Bien podría figurar este asunto en los anales de las grandes desgracias humanas contemporáneas.

Es como si de pronto se hubiera desgajado un cerro del tamaño del monte Everest y cubriera de hielo y tierra a miles de personas; como si hubieran desaparecido los Santos Lugares, como si se hundiera Venecia en el mar o se cayera hasta el fondo la Estatua de la Libertad o la libertad misma. Mire usted la dimensión de la tragedia. Bueno, el Holocausto judío, la bomba de Hiroshima, la explosión de Chernobyl o la historia esclava de África son poca cosa junto a esto:

La Comisión  Interamericana de los Derechos Humanos, dependiente la Organización de Estados Americanos, está en la quiebra. Va a despedir a muchos empleados suyos (ojalá encuentren buenos abogados para recibir indemnizaciones conforme a la ley) y todo eso se debe a la avaricia del gobierno mexicano.

El horrible gobierno mexicano cuyas arcas a pesar de haberse abierto como regularmente se hace para cumplir con sus compromisos ante los organismos internacionales, no desea soltar la talega para cubrir los gastos del “relator” especial Mr. Cavallaro, cuya gestión al frente de un “mecanismo” de seguimiento, consistiría en venir a México, por lo menos una vez al mes, para continuar el trabajo de los otros empleados de la CIDH, los infalibles, incorruptibles e intocables, miembros del equipo internacional de expertos a quienes el gobierno de este país les pagó puntualmente sus servicios de “coadyuvancia”.

Esto ha publicado el binomo Cavallaro-Alvarez Icaza. Aquí vale precisar algo, por si usted no lo tiene claro: el secretario de esa bienhechora comisión de la OEA; es el mexicano, Emilio Álvarez Icaza, cuya táctica pasará a la historia continental como la del administrador bajo cuya responsabilidad se presentó la quiebra. O el amago de quiebra.

“Washington, D.C., (CIDH).- La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) atraviesa una crisis financiera extrema que tendrá graves consecuencias en su capacidad para cumplir con su mandato y funciones básicas.

“La Comisión lamenta profundamente tener que informar que el 31 de julio de 2016 se vencen los contratos del 40% del personal y no se cuenta en estos momentos con los fondos, ni con la expectativa de recibir fondos, para poder renovarlos (los contratos; no los fondos, supongo).

“Asimismo, la Comisión informa con profundo pesar que se ha visto obligada a suspender la realización de las visitas previstas para este año, así como de los Períodos de Sesiones 159 y 160, programados originalmente para julio y octubre.

“Resulta alarmante para la CIDH el hecho de que esta situación resultará en el desmantelamiento de áreas esenciales en el cumplimiento de su mandato.

“La CIDH expresa su profunda aflicción ante las víctimas, los peticionarios y las organizaciones de la sociedad civil que tenían planificado participar en audiencias, reuniones de trabajo y otros espacios previstos para las sesiones de octubre (Dios, mío, pobrecitos, quién podrá ahora ayudarlos si hasta el Chapulín Colorado ha muerto).

“Asimismo, la CIDH expresa su extrema preocupación porque la suspensión de las sesiones tiene un impacto directo en la capacidad de la Comisión de avanzar en el procesamiento de las denuncias de violaciones a los derechos humanos, ya que es en dichas sesiones cuando los Comisionados y las Comisionadas analizan, debaten y aprueban informes sobre peticiones y casos.

“Resulta igualmente perturbador el estado de indefensión en que quedarán miles de víctimas de violaciones a los derechos humanos. Será inevitable que el retraso procesal que se estaba intentando reducir vuelva a aumentar y llegue a un punto incompatible con el derecho de acceso a la justicia (esto ya parece el Apocalipsis según San Emilio).

“Asimismo, la CIDH lamenta profundamente estar enfrentada a un escenario inminente de perder a valiosos/as funcionarios/as que han trabajado de manera infatigable en favor de los (/as) derechos (/as) de las víctimas en esa extraña redacción debieron poner/os) , entregados/as a la causa de los derechos humanos(/as) con responsabilidad y dedicación”.

Pero entre tantos lamentos, frente a los cuáles Jeremías resulta un pobre pendejo bíblico, sobresale una mentira de James Cavallaro: México no ha cubierto sus cuotas. Falso de toda falsedad.

México no le entrega dinero a la CIDH; se lo paga (como una contribución habitual) a la Organización de los Estados Americanos.  Y de ahí se le deriva a una comisión interna. Y lo ha venido haciendo con puntualidad.

Pero la soberbia es mala consejera, tanto como la codicia. Los hace actuar como los viejos acridios de la prensa, si no me pagas, te pego. Y si me pagas, también. Son unos vulgares chantajistas.

PITO

Decía la defensa de un materialista:

“No me toque el pito porque me excito”

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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