La sicosis desatada por la abundancia de mensajes en los medios durante los días jueves y viernes, sobre todo de la semana pasada, con motivo de la inminencia de un huracán cuyas dimensiones sobrepasarían en sus efectos destructivos las posibilidades del Armagedón, nos debería poner a reflexionar un poco.

Quizá desde la amenaza (también fallida) según la cual todos íbamos a mirar un interminable desfile mortuorio producido por el virus del H1N1, cuya paternidad se le adjudicaba (en su expresión de fiebre porcina) a los mexicanos a quienes se zahería hasta en los partidos centroamericanos de futbol, no veíamos un fenómeno de contagio masivo de estas dimensiones.

Las dimensiones del huracán y sus efectos eran concomitantes al menos en la imaginación: si su fuerza y capacidad destructiva era la mayor en la historia de la humanidad, las consecuencias de su paso por las tierras costeras de Jalisco y Nayarit, principalmente, deberían ser, por lógica, las más devastadoras de la historia humana. Y no fue así.

Fue un huracán como tantos otros, cuya descripción inicial me recuerda lo escrito por Fernando Martí en su libro “60 horas con Wilma”, una crónica perfecta del meteoro cuya fuerza despedazó Cancún en octubre de hace diez años. “Crónica del huracán más potente de la historia”. Comienza así:

“Inquieto, incrédulo, absorto en su trabajo, el meteorólogo Jeff Masters se ubicó frente a su computadora al caer la tarde del 20 de octubre de 2005, en el frío ambiente otoñal del boscoso estado de Michigan. Director de uno de los sitios de climatología màs populares del Internet, “Wheater undeground”, Masters había estado siguiendo desde su nacimiento la trayectoria del huracán Wilma y, hablando con franqueza, se sentía incómodo con sus observaciones.

“Wilma no se estaba comportando como un huracán normal, si esa expresión tiene sentido…. y, de la noche a la mañana, se había convertido en el huracán más potente de la historia, con un ojo diminuto de dos millas náuticas y una asombrosa presión de 882 milibares, la más baja en 150 años de registros en el Océano Atlántico…

“…Masters sintió un leve escalofrío cuando terminó sus mediciones. Wilma no solo era potente; ahora también era un huracán extremadamente lento, con un hipnótico avance de ocho kilómetros por hora, que abría la posibilidad de que en las siguientes horas se volviera estacionario. Si lo hacía sobre el mar, malo porque los huracanes se fortalecen en las aguas cálidas del océano, para luego descargar esa energía cuando toman tierra. Pero peor, mucho peor, si se mantenía inmóvil sobre el litoral, por el efecto destructivo de los vientos prolongados sobre las poblaciones costeras.

“…Masters apuntó en su “blog”: “Wilma efectuó un giro inesperado hacia el norte y se dirige a Cozumel como un extremadamente peligroso categoría 4, capaz de destrucción masiva. El ojo interior se ha colapsado dejando en su interior un ojo nuevo, enorme, de 40 kilómetros de diámetro.

“…el impacto de Wilma puede se catastrófico en México. Una franja de 50 millas recibirá vientos sostenidos de más de 200 kilómetros por hora, causando un daño increíble. El paso de Wilma durará dos días, provocando mucho más estragos que una tormenta en rápido movimiento. De hecho, la extrema duración de los vientos puede causar el peor daño que jamás se haya visto en un huracán. Y una marea de 11 pies originará terribles daños a las estructuras costeras.

“Con tono sombrío Masters concluía:

–“Wilma puede ser el peor desastre natural en la historia de México”. Y casi lo fue.

Como podemos apreciar en este tipo de asuntos las palabras, nunca, jamás; historia, desastre y otras, son parte del catálogo necesario. La diferencia en el caso de “Patricia” fue la respuesta institucional. Previsión, advertencia, aviso a tiempo, preocupación y ocupación. Protección, responsabilidad.

Todo eso, pero aun así se debe reconocer: los medios, especialmente la radio y la TV, hicieron de esto un orgía de palabras.

Para dolor de todos, las verdaderas tragedias comienzan cuando pasa el huracán…

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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