“No sé si hay esperanza. Ellos (palestinos) esperan que esto termine pronto y puedan seguir vivos. El ánimo en Gaza es de supervivencia”, señaló Michelle Ravell, la enfermera mexicana que logró salir de la zona de guerra y ya está en México

Michelle Ravell, la enfermera mexicana que logró salir de la Franja de Gaza, en territorio palestino, zona que es blanco de bombardeos y ataques del Ejército israelí contra feudos del grupo terrorista Hamás, narra que los días en los que intentó salir de la zona de guerra fueron algo “indescriptible y los ataques son indiscriminados”.

Originaria de y colaboradora activa de la organización internacional Médico sin Fronteras (MSF), narró en una rueda de prensa que la Franja de Gaza vive «una crisis humanitaria sin precedentes», los bombardeos y ataques constantes donde no importa si hay niños, mujeres y ancianos indefensos. y al algo “indescriptible lo que he vivido estás semanas en Gaza. Los ataques son indiscriminados. Me sentí en peligro muchas veces y sentí que me iban a asesinar”.

Michelle, quien desde hace cuatro años colabora con Médicos sin Fronteras y ha estado en misiones humanitarias en México, Sudán del Sur y en Palestina, relató que “he visto niños y niñas morir en mis manos, pero no en esta magnitud. No es lo mismo. Cada país tiene su particularidad, pero Gaza es una masacre”, acusó.

Asimismo, describió a Gaza como “una ciudad demasiado poblada y llena de ruido”, pero desde el 7 de octubre cuando comenzó el ataque israelí “no se escuchaban ni a las aves”.

Esta enfermera mexicana señaló que vivió una «incertidumbre diaria» sin saber qué sucedería ni cuándo, pero con la certeza de qué “va a pasar”.

NADA ES SEGURO

“No hay un lugar seguro en Gaza. Temo por la vida de mis compañeros y por toda la gente que vive allí. (…) Los ataques son indiscriminados, a cualquier hora y en cualquier lugar. Sentía la muerte inminente. Yo misma me despedí de mi familia”, admitió Michelle.

Sobre los motivos de su salida, la enfermera mexicana respondió que su «seguridad no estaba garantizada en ningún momento».

«Fueron días y noches muy inciertos. A la larga va afectando, por eso salí de Gaza. Nunca había sentido un peligro inminente en la vida y en Gaza lo sentí muchas veces”, remarcó.

En Gaza, subrayó, la escasez abarca incluso necesidades tan fundamentales como el agua, y expresó que la ayuda humanitaria que llega es limitada, apenas «una gota de agua en un océano».

NO HAY REFUGIO

“No hay para beber ni para la higiene. No hay suficientes cobijas ni para refugiarse. No hay comida, no hay acceso a nada. Se toma mucho tiempo para tener un poco de pan”, advirtió.

A esta situación se suma la falta de electricidad, combustible y suministros médicos, lo que ha derivado en infecciones de las vías respiratorias y problemas intestinales.

“No hay anestesia para aliviar el dolor. Hay gente que está siendo amputada con un paracetamol. La falta de medicamentos es increíble.”, denunció.

La enfermera reconoció que en Gaza las personas son “muy resilientes” y que a pesar de vivir en una constante incertidumbre siempre la trataron con amabilidad y la cuidaron durante su estancia.

“No sé si hay esperanza. Ellos (palestinos) esperan que esto termine pronto y puedan seguir vivos. El ánimo en Gaza es de supervivencia”, expresó.

“Por favor, no seamos indiferentes a las personas que están sufriendo», hizo un llamado Michelle, para sumar voces en un clamor internacional para frenar esta guerra indiscriminada.

Al cumplirse un mes desde que estalló esta guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamas, la cifra de muertos ya supera los 10,000 en la Franja de Gaza, mientras que en territorio israelí la cifra de fallecidos es mayor a los 1,400 decesos.