La historia de Ciudad Juárez es la historia de las desventuras y la ineficacia policiaca y del conjunto de la administración pública, no de ahora. Desde los años cuando comenzaron a surgir los asesinatos de mujeres y la sociedad –la de allá y la de acá– menospreció o quiso desdeñar la importancia y la advertencia implícita
Después de la desgracia, sea ésta cual sea y provenga de cualquier aciaga fuente, los mexicanos todavía debemos soportar un segundo golpe.
Primero, el hachazo contra la vida, como ha ocurrido recientemente en Ciudad Juárez.
Después la patada contra la inteligencia con todas las declaraciones de los funcionarios públicos de diferentes grados de la administración, desde el alcalde juarense (debidamente domiciliado en El Paso, como corresponde la seguridad inexistente en su casa) y después en orden sucesivo ascendente hasta llegar al Presidente de la república, desde Tokio consternado (una vez más).
La historia de Ciudad Juárez es la historia de las desventuras y la ineficacia policiaca y del conjunto de la administración pública, no de ahora. Desde los años cuando comenzaron a surgir los asesinatos de mujeres y la sociedad –la de allá y la de acá– menospreció o quiso desdeñar la importancia y la advertencia implícita para la historia fronteriza de esa serie de crímenes sin castigo, evidencia de cómo todo se iba pudriendo como los cuerpos al sol.
Les parecía algo tan extravagante como para no tomarlos en cuenta:
Un par de mujeres de la “mejor sociedad” de Chihuahua, hermanas de apellido ilustre, me decía una vez: “no entiendo por qué ustedes los periodistas le dan tanta importancia a esas cosas. A fin de cuentas ellas se lo buscan, andan por las calles a deshoras, viven en medio de la juerga y la cantina. Eso les pasa por huilas…”.
Por años nos pareció normal a todos, el ambiente relajado y bullicioso de la frontera, constipado de putas y cantinas para gozo de la gringada con o sin uniforme. El “Fort Bliss” no era nada más una fuente de ingresos, era una segura fuente de riqueza para los dueños de congales y tabernas; la ciudad se fue convirtiendo poco a poco en el mercado de la droga de los americanos.
Y nadie protestó. Era como una sumisa admisión del destino manifiesto. Era la Tijuana de los texanos.
Los sucesivos alcaldes de cualquier color político no hicieron sino permitirlo todo, disimular y enriquecerse entre sospechas como ha ocurrido en tantos casos. El de Héctor Murguía, para no ir a mayores detalles. No hay negocio como el pecado, sobre todo si es ajeno y uno administra la escena, cobra el alquiler o se beneficia del disimulo.
Hoy ya no queda nada por delante. Los militares llegaron hace un par de años (marzo del 2008 fue anunciado el Operativo Chihuahua) y hace un par de meses se hicieron a un lado como fuerza única y recurso final y a su lado fue llamada la Policía Federal. Y a pesar de esa arrolladora presencia las cosas nunca mejoraron. La mortandad siguió como si se tratara de jugar a los bolos.
Los hechos de hace unos días lo prueban de manera muy amarga. Ninguna de las respuestas institucionales ha servido para nada. Todo se va en diagnósticos, promesas y proyectos. Pero nada más.
Frente a estos hechos las ofertas estratégicas del gobierno federal no tienen ninguna importancia:
“…Simplemente es una estrategia integral. Me parece que el problema de Ciudad Juárez va mucho más allá de la mera acción de la policía o de las fuerzas armadas.
“Hay una problemática de una honda raíz social que lastima y que duele a toda la nación. Los hechos del domingo reflejan una falta elemental de sentido y de aprecio por la vida. No sabemos qué haya ocurrido ahí, si estamos en presencia de simplemente un hecho de rivalidad entre dos grupos de jóvenes, prácticamente adolescentes.
“Si esto refleja una lógica de pandillas y de bandas criminales, que de suyo ya es una expresión de descomposición o de deterioro social muy preocupante. Lo que sí a mí me queda claro es que no basta la acción policiaca o del gobierno, de las fuerzas armadas. Se requiere una estrategia integral de recomposición social, de prevención y tratamiento de adicciones, de búsqueda de oportunidades de empleo, de esparcimiento y educación para jóvenes.
“También de una búsqueda, también de sentido de la vida, de valores, de aprecio a la vida misma, de respeto a los demás, que por alguna razón probablemente se está perdiendo en ésta y en otras zonas del país.
“Pero lo que me queda claro es, primero, que se requiere una estrategia integral en varios temas. En el frente simplemente policiaco, acelerar la recomposición de las instancias policiacas y ministeriales en Ciudad Juárez y en Chihuahua.
“Porque, evidentemente, estas tareas competen fundamentalmente al orden local y el orden federal actúa de manera supletoria y de respaldo a las autoridades locales que, evidentemente, se han visto rebasadas.
“Segundo. Reclama un fuerte trabajo en materia social, que quizá sea un componente fundamental que habrá que incorporar a esta estrategia.
“Tercero. Me parece que es importante que las autoridades policiacas, municipales, estatales e incluso federales, de carácter civil, puedan incorporarse de una manera mucho más rápida a asumir esta labor que las fuerzas armadas han tenido que tomar, precisamente dada la fragilidad de las instancias civiles, y por eso hemos de urgir a que en todos los planos pueda reconstituirse la autoridad de las policías integradas por personal eminentemente civil”.
¿Y lo supimos apenas hoy? ¿No eran así las cosas hace tres años?