Por: Guillermina Gómora

En la recta final se encuentra el debate de las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones. Cuando se aprobó el año pasado la reforma constitucional no  faltó el político que dijo que era un hecho inédito, y que la actual legislatura había pasado a la historia, por la decisión que había adoptado.

Sin embargo, aunque se trata de una reforma de gran calado, que en su momento los legisladores festinaron como un hecho trascendental,  ahora pretenden hacerla naufragar en las densas aguas de la politiquería. Para muestra, la filtración indebida de las conversaciones de la impresentable diputada perredista Purificación Carpinteyro, así como las acciones distractoras del senador panista Javier Corral, que ha polemizado el tema de la reglamentación de la preponderancia por sector o por servicio, a fin de confundir a sus camaradas que no leen los dictámenes.

El legislador blanquiazul parece olvidar que el tema de la preponderancia –que no es más que la concentración mayor al  50 por ciento del mercado por el número de usuarios, suscriptores, audiencia, tráficos en redes o por la capacidad utilizada de las redes– quedó definido en diciembre pasado en la reforma constitucional por sector, aunque la redacción está un poco enredada.

Vamos por partes y veamos dónde radica la confusión. En el artículo segundo transitorio dice: “Las medidas de fomento a la competencia en televisión, radio, telefonía y servicios de datos deberán aplicarse en todos los segmentos de forma que se garantice en su conjunto la competencia efectiva en la radiodifusión y telecomunicaciones”.

Mientras que el octavo transitorio, fracción III, segundo párrafo, señala: “Para efectos de lo dispuesto en este Decreto, se considerará como agente  económico preponderante, en razón de su participación nacional en la prestación de  los servicios de radiodifusión o telecomunicaciones, a cualquiera que cuente, directa  o indirectamente, con una participación nacional mayor al cincuenta por ciento,  medido este porcentaje ya sea por el número de usuarios, por el tráfico en sus redes o la capacidad utilizada de las mismas, de acuerdo con los datos con que disponga el Instituto Federal de Telecomunicaciones”.  La fracción IV de este artículo aborda también el tema y ubica circunstancias específicas para evaluar si hay preponderancia.

Incluso en 2013, antes de las reformas, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) determinó como preponderantes a Televisa y América Móvil, bajo la interpretación de medir a uno como sector  y a otro como prestador de servicios de telecomunicaciones, respectivamente.

De modo que, como dice el senador Omar Fayad, el tema de la preponderancia ya no está a discusión, pues quedó debidamente establecido y aprobado, constitucionalmente,  en diciembre pasado, por 112 votos  de priistas, panistas y perredistas en la Cámara alta, donde también se delimitaron las facultades para el IFT.

 

Pese a ello, las patadas bajo la mesa continúan y en la recta final para aprobar las leyes secundarias, regreso a los medios -con un doble discurso- la polémica por la alianza entre MVS y Telmex, a través de la empresa de televisión de paga Dish, convenio que dicen sus detractores, iría mucho más allá de servicios de cobranza que ambas empresas reconocieron tener, ante las autoridades regulatorias.

El IFT investiga al respecto y deberá sentar precedente de imparcialidad, que ponga fin al doble juego, pues los actores involucrados se dicen víctimas unos de otros, aunque estén en sectores diferentes y sólo tengan en común el servicio que ofrecen a los usuarios, la última cadena del eslabón y la más importante a la que se busca beneficiar con la nueva regulación.

Llegó la hora de las definiciones. El viernes 4, a más tardar, deberán aprobarse en el Senado las nuevas leyes secundarias para que el 8 y 9 de julio se discutan y aprueben en la Cámara Diputados. Ojalá que no se vayan por la ruta fácil de las soluciones sencillas y de los discursos políticamente correctos. Se vale pedirles que le entren a fondo al estudio de los temas, pues va quedando claro que debajo de las posiciones de los preponderantes en el sector de las telecomunicaciones, de sus aliados de negocios y de algunos de sus defensores en la escena pública, hay muchos secretos escondidos.

 

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