Quizá por inercia cuando escuchamos la palabra corrupción miramos a otras partes, pero si hubiera un poco de atención, como ahora ha probado la Auditoría Superior de la Federación, veríamos cómo las universidades públicas, son parte de un universo corrupto, en cuyos agujeros negros se escurren cientos y miles de millones de pesos, absolutamente irrecuperables.
Leamos algunos ejemplos. Son denuncias conocidas, publicadas, comentadas, con investigaciones iniciadas, pero de las cuales, con el paso del tiempo, termina por no saberse más. Se diluyen en el mundo oscuro de la impunidad, la molicie y las complicidades, en algunos casos.
“Desde hace cuatro años, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó un modus operandi de corrupción en la que incurren las universidades públicas. Tan sólo en 2015, cuatro instituciones educativas de nivel superior propiciaron un posible daño al erario por 831 millones 141 mil 905.60 pesos, cantidad que representa casi el doble de lo que este año destinará la Secretaría de Educación Pública a Educación Inicial y Básica Comunitaria.
“El modus operandi consiste en simular contratos, incluso dependencias federales otorgan contratos a instituciones educativas de nivel superior que no cuentan con la capacidad técnica ni humana para llevar a cabo las labores acordadas.
“A su vez, las universidades subcontratan a terceros que tampoco cuentan con la documentación que compruebe o dé constancia de que los servicios fueron realizados, lo que ha provocado que la ASF lleve a cabo “auditorías forenses”, pida procedimientos administrativos a servidores públicos, imponga multas a empresas, exija al SAT investigaciones a contribuyentes y presente denuncias de hechos ante la Procuraduría General de la República”.
En condiciones similares puede leerse esta información ya un tanto rancia (febrero de este año), pero cuya vigencia se recobra.
El caso de Enrique Fitch, ex director de Desarrollo Tecnológico de la Universidad Autónoma del estado de México, quien en sociedad con Hugo Manuel del Pozo Rodríguez, ex director de Servicios Financieros de la institución, de maquinó un fraude por casi cien millones de pesos, en el cual quedaron embarrados hasta sus desfalcados clientes de la Universidad de Oaxaca a la cual le jabrían vendido puro aire, disfrazado de servicios tecnológicos.
Ahora, como en el velorio, nadie encuentra el rebozo de la viuda.
La Auditoría ha señalado estos otros datos realmente espeluznantes.
“El informe de la cuenta pública 2015, presentado la semana pasada, revela que cuatro universidades incurrieron en un probable daño patrimonial por 831 millones 141 mil 905.60 pesos al aplicar este modus operandi.
“La Universidad Tecnológica de Nezahualcóyotl incurrió posiblemente en un daño, perjuicio o ambos a la Hacienda Pública Federal por 319 millones 121 mil 103.60 pesos; la Universidad Autónoma de Zacatecas por 219 millones 430 mil pesos; la Universidad Politécnica de Texcoco por 156 millones 505 mil 576 pesos y la Universidad Técnica del Sur de México por 136 millones 85 mil 226 pesos”.
“A ese bandidaje organizado y mezclado entre unas y otras instituciones con falsedad de contratos, empresas fantasmales, servicios inexistentes y demás frutos de la truculencia delictiva, podríamos agregar los hechos meramente políticos, como, los ocurridos en la Universidad de Morelos. ¿Recuerda usted?
“La Universidad Autónoma del Estado de Morelos (Uaemor) y la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) no aprendieron sus lecciones: por segundo año consecutivo, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó que la instancia académica participó de nuevo en el desvío millonario de fondos provenientes de la Sedesol en 2014 y mintió al órgano fiscalizador, por lo que éste decidió multar a su rector, Alejandro Vera Jimenez.
“El año pasado, el órgano fiscalizador descubrió un fraude masivo en la Cruzada Nacional Contra el Hambre (CNCH) operado por la Uaemor y la Universidad del estado de México, las cuales desviaron 845 millones de pesos mediante una red de subcontratistas por la que circulaba el dinero de la Sedesol”.
Como dice el tango, en el mismo lodo, todos manoseaos…
EL NEGOCIO DEL AGUA
En la nueva mitología de los Derechos Humanos, el agua es uno de ellos. En el mundo real es un negocio leonino a partir de una materia ajena y supuestamente común.
De acuerdo con el reporte de Lilia Rodríguez Tapia, jefa del área de Crecimiento y Medio Ambiente de la UAM, Azcapotzalco, publicado ayer aquí, el mero cúbico en el mercado vale 266 pesos con 80 centavos.
Y hay dos mil 140 empresas que venden el agua obtenida del suministro público (vender caro y comprar barato) o –en menor número— de pozos concesionados, lo cual viene a ser lo mismo.
El agua es de todos pero hace ricos a algunos, mientras la ganancia evidente fomenta la codicia y agranda el mercado en perjuicio del equilibrio hídrico. Peor no puede ser.