Fin de semana con Rafael Cardona
Por si algo faltara para ensombrecer aun más el panorama político en Sonora cuyo ámbito se ha manchado para siempre con el asesinato negligente de los 47 niños de la (ahora) súper protegida guardería ABC, se comete un atentado en contra de un conocido opositor al gobierno de Eduardo Bours quien a la par del secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont nos obsequia una pendencia grotesca cuyo enredo los lleva a los dos a terrenos intolerables.
Instalado en custodio o ángel guardián del Presidente de la Republica, el secretario Gómez Mont ha mezclado las peras con las manzanas y se ha erigido en ocasiones en fiscal; en otras en abogado y en varios momentos en agente protector del jefe del Estado
No le acepto el tono altanero, ha dicho sólo para escuchar del sonorense bronco y engallado el calificativo de trompudo sin recursos. Ahora se aguantan, ha dicho ese caballero quien desde el gobierno de Hermosillo se siente casi como una resurrección de Pedro Infante a quien cita como su ejemplo en la franqueza y la mirada directa. ¡Acabáramos! con los complejos.
Y en medio de este sainete de comadres la justicia no aparece; las cosas van a dar a las manos de Eduardo Medina Mora, Procurador General de la República, cuya imprudencia lo llevó desde los primeros días, cuando las investigaciones se compartían con la procuraduría sonorense, a dictar una sentencia lejos de sus atribuciones.
Nadie ira a la cárcel ha dicho, se trata de delitos no graves.
Solamente en este país el incendio y asesinato de 47 infantes puede ser visto a priori como algo leve. Obviamente ninguno de esos niños era su hijo o su nieto.
Pero la sombra del crimen llega una vez más a Sonora. El candidato de Acción Nacional por el distrito 07 con cabecera en Navojoa, Ernesto Cornejo Valenzuela (a quien algunos llaman el preso político de Bours) fue atacado durante un acto de campaña. Dos de sus acompañantes murieron y tres personas más (entre ellas una menor de edad) quedaron lesionadas.
Cornejo fue atacado en el centro del municipio del cual fue edil hasta hace unos meses cuando pidió licencia para contender por un cargo legislativo, lo cual facilita enormemente el linchamiento mediático convocado por el PAN en desagravio del Presidente.
Y eso nada más por sin algo faltaba en este enredo cuya primera consecuencia es probar cómo nada funciona correctamente en el México de la neo democracia. Ni la seguridad ni siquiera las computadoras a las cuales no tiene acceso inmediato el director del IMSS, Daniel Karam siquiera para ofrecer un listado de quiénes son los beneficiarios de la operación privada de las guarderías.
Desde el Seguro Social nadie quiere esclarecer las cosas. Más bien se ofrece la apariencia de proteger a los concesionarios.
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Pero mientras eso sucede el Presidente de la República, Felipe Calderón, utiliza cualquier suceso para reforzar la validez de su combate a las drogas y la muerte de Michael Jackson le resulta oportunidad caída del cielo para advertirle a la juventud de los peligros inevitables del consumo de drogas y el infierno de las adicciones.
Poco antes del dictamen forense definitivo, el licenciado Calderón avizora la causa de la muerte por fatalidad consecuente con a las adicciones del bailarín y cantante, y les recuerda a los jóvenes cuáles son esos riesgos. Y con ello refuerza su actitud y justifica su empeño.
Eso mismo hizo Germán Martínez en el debate de la televisión el jueves pasado. No lo llamaremos (como a Jackson) el “Rey del Pop”, sino “El Rey del Bluff” en el debate de la televisión el jueves pasado
Va a Televisa con el primer asalto perdido. Su estrategia de evitar a dos adversarios y polemizar nada más con la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, se estrella en el principio democrático de la equidad en las contiendas y forzado a aceptar el trío, se sube al ring con puros elementos de justificación y promoción de las fallidas políticas públicas por lo cual Beatriz y Jesús Ortega, líder del PRD; le arrean una inclemente sopapina.
