De pronto a este país le entran las urgencias oratorias.
Polémicas, discusiones, foros, programas de televisión “Discutamos México”; discursos, planteamientos, exégesis, análisis y cuanto hay, todo enfocado a bordar con palabras el vacío. Los discursos se contestan con diatribas y los incordios se resuelven con dicterios.
¡No pasarán!, le dice la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, a las iniciativas de Felipe Calderón como si fuera Octavio Paz frente al avance fascista en la guerra española del 39.
Y frente a esas palabras y como consecuencia de ellas, el presidente de la república, instalado en el puente de mando del destartalado portaviones de su partido (sin aeroplanos y en dique seco), revira con una enjundia digna de su famosa mecha corta:
“Quien piensa que los ciudadanos son incapaces de distinguir lo que les beneficia de lo que les perjudica parte de una falsa premisa. El esfuerzo de transformación debe estar encabezado por los ciudadanos. Si la resistencia viene de los aparatos burocráticos partidistas, deben ser los ciudadanos los que rompan tales aparatos”.
Resulta muy difícil comprender cómo desde el Poder Ejecutivo, la “más instituida” de las instituciones nacionales, el Presidente convoca a los ciudadanos a una versión contemporánea de la “toma de la Bastilla” para romper los “aparatos” (considero esta mecánica expresión como sinónimo político de partidos) y lo hace precisamente en una sesión plenaria de su aparatoso partido.
¿Cómo se rompen los “aparatos”? ¿Obligándolos a desaparecer o desapareciéndolos por decreto? Averígüelo, Vargas.
Felipe Calderón ha caído desde mi punto de vista en una situación inconveniente para un presidente: se ha encolerizado ante la negativa inicial de un grupo cuyas decisiones (tomadas de antemano) tendrán el ropaje político de todo este foro. Ha embestido con furia ciega sin reparar en la posibilidad de una mano hábil capaz de levantar el capote y estrellarlo en el burladero.
Es como si temiera ver repetida la lección de aquellas largas sesiones de análisis (a veces con los mismos actores) cuyo resultado fue apropiarse de una reforma energética, convertirla en una modificación administrativa de Pemex y dejarlo (dirían los castizos) con un palmo de narices.
A lo mejor por eso Manlio Fabio Beltrones se vio forzado a precisar:
“…sí me gustaría que quedara la sensación que estamos iniciando un proceso legislativo que, no por la no aceptación de la totalidad de los puntos que se proponen por parte de las diversas iniciativas, se inician también procesos de intolerancia, en lo que será la dictaminación de la mejor reforma política que obtengamos hasta el momento”.
Y en ese mismo sentido, evitar la confusión entre el análisis y el dictamen final, el debate y el término del proceso parlamentario, fue necesario puntualizar algunas cosas como, por ejemplo, la clausura de los congeladores legislativos, cuya existencia tanto preocupó al presidente Calderón.
Tanto como para decir esto: “mientras esto no ocurra, mientras los temas más críticos del país se guarden y se archiven por meses y por años, el ciudadano seguirá sufriendo una permanente estafa en la falta de decisiones de quien lo representa”.
Beltrones, en torno de estas iniciativas preferentes, había dicho:
“…¿hablamos de iniciativa preferente? ¡Si ya es una minuta que este Senado ya envió a Cámara de Diputados!, complementada además con el veto de bolsillo, para que entonces sí tenga un equilibrio, lo que es la relación entre los dos poderes”.
Por otra parte, han habido cosas maravillosas en ese foro senatorial. Como se invita por cortesía a veces se deben soportar verdaderas boberías o frases inconexas.
No lo fatigo con el rosario de lugares comunes y la blandura de algunos argumentos, pero lea usted algunas frases de ese monumento a la nada llamado Amalia García, gobernadora de Zacatecas para felicidad de los zacatecanos… en Los Ángeles.
“La antipolítica no busca el diálogo ni la persuasión, la antipolítica es el rechazo de lo que existe. Pero lo que requerimos es poner en el centro el fortalecimiento de las instituciones republicanas de la democracia contemporánea…” (Caraxo).
TRADUCCIÓN. Jean Claude Colliard, doctor por la Facultad de Derecho en el Instituto de Estudios Políticos de París, no habla español. Necesitó una traducción simultánea. Y dijo:
“Estoy un poco perplejo en cuanto a mi intervención de esta mañana, puesto que el programa de la mesa redonda se refiere a la reelección inmediata de los legisladores y de los munícipes. Pero la invitación del presidente Beltrones me proponía hablar también de la segunda vuelta…”.