En los últimos días las buenas conciencias nacionales se han dedicado al más estúpido de los deportes: escupir para arriba.
¡Ah!, cómo se han cebado en Vicente Fox y sus peculiares ideas sobre la mariguana y su auto calificación sobre la calidad de su gobierno. Todos han caído en la trampa como cayeron desde el dramático año 2000 cuando confundieron todo y con voces engoladas y gran contento, cantaban la palinodia de la democracia nacional simbolizada por un hombre cuyas virtudes de entonces son sus defectos de ahora.
¡Ya era tiempo de la frescura!, decían quienes alababan sus botas y su hebillas de ranchero franco y cabal. Cómo se acerca al pueblo sin falsos culteranismos, cómo le habla a la gente en su idioma. Su palmaria ignorancia –demostrada con su pasado de vendedor de refrescos, era en aquel tiempo cercanía y semejanza.
Por fin nos habíamos librado de los políticos engolados y vestidos como agentes de pompas fúnebres. Adiós al acartonamiento, bienvenida la espontaneidad, enhorabuena por su catolicismo de misa dominical en San Francisco, viva, viva el buen corazón de un hombre a quien el amor sedujo y le permitió convertir las cabañitas en su nidito de amor eterno e inolvidable, como hubiera dicho Juanga.
Pero todo eso no solo se le perdonaba, se le admiraba. Lindo el espectáculo de los panistas en la difícil tarea de probarse a sí mismos cuánto lo necesitaban. Y él, ni caso les hacía.
–Con esos monos –me dijo un día– o sin ellos, yo voy a sacar al PRI de Los Pinos.
Y cuando lo hizo no le vieron ni lo negro de las uñas. No tenía defectos todo en su rudimentaria alforja intelectual era cualidad invaluable.
Y así se fueron de bruces todos los “comentócratas” hoy hechos lenguas (hasta aquellos a quienes les dio chambas, chambitas y chambotas) para señalar su rusticidad mariguana, su audacia de ponerse por encima del Patricio y cualquier otra cosa a la cual recurra para seguir en lo suyo: la mercadotecnia ejercida a plenitud y buenos rendimientos, en un país al cual le tomó hace mucho tiempo la medida.
Vicente Fox no tiene un pelo de tonto. Es un vivo de tiempo completo cuya medalla de oro consiste en haber engañado a la mayoría de los mexicanos, asunto, por lo visto, nada difícil. A este pueblo irremediable lo han engañado la Iglesia, la colonia, el porfiriato; los emperadores de opereta, los gringos, los extranjeros, el PRI, el PAN y Vicente Fox. No hay modo.
Hubimos algunos opositores claros en su momento. Hubimos quienes escribimos y hablamos en tono de alarma ante la llegada del cocacolo, pero en ese tiempo nadie nos escuchaba. El mejor argumento para descalificar era llamarnos dinosáuricos.
Muchas de las mejores inteligencias de mi generación (como dijo Ginsberg de la suya) sucumbieron a la fantochada permanente de la campaña de Fox. Alababan su originalidad y su buena factura mercadológica, pero no se permitían mirar detrás del telón. Era un vulgar teatro de títeres manejado por Vicente y los suyos en plan de genios absolutos.
Quienes hoy se quejan de las audacias de Fox y su centro abajeño, no deberían hacerlo. Con sus votos lo convirtieron en presidente de México. Cuando lo era, todo le permitían, todo le festejaban y nada le censuraban. Y tan fueron así las cosas como para lograr el impulso de otro esperpento: Felipe Calderón, lo cual ya fue el choro fuera del bacín.
Fox ha logrado con dos declaraciones ponerlos de nuevo cabeza abajo. los trae locos con cosas absolutamente lúdicas y jocosas para su infantiloide sentido del humor. Me lo imagino muerto de risa con su esposa:
–Mira Martita, mira cómo los traigo.
Indudablemente un hombre de enorme inteligencia. Tanta con para sobresalir entre 114 millones de mexicanos con sólo tronar los dedos.
PLAGIOS
Todo mundo conoce la relación cercaba entre el académico (RAE) Arturo Pérez-Reverte y Sealtiel Alatriste. Tanto como como para bautizar así a su personaje de frondas y floretes.
Hoy ya tienen estos dos hombres de pluma más razones para su cercanía: la Audiencia Provincial de Madrid, ha condenado Pérez Reverte a pagar 200 mil euros (cerca de claro millones de pesos) por plagiarse un guión. En literatura plagio es sinónimo de robo vil. Nada más y nada menos. Robarse una idea, un desarrollo, un argumento, un planteamiento: un soneto o una opera y presentarlo como ida propia. . Lo mismo da.
Vale la pena esta nota de ayer:
“El guionista y director de cine Antonio Gónzalez-Vigil ha pedido públicamente el cese como académico de la Real Academia Española de Arturo Pérez-Reverte, condenado por plagiar el guion de la película ‘Gitano’, estrenada en el año 2000.
“En una rueda de prensa convocada por Gónzalez-Vigil, el director cinematográfico lamentó que en los medios de comunicación no se haya informado sobre el hecho de que la sentencia que condenó por plagio al autor de ‘El club Dumas’ es firme.
“Esto ocurrió, según señaló el cineasta, en noviembre del pasado año, cuando los representantes legales de Pérez-Reverte aceptaron la sentencia e iniciaron los pagos del dinero que el escritor fue condenado a pagar y que finalizaron el pasado abril, hasta el total de 212 mil 528 euros con 94 céntimos. Eso de los céntimos debe doler, debe doler…