Nervioso, con la boca seca y los labios blancos, Martínez llegó acompañado entre otros por uno de sus “seconds”, Roberto Gil, quien si se hubiera permitido en el formato de la tele podría haber arrojado la toalla.
Beatriz Paredes, quien no estaba en su mejor forma (había sufrido una baja de presión arterial antes de la emisión, producto de sus muchos vuelos en días recientes), se vio a pesar de todo certera y contundente.
Ortega le demostró a Martínez el fracaso de la estrategia militarista contra el tráfico de drogas nada más con las cifras cuya evidencia muestra cómo durante los años del panismo ha aumentado el consumo.
Y los certeros ganchos al hígado con la grave cuestión económica y el fracaso en la promoción del trabajo, fueron coronado con el dato de lo evidente: la promesa del candidato del empleo se volvió la realidad del presidente del desempleo.
Después, la paliza por la alianza con Elba Esther cuando Germán atacaba a los monopolios sindicales.
Y como remate el “lapsus” del moderador del incruento debate, Joaquín López Dóriga quien llamó a Martínez, Germán Ortega, como el cómico.
La diferencia estratégica en esta polémica fue muy simple: Beatriz y Jesús iban en nombre de sus partidos y en pos de los votantes; Martínez iba a presentar un examen profesional para ver si su único sinodal, Felipe Calderón, lo aprobaba. Si se pudieran calificar como en la escuela GMC se lleva a mi juicio un mediocre cinco y sus oponentes ambos cerca del ocho.
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Pero las campañas llegan a sus puntos culminantes esta semana. Las limpias, las sucias; las vacías y las plenas. En el ánimo de miles de personas (vamos a ver si llegan a millones) se agitan los ecos y las sugerencias por la anulación del sufragio con lo cual se plantea una nueva forma de protesta: el sabotaje al proceso electoral, pero de buen modo, con una cierta dosis de responsabilidad ciudadana.
No es lo mismo ser un irresponsable abstencionista a presentarse ufano como un responsable anulista aunque a los primeros nadie los insulta pues no tienen rostro en los medios y a los segundos hasta Vicente Fox les echa en cara su proclividad a las “jaladas”. Y no han de ser de orejas los jalones, ¿verdad Chente?
Pero ser anulista (onanista) es otra cosa. Nada de dejar tirada la urna en los barrancos del desinterés; todo lo contrario. Es tanta la preocupación política como para diseccionar el voto en la metodología de una protesta en blanco o en la inscripción en la boleta de un nombre real o imaginario.
–¿Cuantos votos va a ganar Esperanza Marchita?
No hay siquiera una posibilidad de calcularlo aun cuando los “ideólogos” contemporáneos ya nos han dicho cuál podría ser la novedad en este proceso: contabilizar los votos anulados deliberadamente; cuantificar la protesta; medir las dimensiones del desencanto.
Pero esta propuesta no dejar de ser en el fondo “light”. Un poco de irritación en la conciencia social, la deliberada punta del iceberg de la decepción.
Sin embargo otros se han dado a la tarea de medir lo mensurable. Para eso están las casas encuestadoras; los buzos en la profundidad de las intenciones, los arúspices del instante, los fotógrafos del momento social.
En la página viva con fecha 25 de junio, en la cual “Consulta Mitofsky” da a conocer sus mediciones del mes anterior, se consignan estos datos con los cuales será necesario especular, pues ya no da tiempo para divulgar otra medición mensual.
“…A pesar de que la contienda por los votos aun está fuerte entre el PAN y el PRI, cuando hacemos escenarios de posible composición del congreso, en la segunda contienda, la de los diputados, las preferencias hoy nos muestran que el PRI es quien más diputados tendría en la próxima cámara de diputados, sin mucha pelea.
