Obviamente nunca lo reconocerán. Al menos ni lo harán en este periodo cuya finalidad en el último tercio es una construcción interesada, desde el gobierno en pleno, de la prolongación de la doctrina de un hombre nada más, por dos vías: la victoria electoral a toda costa, incluyendo la modificación de las actuales leyes e instituciones electorales (por eso las barbaridades de la inminente Reforma Electoral), y la otra, de más lejano horizonte para su aplicación, la revocación del mandato, prevista para 2027, si fuera necesario.
Y lo será, porque de otra manera la doctrina del referéndum no habría sido impuesta de manera tan enjundiosa por el actual gobierno. No pensaba bondadoso, sumiso a la voluntad popular y arriesgado, al imposible rechazo, en el 2021; pensaba en el 2027, dominado por una incontenible ansia de prolongar la llamada Cuarta Transformación, cuyo resultado hasta ahora más parece una deformación.
Pero si la transformación se basa en una política populista sustentada en imaginarios valores éticos, como ladrillos de una muralla de honestidad y rechazo a la corrupción como forma de vivir y hacer política, el muro muestra grietas evidentes.
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Los muchos casos de recaudación ilegal e ilegítima de sobra conocidos, desde los video escándalos de Bejarano; Imaz, Pío, Martín, León y demás, forman una fisura por donde se cuela el agua de la hipocresía. Ampliamente reconocido ese método hasta por el principal beneficiario, ya no es suficiente la evasiva explicación de los “donativos” o aportaciones, porque precisamente en eso consiste la ilegalidad: recibir aportaciones por fuera de la obligación de registrarlas, explicarlas y conocer su origen.
Otra fisura es el activismo político del secretario de Gobernación, Don Adán Augusto López, quien hace de una (discutible) labor de convencimiento en los congresos locales para una aprobación existente de antemano, y con choques permanentes y coléricos en contra de los gobernadores ajenos a su partido.
La norma de la SEGOB dice (entre otras), sobre estas obligaciones:
“XII.- Conducir las relaciones políticas del Poder Ejecutivo Federal con los órganos constitucionales autónomos;
“XIII.- Contribuir con la persona Titular de la Secretaría, en el ámbito de su competencia, en la conducción de las relaciones del Poder Ejecutivo Federal con las autoridades de los gobiernos
de las entidades federativas, de los municipios o de las alcaldías;
“XIV.- Apoyar a la persona Titular de la Secretaría en la conducción de las relaciones políticas del Poder Ejecutivo Federal que se susciten con los partidos políticos, cuando puedan derivar en procesos legislativos;
“XV.-Diseñar mecanismos de enlace y diálogo permanente con los partidos políticos, para los efectos de la fracción anterior;
XVI.-Instrumentar líneas de acción para promover consensos y acuerdos entre el Ejecutivo Federal y los partidos políticos, que puedan traducirse en acciones legislativas…”
Pero el enlace se ha vuelto divorcio; el diálogo en monólogo de propaganda; la promoción de los consensos es la promoción del disenso y la formulación de acuerdos, en la clarinada para los desacuerdos.
OFFSIDE DIABÓLICO
Esta no es una columna deportiva, pero no me vengan con el cuento “de que la ley es la ley”.
Un par de centímetros alejó al América del campeonato. ¿Fue justo?
Dice el reglamento:
“…Se considera que un jugador está en posición de fuera de juego cuando su cabeza, tronco o pierna (pie incluido) se encuentran, total o parcialmente, en la mitad del terreno de juego adversario (excluyendo la línea central) y su cabeza, tronco o pierna (pie incluido) se encuentran, total o parcialmente, más cerca de la línea de meta contraria que el balón y el penúltimo adversario…
“…No estará en fuera de juego aquel jugador que se encuentre a la misma altura que el penúltimo adversario o los dos últimos adversarios”.
Ya discutirán los ociosos si es lo mismo el pie o la punta del pie o hasta donde se vale «parcialmente».
Por eso el Pachuca les va a pasar por encima.