Quizás hablar de instituciones frágiles sea, en esencia, un contrasentido. Lo institucional; lo permanente, firme, establecido, perdurable, atributos todos ellos afines a la institucionalidad, a la edificación de órganos y procedimientos de larga duración, debería tener una dureza pétrea y ser, quizá como el diamante, transparente y duradero.
Pero en los casos de la neo modernidad; es decir en la operación de estas nuevas instituciones con cuya irrupción en la escena pública se ha querido probar el éxito de la nueva fórmula democrática nacional, las cosas han resultado peores de lo imaginado.
Hoy el Instituto Federal de Acceso a la Información, conocido también como “El templo de la transparencia”, se tambalea como en su momento ocurrió con el Instituto Federal Electoral, aun cuando por razones bien diferentes.
Si recordamos el antecedente de cómo fueron echados a la calle los anteriores consejeros del IFE a raíz del desaseo electoral por cuya turbiedad llegó a la presidencia Felipe Calderón (hasta su expulsión fue considerada como elemento suficiente para probar la vigencia de las irregularidades), no debería sorprendernos demasiado la reciente denuncia de incapacidad o corrupción en torno de varias consejeros del IFAI por cuya conducta se podría removerlos a todos, para no dejar dudas.
Obviamente, las cosas están apenas en el campo de la intencionalidad, pero así se comienza un proceso.
A fines de la semana pasada los diputados del PRI en la Cámara de Diputados (nutrido grupo, por cierto) expresaron su intención de modificar la minuta de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información “con miras a remover a los cinco comisionados actuales del IFAI, dados los escándalos en que se han visto envueltos varios integrantes de ese órgano. (La jornada)”.
Como se recuerda todo comenzó cuando Ángel Trinidad Zaldívar expuso públicamente las razón es por las cuales le negó su voto a Gerardo Laveaga, quien a la postre terminó siendo designado presidente.
Omiso, ignorante, perezoso y dormilón, fueron los menores adjetivos con los cuales el comisionado recibió al nuevo presidente cuya dependencia de Felipe Calderón habría sido suficiente motivo, no solo para impedirle el cargo actual sino hasta para incluirlo en el selecto grupo del privilegio transparente.
Por esas mismas razones muchos vieron desde el principio con muchas dudas la inclusión de una ex funcionaria del Cisen en labores de transparencia, pero la fuerza presidencial de aquel tiempo logró la inclusión de Sigrid Arzt quien fue acusada, en la misma catilinaria de Trinidad, de utilizar su posición para fines personales en un indigno papel de juez y parte (inmoral, dijo ATZ).
De acuerdo con la misma información, el senador Emilio Gamboa habría dicho, por otra parte:
“…Lo que vivimos no es lo que esperábamos de un órgano autónomo, que nos ha costado mucho trabajo, mucho dinero y mucho esfuerzo”.
“A su juicio no se justifica la situación actual que atraviesa el Ifai, un órgano para la transparencia, creado por gestión de la sociedad.
“El coordinador de los senadores del PRI subrayó que la Cámara de Diputados tendrá que ver qué hacen con los comisionados. El diputado Beltrones removió en 2007 al entonces presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, al aprobarse la reforma constitucional en materia electoral. El escenario puede ser el mismo”.
Por esa razón el comisionado Lavega está nervioso. Ha querido indagar entre algunos especialistas en manejo de crisis, cómo se le hace (al menos en los medios) para revertir el golpe seco y contundente con el cual Ángel Trinidad lo mandó a la lona casi como Márquez puso a dormir a Pacquiao. Obviamente es un ejemplo exagerado. Trinidad no durmió a Laveaga. Él se duerme solo, dicen.
Pero quien debe estar un tanto preocupada y con insomnio probable, es la señora Artz pues tras haber inventado la patraña de un “hackeo” a su computadora, ya lee en los medios sobre indagaciones de la Sefupu en torno de su conducta, lo cual podría llevarla a leves problemas, al menos, para conciliar el sueño después de su paseo por Bruselas.
Los órganos autónomos y neo democráticos, cuya pureza cada vez está siendo cuestionada con más frecuencia (recordemos cómo fue retirada del cargo la comisionada de los Derechos Humanos, Mireille Rocatti) nos debería llevar a la reconsideración no la naturaleza de sus funciones sino las formas de su organización.
Convertido en espacios donde las doradas burocracias se asientan como si se tratara de feudos autocráticos los institutos y comisiones del post modernismo burocrático desarrollan una impresentable vitalidad endogámica cuya mejor expresión son sus recurrentes intenciones de expansión inmobiliaria.
Su eficacia se mide en cuántos edificios tienen para el desarrollo de sus funciones, cada vez más onerosas, costosas y limitadas.
La mayor expresión de talento de sus cabezas, sean consejeros o comisionados, consiste en su habilidad de pedir, exigir o negociar aumentos de presupuesto los cuales no se traducen en mejora de sus servicios o funciones, sino en el crecimiento de sus nóminas, flotillas, estacionamientos y burocracia.
CELA
Imposible no recordar ahora, cuando Laveaga ha sido acusado de somnolencia, la historia de Camilo José Cela en sus años de senador.
Como todos sabemos Cela sufrió un puyazo de su colega, el clérigo Xirinacs, quien lo miró cabecear en plena sesión y lo quiso ridiculizar. Obviamente no contaba con la astucia y el veloz talento del gallego.
–¿Está usted dormido?
El Nobel respondió:
–Monseñor, no estoy dormido, estoy durmiendo.
Xirinacs insistió:
–¿Es lo mismo, ¿no?
–No, monseñor, son cosas distintas, le dijo Cela.
–Debería usted saberlo; no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, de la misma manera que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.
¿En el IFAI, están jodidos o están jodiendo?