Como todos sabemos las cifras de violencia en  México han alcanzado cifras de horror en los últimos dos años. Por si lo anterior no nos hubiera bastado.

Los homicidios han  superado los de tiempos anteriores, como cuando todo se le achacaba a la “Guerra de Calderón” o la beligerancia no declarada  de Peña Nieto. Hoy las cosas siguen por el mismo camino.

Cada vez es más frecuente ver  personas calcinadas dentro de camionetas o autobuses pequeños. Un caso de espanto fue el los familiares del clan Le Barón en Bavispe, Sonora, cuya única consecuencia fue hacer candidato de Morena al discutible ex secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, quien se conformó con la edificación de un monumento a las víctimas cuando su mejor recuerdo  no serian las piedras conmemorativas sino la justicia.

Además construyeron un  destacamento de la Guardia Nacional. Ni remedio ni trapito.

Ahora, en ese estilo cada vez más frecuente, calcinan a doce personas dentro de un transporte, en Tamaulipas, el mismo estado donde en el año 2010, fueron asesinados con sevicia indescriptible más de setenta migrantes.  

Ante el reciente crimen múltiple, la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) externó su preocupación y “… comparó este martes el hallazgo este fin de semana de 19 cuerpos calcinados en Tamaulipas (EFE) con la trágica masacre de San Fernando del 2010, en la que asesinaron a 72 migrantes en la misma región.

“Estamos profundamente preocupados por los hechos reportados por distintos medios sobre el hallazgo de 19 personas calcinadas en Tamaulipas. De acuerdo con la información recibida, al menos varias de las victimas serían guatemaltecas», apuntó mediante un boletín el representante de la ONU-DH México, Guillermo Fernández-Maldonado”.

Ante esa percepción de las Naciones Unidas, a la cual el gobierno actual recurre cada y cuando necesita un  aval para su insistente condena ante  los espantos del pasado, pero jamás cuando le señalan sus omisiones o errores, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero,  se ha envuelto en la bandera y ha dicho con toda enjundia: esto no se parece a lo de San Fernando, porque ahora lo estamos investigando. 

La verdad sorprende hasta donde pueden llegar las maromas verbales del gabinete de seguridad. Las cosas son iguales esencialmente, no importa si después de los hechos se investiga o se deja al garete. Los hechos son los hechos.

Pero si las cosas no son iguales en sus consecuencias investigativas, ¿por qué no se dan a conocer los resultados de tan diligentes pesquisas?

Pues porque no los tienen. 

Al menos eso dice Sánchez Cordero, quien desconoce el significado preciso de la palabra “contundente”. Veamos:

“…Por ningún motivo es igual que lo que sucedió en San Fernando. Todos los días a partir de que sucedió este evento hemos estado en el Gabinete de Seguridad viendo los avances que se tienen sobre esta situación y te puedo decir con mucha seguridad que se ha avanzado y que se ha avanzado muchísimo; que tenemos mucha información, aquí está la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, no sé si quiera decir algo sobre esto, pero que tenemos mucha información, y si me permites no dártela en este momento porque tú sabes perfectamente que estas investigaciones tienen que llevarse a cabo en la mayor de las secrecías.

“Pero si te aseguro algo: no es un San Fernando, ¿por qué?, porque estamos avanzando en la investigación de manera contundente”.

Contundente quiere decir, de acuerdo con el lexicón más a la mano, “que causa contusión”. Ejemplo: arma contundente. Fig. Categórico, terminante.

“Origen etimológico de la palabra: proviene de la palabra latina contundens, participio de presente de contundere, «golpear», de cum y tundere…” 

“Contundente

“Origen de la palabra: (del latín contundens, -entis, p.a. de contundiré, contundir).

“adj. Aplícase al instrumento y acto que producen contusión.

“fig. Que produce grande impresión en el ánimo, convenciéndolo. Argumento contundente”.

Así pues nada puede ser a un  tiempo contundente y secreto, porque la contundencia es en este caso la exhibición (o prueba), del argumento convincente o la herramienta cuyo golpe ya es un  hecho, no una idea en proceso.

Sería muy bueno si el gobierno fuera menos soberbio y más simple en sus explicaciones. Nadie duda de sus investigaciones, pero si estas no han concluido, ¿cuál es el caso de usarlas para rebatir, desmentir o pelear contra las Naciones Unidas? 

Ninguno, pura soberbia.

Y como un apunte final: en español se dice, secreto; no secrecía, eso es  “espanglish”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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