Hace apenas unos días vimos al delegado Romo flotar (con su familia) en una alberca semi-olímpica en una de las colonias populares de su demarcación. En una ciudad con severos problemas de agua.
A estas alturas, cuando ya el breve escándalo por la fiesta privada en la Rotonda de las Personas Ilustres (antes se llamaba Rotonda de los Hombres Ilustres, pero la demagogia feminista le modificó el nombre) se alza hasta los severos muros del Senado de la República, valdría la pena señalar cuál ha sido el pecado de la delegación Miguel Hidalgo en este rollo. No la inconsciencia sobre la responsabilidad en la custodia de monumentos nacionales; tampoco la parcial obsecuencia hacia una actriz de mediana categoría, ni mucho menos la ligereza en el ejercicio del cargo. No, nada de eso.
Mucho menos la cobardía de cesar al subdirector de Servicios al Público, Rafael del Val, a quien él mismo le había autorizado el trámite. Nada de eso.
El pecado del jefe delegacional, Víctor Hugo Romo, es la frivolidad.
—¡Claro, Claudita, no faltaba más! Le hacemos su fiestecita
Y esa condición asociada con su incurable demagogia (¿no había ofrecido el Cine Cosmos para el “memorial” del Jueves de Corpus?) forma una mezcla explosiva, peligrosa para los ciudadanos y altamente lesiva para la administración pública.
Hace apenas unos días vimos al delegado Romo flotar (con su familia) en una alberca semi-olímpica en una de las colonias populares de su demarcación. En una ciudad con severos problemas de agua, el delegado inaugura albercas. No pone orden en la colonia Nueva Granada (ni modo de pelearse con el ingeniero), pero sí desperdicia miles y miles de litros de agua. Obviamente esgrimirá en su favor el beneplácito de los bañistas, pero ese populismo natatorio no resuelve la escasez de agua en la ciudad de México.
Pero Romo es un campeón de la política simuladora. Es un delegado-ajonjolí (siempre anda en todos los moles) y no tiene ni solidez ideológica ni aptitud administrativa. Tiene ambiciones, muchas y medra desde un partido amagado por la deserción. Lo cual lo favorece altamente en su aspecto de “izquierda moderna”. Pero eso es falso. Vive nada más para la filosofía del fácil acomodo, el “quedarbienismo”.
—¿Con quién? Con los poderosos. No con el público, no con el ciudadano común.
Ahora ya hasta en la Asamblea Legislativa se pide acuerdo para llamarlo a rendir cuentas e informar sobre el asunto. Sería perder el tiempo.
PAZ
Hermosa edición popular con una selección de textos y un ensayo sobre Octavio Paz ha puesto en circulación la Secretaría de Educación Pública.
Un millón setecientos mil ejemplares con un estudio analítico de Danubio Torres Fierro.
“Es un deber de la Nación —dice la presentación— mantener viva la memoria de sus grandes hombres (nótese, no dice de nuestras personas ilustres). A la Secretaría de Educación Pública, que vela por la cultura y la educación en nuestro país, toca recordar a quienes con su obra y su ejemplo han dejado una herencia intelectual y moral de inmenso valor para los mexicanos”.