos tenemos intereses pero no todos caen en conflicto.
Y quienes ha propuesto esta triple confesión pública viene todos de la sociedad civil donde ninguna de ellas es legalmente exigible, aun cuando sea moralmente recomendable.
Hoy, cuando muchos se sacuden con las revelaciones de los Panamá Papers los cuales demuestran cómo el mundo entero.
–menos los Estados Unidos quienes patrocinan esa fantasmal asociación planetaria de periodistas redentores—nos damos cuenta de cómo las alabanzas en boca propia y las explicaciones de los propios interesados, van más allá de cualquier declaración. A poco Macri no habría sido señalado ni Putin, si hubieran acatado la recomendación del INCO de presentar su triple declaración antes de evadirse a los paraísos fiscales. Es de dudarse.
Sin embargo a mi me gusta leer el Nuevo Evangelio, el de la Sociedad Civil, el de la corrección y la responsabilidad política; la decencia y la buena marcha del mundo. Por eso busco esta página y leo y reproduzco. Esto lo escribió Juan Pardinas (IMCO), muy al inicio de todo esto, en el diario Reforma. Es una belleza:
“…El IMCO y Transparencia Mexicana han puesto al servicio de los electores mexicanos una plataforma en internet que busca mejorar los filtros de reclutamiento de la clase política.
“Candidatotransparente.mx es un regalo para los políticos y una herramienta para los ciudadanos.
“En esta página, l@s candidat@s pueden subir su declaración patrimonial o su compromiso de hacerla pública si ganan la elección, su declaración de intereses y su comprobante de pago de impuestos.
“Para muchos electores que no saben por quién votar, esta página permite conocer información relevante sobre las personas que aspiran a gobernarnos y representarnos. Si tu candidato o candidata no se ha subido a la iniciativa, les puedes enviar un “tweet” para exigirles que a cambio de tu voto, les pides que entreguen su tres de tres.
“La plataforma busca ser un mecanismo pragmático para contribuir a un cambio de conductas e instituciones que nos tomará un buen tiempo implementar.
“¿Y si los candidatos dicen mentiras?
“Es un riesgo latente, pero el mayor riesgo para México es que los ciudadanos nos quedemos pasmados con una resignación de brazos cruzados.
“Si los candidatos presidenciales en 2012 hubieran tenido una iniciativa semejante, probablemente la República se habría ahorrado algunos agravios y vergüenzas”.
Por eso en esta semana las campanas tocaron a glorioso rebato: el Instituto Nacional Electoral validó las firmas de más de medio millón de ciudadanos cuya presión social y política logró impulsar en el Congreso la aprobación de la ya dicha confesión de haberes, pagos al fisco e intereses legítimos fuera del cargo público.
Max Kaiser, director de Anticorrupción del Instituto Mexcano para la Competitividad (IMCO) explicó el aluvión de firmas con una frase hermosa: 600 mil mexicanos decidieron volver a confiar en las instituciones.
Una belleza. Yo no se si es un éxito social, pero es un triunfo político de un grupo de ciudadanos quienes buscan el poder por vías diversas. Los caminos de la política, como los de Dios, son inescrutables.