“El número de diputados del PRI podría fluctuar entre 210 y 238, lo que de entrada representaría tener más del doble de los que logró hace 3 años y estaría en concordancia con el resultado de hace 6 años (en este grupo de posibles diputados, se consideran aquellos que logre ganar la alianza PRI-PVEM).
“El PAN en este escenario, TENDRÍA ENTRE 148 Y 171 DIPUTADOS, también en el rango que alcanzó en 2003 y que en caso de concretarse significaría una disminución de entre 35 y 58 diputados respecto a 2006. El PRD, que hace 6 años alcanzó 97 diputados, muestra un intervalo probable de 80 a 93 para la legislatura 2009-2012”.
Pero esos datos, si las tendencias no se modifican, si el caso Sonora llega a tener una trascendencia electoral más allá de la localidad donde ocurrieron los gravísimos hechos a los cuales nos referiremos en líneas más abajo, el Partido Acción Nacional estaría en riesgo de ver al gobierno de Felipe Calderón reventar como una burbuja.
En la Cámara de Diputados hay 500 bancas. Las dos terceras partes pueden hacer modificaciones constitucionales, ya no se diga desvanecer todo cuanto provenga de la minoría menor al tercio, y quien tenga 155 diputados no tiene forma de hacer algo frente a esa mayoría bajo cuyas orugas –como si fuera un tanque– se van a desvanecer todas las iniciativas reformistas con las cuales el gobierno quiera resucitar de entre las cenizas de una gravísima crisis económica ya en dimensiones de catástrofe y para diciembre mucho más grave, según dicen los especialistas de la OCDE (calculan el decremento en 8 por ciento) y por si fuera poco una derrota electoral para cuyo conjuro el Presidente de la República no tuvo empacho en convertirse de Jefe de la Nación, en activo electoral de su partido.
Si esos resultados llegaran a darse como midió en esta ocasión la prestigiada casa encuestadora, el gobierno de Felipe Calderón estará liquidado. Se habrá terminado en medio de la peor situación imaginable.
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No se sabe hasta dónde la anulación del voto haya “prendido” como un verdadero movimiento o se este dando en este caso una propagación ubicada sólo en una capa de la población.
No hay hasta ahora encuestas exclusivamente para este asunto cuya metodología permita de antemano saber la profundidad del asunto; pero las reacciones en general ante la convocatoria nos permiten creer en ellas como parte de la propagación de la especie.
Lo notorio en este caso es la alianza no manifiesta pero sí de intención entre los epígonos del sistema; es decir, todos los actores polítricos, sin distinción alguna de tendencia o ideología; posición o ubicación en las escalas de l poder han condenado la osadía de protestar desvaneciendo el voto. Ante eso ya casi nadie considera al “abstencionismo” como el peor enemigo de la democracia.
En los tiempos de Luis Echeverría cuando la elección era un mero trámite y los candidatos opositores paleros en muchos casos o simples “sparrings” como era el caso del PAN, la frase de convocatoria era sublime: “prefiero un voto en contra a una abstención”, decía el demonio de San Jerónimo como años después lo bautizara Gustavo Carvajal.
Sin embargo el mismo Luis Echeverría anuló su voto de la forma como ahora lo hacen los quejosos contra el sistema de partidos y de paso abrió un camino olvidado por muchos años y ahora resucitado: sufragó por un candidato no registrado; independiente y hasta ajeno al asunto, don Jesús Romero Flores uno de los ancianos sobrevivientes del Congreso Constituyente de Querétaro en 1917.
Al sistema no lo espanta la oposición; lo aterra la ilegitimidad.
Por eso las condenas al “anulismo” son tibias y hasta condescendientes, pero si alguien hubiera organizado, con las mismas herramientas mediáticas y académicas del “voto blanco” (el onanismo electoral, pues) un movimiento frontal contra el sufragio y a favor de la casilla vacía, entonces la respuesta habría sido otra muy distinta.
El abstencionismo masivo (85 por ciento, por ejemplo) habría tirado al sistema electoral de partidos. El voto en blanco es una forma de jugar dentro del sistema.