Los partidos son, en principio, agrupaciones políticas de personas con identidad ideológica cuyo fin es buscar y conseguir el poder. En teoría son solidarios; camaradas, compañeros, auxiliares, afines, amigos, correligionarios, cofrades y todo cuanto más se quiera. En la vida real son competidores internos cuya vida común es posible por el supremo valor de cualquier organización colectiva: la disciplina.

Pero muchos han llegado, en muchísimas ocasiones, a negarse a cumplir con ceguera y abyección  una disciplina cuyo resultado jamás los favorece o traiciona principios o niega oportunidades. Entonces vienen  las defecciones, las rupturas, las escisiones. Así ha sido a lo largo del tiempo y será de esa manera por los siglos de los siglos.

Por eso se han inventado recursos cupulares para evitar los desgajamientos. Se les ha llamado pomposamente “pactos de unidad”, lo cual significa en lengua llana: no harás olas si la decisión no te favorece. Acatarás, cumplirás y esperarás una oportunidad, no importa si ya te sentías o creías o te habían hecho imaginar una candidatura, un cargo, un puesto, una oportunidad.

La inestabilidad del sistema político y el cuestionamiento de su previsora sabiduría, quedaron  en entredicho cuando un  grupo no demasiado grande de militantes, decidió convertir la llamada “Corriente democrática” del PRI en una marejada de la cual se derivaron los más organizados y eficaces grupos de la izquierda con las consecuencias electorales ya conocidas. Si ahora esa fuerza histórica se ha desperdiciado en pugnas internas (otra vez generadas por la indisciplina ambiciosa), es otro asunto, pero en el fondo la materia prima es la misma: el divorcio entre la realidad y el deseo.

Hoy tras una declaración ufana y casi pedagógica de Manlio Fabio Beltrones en torno de la Unidad, como valor supremo en la selección de los candidatos y con los buenos resultados obtenidos en varios procesos, aparece el brote de la rebeldía: Carlos Joaquín le rompe en la nariz la credencial a Beltrones y se sale del PRI harto de los abusos de Borge, el caciquil (des) gobernador de Quintana Roo quien hacer todo lo posible por entregarle el estado a sus opositores quienes a fin de cuentas quizá ni lo son tanto.

Por ahora sólo queda acusar el golpe y salir del lance con  airoso paso, como ha hecho Manlio Fabio Beltrones con este comunicado:

“El CEN del PRI lamenta la decisión del licenciado Carlos Manuel Joaquín González de renunciar a su militancia en el Partido Revolucionario Institucional, misma que dio a conocer por escrito al presidente de este instituto político, Manlio Fabio Beltrones Rivera.

“Como es del conocimiento público, la Constitución vigente en el estado de Quintana Roo, establece que el proceso electoral inicia el 15 de febrero y será en fecha posterior, cuando el CEN emitirá la convocatoria para que se inscriban los aspirantes a contender por la candidatura de nuestro partido, de este proceso saldrá el nombre de quien nos representará en las elecciones del próximo 5 de junio.

“El PRI es el partido de la legalidad y como tal no puede forzar los tiempos ni actuar conforme a los deseos, emociones u obsesiones personales de ninguno de sus militantes para tomar decisiones apresuradas, fuera del marco de la normatividad que guía la vida interna de nuestro partido y el proceso electoral en su conjunto”.

En los toros eso podrían ser una revolera más o menos lucidora, pero el tema no son las obsesiones personales de los militantes sino la imaginaria condición de una pétrea y monolítica unidad, ahora resquebraja al menos en ese proceso. Es obvio: nadie se sale de un  proceso cuando ya ha concluido, todos quienes defeccionan, lo hacen cuando ven limitadas sus oportunidades de ganar en él.

Lo demás es confundir la gimnasia con la magnesia.

PENCHINA

Nadie le puede regatear al político hidalguense  David Penchyna su destacada labor en los procesos legislativos para sacar adelante la Reforma Energética en el Senado. Estudió, debatió, peleó y le dedicó horas y horas al asunto. Su interés, como el de cualquiera en esa posición y oportunidad, era la candidatura para el estado de Hidalgo. No la obtuvo. Omar Fayad se quedó con el “Jack pot”.

Formal y sin convicción, Penchyna se plegó a la decisión del partido con todo y su entripado evidente. Ni tosió ni encrespó el oleaje.

Por lo corredores se soltó otra especie, podrían darle a dirigir la maltrecha empresa nacional, Petróleos Mexicanos. Tampoco.

¿Y ahora? Nadie sabe. En los días corrientes sólo queda para él la ingratitud o un puesto siempre menor comparado con los otros. Hasta hoy.

–0–

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta