Mientras el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova Vianello, teorizaba en la cátedra Francisco I. Madero sobre la concentración del poder en los términos abajo dichos, otras cosas ocurrían en el arranque del año electoral:
“…Pienso, por ejemplo, en la desafección con las instituciones democráticas. Pienso, por ejemplo, en el desencanto con los resultados que nos han dejado los gobiernos democráticamente electos y que no han sido capaces de enfrentar y resolver los grandes problemas estructurales de nuestro tiempo: la desigualdad, la pobreza, la inseguridad, la corrupción, la impunidad.
“Hoy se suman justamente los desafíos que trae la pandemia, pero estos desafíos también, como lo hemos visto peligrosamente en algunos regímenes, cuya calidad democrática hoy está en entredicho, han provocado fenómenos de centralización del poder…”
La centralización del poder vendría siendo un sinónimo de la concentración y ésta una forma simple de referirse al autoritarismo, despotismo, el cesarismo, la autocracia, el absolutismo y finalmente, la dictadura.
Pero esos son conceptos de ciencia política y la política a veces sirve para entender la historia o estructura del poder, pero no para lograrlo y mantenerlo. Para eso no hace falta la ciencia –ha dicho un clásico–, sino el instinto, el activismo y la persistencia movilizadora. La agitación cotidiana.
Y en ese sentido se deben leer las recientes declaraciones del Señor Presidente, en respuesta al desafío de “otredad”, planteado por los gobernadores del PAN y su auto designado papel de custodio de la contienda electoral del próximo año.
“…Vale más decirlo desde ahora para que no estén pensando que nos vamos a quedar callados, el compromiso es: la Presidencia de la República no va a permitir que el dinero del presupuesto federal se destine a favorecer a ningún partido, a ningún candidato, pero también la Presidencia de la República va a estar pendiente de que se garanticen elecciones limpias y libres, y que no se utilice dinero sucio en las elecciones…”
Ese compromiso presidencial prácticamente hace de lado al INE y le dicta sugerencias a la Fepade de la FGR, cuya autonomía resulta solidaria, dado el origen de José Agustín Ortiz Pinchetti uno de los allegados incondicionales de toda la vida del Señor Presidente.
Pero en cuanto a la dicha fiscalía, quedan estos señalamientos:
“… Y además existe la fiscalía electoral y es delito grave el fraude electoral…
“Y si se meten y se demuestra que se está utilizando dinero público o está interviniendo el gobierno en las elecciones, el responsable tiene que ser castigado y yo estoy obligado a denunciarlo y lo voy a hacer, porque otro de los compromisos que tenemos como parte fundamental de la transformación es acabar con los fraudes electorales, garantizar que haya democracia, que el pueblo elija libremente a sus autoridades…”
Y con este remate:
“…José Agustín Ortiz Pinchetti es un hombre recto y estoy seguro de que no va a permitir ninguna violación al sufragio, que va a hacer valer el sufragio efectivo, voto efectivo, que efectivamente el pueblo elija de manera libre a sus autoridades. Lo mismo Alejandro Gertz, que es el fiscal general….”
En esas condiciones nadie podrá llamarse a engaño.
El gobierno federal –y no podría ser de otra manera, pues ha jurado cumplir y hacer cumplir la ley–, vigilará, con tantos ojos como los de una mosca, las elecciones del próximo año en las cuales las casas de encuestas ya le entregan más de once gobiernos estatales a Morena y una enorme cantidad de votos en la Cámara de los Diputados.
La única pregunta ahora es si desde el centro se fiscalizarán todos los gastos de los gobiernos estatales, bajo el supuesto de desvíos electorales, o si con este motivo (o pretexto), se limitara la ministración de partidas en el reparto fiscal tan cuestionado precisamente por quienes ahora son sospechosos de futuros desvíos electoreros.
Enrique Alfaro –para usar términos del boxeo–, no llegó en su pleito frontal con el Presidente, ni al segundo round. Su principal acusación fue la misma de las teorizaciones de Lorenzo Córdova arriba consignadas: la centralización del poder.
Y por lo visto los gobernadores de Acción Nacional van por el mismo camino. El GOAN, está herido desde ahora: han sido señalados como politiqueros y separatistas; sobre ellos pende la espada de Damocles del fraude electoral.
Quizá entre todos sí lleguen al tercer asalto, pero este pleito lo van a perder. Ni soñar siquiera en una reunión grupal con el Ejecutivo.