No ha sido la única vez. En varias ocasiones es desde el año pasado el presidente ha hablado de un relevo generacional en la presidencia de la República, con lo cual ha entregado una clave precisa para cuando deba escoger a su sucesor.
Deberá ser, obviamente, menor, pero no tanto como para pertenecer a otra generación; es decir quince o veinte años más joven. Los únicos generacionalmente menores, son Zoé Robledo (42) y Luisa María Alcalde (33) o Arturo Herrera (54).
Quizá haya otros, pero esta es mi lista. Como la del presidente es la suya.
Pero ni De la Fuente (69), ni Esteban Moctezuma (66) pertenecen a otra generación. Tampoco el “innombrado” (no es igual a “innombrable”) Ricardo Monreal (60).
Así pues, el presidente de la República, experto en jugar con el atole y el dedo, mantiene entretenidos a los interesados, se burla de sus opositores huérfanos de figuras con peso, y evade cosas importantes, quizá porque esas no se someten a los controles de su voluntad.
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El gobierno, simplemente, no puede con los asuntos serios y opta, entonces, por divertirse con las conjuras, cábalas, adivinanzas, charadas, juegos de palabras, falsas pistas y demás eutrapelias.
Eutrapelia quiere decir, “discurso, juego o cualquier ocupación inocente que se toma por vía de recreación honesta con templanza”. Y así lo juega nuestro eutrapélico y evangélico señor presidente. Con prudencia y con templanza.
Visto así el panorama hay una persona de edad intermedia: ni tan mayor como para la contemporaneidad precisa, ni tan joven como la señorita Alcalde, por ejemplo.
Es Claudia Sheinbaum, quien, a pesar de su lozanía y elegancia, buen porte y mejor figura, ya tiene sus buenos 59 años (aunque en verdad parece como de 58), lo cual la coloca cerca (nada más en eso), de Ricardo Monreal, quien no ha sido mencionado por el presidente quien ha hablado sólo de sus empleados en el gobierno, entre los cuales ha mencionado, en dos ocasiones, a la señora Tatiana Clouthier, quien tienen 56 años de edad. Y nada más.
Eso del relevo generacional resulta simple. Lo menos fácil de entender, es por qué el presidente habló anteayer de “sustitución”, en lugar de sucesión. Es como si hubiera leído el famoso libro “Panchito” Madero, “La sustitución presidencial”.
Pero una cosa es suceder y otra sustituir. Se sustituye a un presidente cuando se enferma o se muere (Dios nos libre), no cuando termina su periodo constitucional.
“–¿Quiénes pueden sustituirme?
“Bueno, pues primero hay que tomar en cuenta que va a ser el pueblo el que va a decidir.
“Ahora, del flanco progresista, liberal, hay muchísimos, como Claudia, como Marcelo, como Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle, bueno, muchísimos, afortunadamente hay relevo generacional.
“Y yo voy a estar aquí hasta…
“Y eso si el pueblo lo decide, porque voy a una consulta en marzo el año próximo. Y eso no me preocupa mucho porque sé que la gente me va a mantener el apoyo, me preocupa más la ciencia y el Creador, lo que permita la naturaleza y el Creador, eso para terminar en septiembre y retirarme…”
¿La ciencia? Cuando se habla del futuro, la ciencia se relaciona inmediatamente con la salud. O con la enfermedad. ¿Tiene el presidente algún mal preocupante cuya solución dependa de la ciencia?
Mun pocos lo sabrían si eso fuera así. Jorge Alcocer, uno de elllos.
–¿Algo tan grave como para unir en el discurso polírico a la ciencia con la voluntad divina?
Pues eso parece, porque ya cuando con insistencia (tampoco es la primera vez), nos dice cómo espera la divina decisión e invoca los designios del creador, nos aparta de las cuestiones terrenales y nos lleva al campo metafísico donde mora el Ser Superior, si en verdad existe,,en contra del dicho blasfemo de Ignacio Ramírez, uno de su liberales favoritos.