La velocidad de Morena

–¿Te diste cuenta del símbolo?, me preguntó un  amigo el lunes por la tarde.

–¿Cuál?

–Andrés Manuel se quedó, ahora sí por tres años, con el Zócalo y el Paseo de la Reforma, donde hace tiempo puso a la ciudad en jaque con una mega protesta electoral. Impuso a Ricardo Monreal y le arrebató al PRD y en términos generales al sistema, hasta el Palacio Nacional. Y el PAN, se quedó con Los Pinos”.

–Si, pero también me di cuenta de algo –respondí ante tanto entusiasmo–, Clara Brugada sólo ganó cuando tuvo a “Juanito”. Sin  Rafael Acosta, el palero más famoso de nuestra historia, no pudo llegar a Iztapalapa”.

–Bueno, pero de lo demás…

A ver, ¿Qué es lo más importante de las elecciones?

Lo más importante de las elecciones fueron las elecciones y su demostración de la utilidad para elegir. Y viva Pero Grullo.

“Hubo comicios en lugares donde se pensó imposible y  todo transcurrió sin un descalabrado excepto por pequeñas cosas sin mayor trascendencia. 

Después, para la gente del sistema vigente, cuyo temor era el uso electoral como un referéndum contra  el presidente de la República, pues pasaron cosas notables para su partido.

Por lo menos conservó la mayoría con sus aliados en la Cámara de Diputados y, después, ganó las votaciones en Oaxaca y en el Estado de México, en su estado pero en el estado más contrario a sus proyectos, sobre todo al proyecto educativo, pues ahí ganó el PRI.

Todo mundo  ha dicho sobre el reacomodo de las fuerzas políticas, para una transformación de los equilibrios y en algunos casos, yo diría, de los desequilibrios.

¿En dónde se presenta el mayor desequilibrio de todo el proceso electoral? 

En Nuevo León. Lo ocurrido con el señor «Bronco» requiere más análisis, pero  en principio  yo no comparto el entusiasmo por esta victoria aparentemente independiente.

Y no lo comparto por dos razones: porque la independencia en política no existe, un político solo no puede hacer absolutamente nada. 

Entonces, llegar a esa posición, a partir de las llamadas  las candidaturas ciudadanas, me parece algo digno de análisis, porque no son un invento propio.

Pero en fin, eso lo hablaremos después, pero ahí veo yo la mayor expresión del desequilibrio. Las fuerzas políticas regulares, partidistas, quedan hechas a un lado, yo diría quedan despedazadas.

La ventaja del «Bronco» fue abrumadora, fue espantosa, el 45 por ciento de los votos, es como el partido de Alemania – Brasil en el mundial, es una golpiza espantosa.

Y bueno, quien haya aprovechado el desencanto ciudadano para estimular una candidatura aparentemente ciudadanizada también, lo hizo con una gran maestría de propaganda y de persuasión política.

Ese es un enorme logro que no hay que regateárselo ni al «Bronco» ni a sus promotores, porque hicieron las cosas de una manera absolutamente brillante.

Y en el caso del PRI, visto como el partido al cual muchos de los orgánicos y los no orgánicos esperaban ver reducido al cero, bueno pues de nueve gobiernos se queda con cinco (hasta ahora, si las cosas no cambian).

Es una proporción insuficiente para sus aspiraciones, pero es una proporción notable de  la verdadera fuerza de ese  partido el cual tiene a partir de hoy, frente de sí dos grandes enemigos, si quiere repetir en la presidencia de la República.

Uno de sus grandes desafíos es revertir los pasivos del Gobierno y no convertirlos en lastres electorales y el otro es cómo van a frenar, por un lado a los independientes y por el otro lado a Morena, cuyo crecimiento, tomando en cuenta el poco tiempo de su existencia como organización política, es impresionante, lo que hizo Andrés Manuel es impresionante.