El primer día de diciembre de hace seis años, en el centro gravitacional del poder nacional, en el patio central del Palacio Nacional con la ciega fuente del Pegaso mitológico en el centro del espacio coronado por águilas y emblemas del poder, Enrique Peña Nieto anunció la recuperación del proceso educativo en favor del Estado.
El aplauso fue atronador.
Todos los asistentes se pusieron de pie jubilosos. Pero la primera en hacerlo fue Elba Esther Gordillo quien celebró el anuncio de una Reforma Educativa por cuyas líneas de recuperación del sistema pedagógico y de instrucción pública, pasaría cinco años en la prisión, pues en los tiempos de “mexican moment” su presencia y labor obstaculizadora no era permitida.
A otros sí se les permitió. Y con ello alimentaron electoral y desplazamiento político. Por eso, cuando salió de la cárcel, con un gesto teatral y ensayado en el espejo de la imagen, gritó a voz en cuello:
“Yo he recuperado libertad y la reforma educativa se ha derrumbado”.
Y en efecto, el derrumbe definitivo, ocurrió anteayer cuando el presidente de la República, también con tono histriónico y de grave ceremonia política,
les dijo a los maestros, compromiso cumplido.
La médula, el corazón de la reforma, como le llegó a decir Emilio Chuayffet es la evaluación y la demostración de capacidades para subir en la escalera burocrática del magisterio; gremio siempre indócil, siempre conflictivo y gran fortaleza electoral.
Alguien inventó el camelo de una “reforma punitiva” y sobre ese argumento los maestros se reusaron a todo lo demás. La comercialización y herencia de plazas, las comisiones sindicales, los infinitos mecanismos para poder el tiempo y hacer de este el país de una condena perpetua en favor de la ignorancia. País de analfabetos funcionales cuyos mejores intelectuales son de carcajada alburera. No da para más la patria, por ahora.
Y como ya no hay nada por evaluar, púes ni siquiera queda sombra de aquel esfuerzo, con el cual se habrá podido resolver la plataforma de actuación del maestro y su futura capacidad con el alumno, pues entonces la garlopa le pasa por encima al tablón del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa; y ya ha caído al suelo, entre estertores de puñalada, el primero de los órganos autónomos cuya condición tanto le estorba al nuevo gobierno.
En este sentido y en pleno ejercicio de su derecho al pataleo, Teresa Bracho, titular del deshecho organismo de evaluación, participa en esto cuya reproducción fatiga a los medios:
“La propuesta para derogar la Reforma Educativa presentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador elimina la evaluación para el ingreso y permanencia en el servicio docente, pero no plantea cómo será el nuevo mecanismo para asignación de plazas docentes, a fin de evitar su venta y herencia, una práctica que ocurría en administraciones anteriores.
“Con dicha iniciativa se pretende echar atrás la Reforma Educativa –la primera reforma estructural impulsada por el exmandatario Enrique Peña Nieto en 2013–; tiene como puntos principales eliminar la evaluación docente y desaparecer al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).
“Al preguntarle sobre la manera en que se evitará la venta y herencia de plazas, el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, sólo dijo que “todas las prácticas de corrupción van a ser atacadas, investigadas y obviamente sancionadas”, por lo que buscarán tener una mejor administración y en la medida que “liguemos de una manera mejor asignaturas con alumnos, con maestros, con escuelas, con presupuesto tendremos la posibilidad de un mucho mayor control”.
Como se ve puro bla bla, bla.
Haberles dicho a los maestros sobre el implícito cumplimento de esta promesa (de campaña), revela el verdadero sentido de la contrarreforma educativa: búsqueda permanente de control electoral sobre el magisterio. Nada más.
PLAZA MEXICO
Un grito rompió anteayer el tedio de la tarde de toros en la México: Peña Nieto, te extrañamos.
Y contrario a lo tradicional, el grito no tuvo una cauda de silbidos feroces. Al contrario, muchos aplaudieron.
Pero cuando otro de la porra le gritó un viva a López Obrador, hubo una breve pero elocuente silbatina.
Cosas del coso.
El tiempo y no muchos, dos años serán suficientes para Ara despejar la incógnita