Presentan los panistas una imagen, sólo una imagen, una efímera e insuficiente fotografía en favor de la unidad.

–¿Qué hora es?, preguntan algunos.

La respuesta es casi amorosa: horario de unificación. Pero todo es un soplo, un puño de aire, una tiesa escena con motivo de una candidatura en torno de la cual se debe aparentar. Imagen, apariencia; puras subjetividades, oropel puro. La otra es la realidad.

Una cosa es la unidad y otra la uniformidad. No son iguales las actitudes a los intereses.

Convocaron los azules a sus más notables caciques ideológicos y pragmáticos, como don Diego Fernández de Cevallos o Felipe Calderón.

Sacaron del armario a la señora Vázquez Mota y todos juntos, pero mal revueltos, se enfilaron por los empedrados queretanos para celebrar, junto con Ricardo Anaya; prometedor y carismático, la candidatura de Francisco Domínguez, el rudo senador cuyos desplantes en Reforma e Insurgentes  lo hicieron conocido por entrón y pendenciero.

Quizá llegue a ser este Domínguez tan famoso, por distintas razones, como en su tiempo lo fue el corregidor Miguel Domínguez quien en el lejano siglo XIX logró sitio en la historia por los oportunos soplos de su señora esposa doña Josefa (soplos como avisos no como caminos al deliquio, no se confunda), quien supo de la conjura descubierta y logró poner sobre aviso a los futuros padres de la patria sobre cómo el poder real los había sorprendido con riesgo de su incipiente revolución y hasta de sus vidas. Pero hay cosas en la ruptura panista imposibles de corregir. Ni Don Miguel ni doña Josefa, los podrían ayudar. ¿Regir o corregir?

Pero no son estas lecciones de historia ni tiene ahora importancia el abultado y siempre presente bulto occipital de doña Josefa en el imaginario de nuestra iconografía, pero peinada y de chongo lleva ya su candidatura Francisco Domínguez quien logra el milagro de reunir bajo el mismo techo a Gustavo Madero y a Felipe Calderón quienes ni se funden en un abrazo ni se confunden con una camaradería siquiera superficial.

–“Vine a apoyar a un candidato”, dice Calderón cuyo respaldo quizá funcione dentro del Partido (o una parte del Partido), pero no más allá, pues a pesar de los autoelogios a cuya aplicación  es tan proclive, no son ya muchos los mexicanos quienes lo recuerdan con cariño, como decían de aquel mítico personaje de la canción ranchera a quien apodaban “Charrasqueado”.

Pero deja Don Felipe la puerta abierta para futuras intervenciones políticas:

–Ya habrá tiempo  de abordar los temas del partido que son preocupantes, pero por lo pronto estamos en campañas y hay que apoyar a los candidatos y a los militantes que están haciendo un esfuerzo extraordinario.”

Vaya cosa, las campañas apenas comienzan y ya es extraordinario el empeño. ¿Cómo será cuando avance el pedregoso camino de la conquista del voto?

Como sea Don Felipe se ha hecho presente y ha vuelto al escenario tan caro a su historia personal. La actividad partidaria, el mitin, el templete y el magnavoz así sea para decir nada, para eternizarse en los lugares comunes del aliento a los candidatos.

–¿Qué hora es?

La hora de avanzar, de ganar, de salir a la arena, de luchar por conquistar la preferencia ciudadana en este Querétaro tan favorecido por los gobiernos panistas cuya gestión fue limpia digna, profesional, honesta y bla, bla, bla.

PREGUNTA

Y si alguien pregunta por la hora, otro podría preguntar por la fecha.

–¿Hace cuánto tiempo MVS debió escribir  estas líneas ahora divulgadas?:

“…como empresa no podemos aceptar condicionamientos  y ultimatos de nuestros colaboradores. El diálogo, no se atiende imponiendo condiciones, sino escuchando a las partes y tratando de alcanzar acuerdos”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta