A principios de semana esta columna estuvo dedicada a las amenazas del señor James Cavallaro, presidente de la Comisión Interamericana de los derechos Humanos, quien puso el grito en el cielo con pretexto de la información anticipada del grupo especializado en asuntos de fuego e incendios, cuyos resultados (dados a conocer por la PGR) hicieron ceniza la postura de sus representantes del GIEI.

El lamento (y la mentada) fue la decisión unilateral de dar a conocer el documento, como si hacerlo de común acuerdo (como exigían) hubiera cambiado su contenido.

Fue un pretexto contra una tesis contraria a la suya. El ardor por la presencia pericial de un fuego inexistente según ellos)

Pero la verdadera razón de sus quejas no fue la anticipación, ni siquiera el contenido divergente; mucho menos la invocada campaña en su contra “orquestada” (sin pruebas) por el gobierno federal; no, la verdadera causa era el temor de perder un contrato de varios millones de dólares cuya ampliación hasta el infinito resultaría  un buen negocio para quienes cobran por descalificar el trabajo de otros; enconar las posiciones entre víctimas y autoridades y convertir un asunto de Derechos Humanos en una materia  de Derechos Económicos (los suyos) y políticos (los de los abogados paternos).

Un par de días después de esa furiosa reacción en la cual Cavallaro desautorizaba al gobierno de México para actuar como quiera una vez agotado el segundo plazo de sus expertos para llegar al alguna conclusión (criticar las conclusiones de otros no es investigar), los indignados expertos, ofendidos por la unilateralidad de un anunció (el tercer peritaje del caso Iguala), decidieron unilateralmente (ellos sí), ofrecerle al mundo el cordero sacrificado de su abandono.

–Ya no seguimos, decía Ángela Buitrago con las mejillas encarnadas. Estaba furiosa, como estaban “harto mohinos” también Francisco Cox, Claudia Paz y Paz y el resto de los peritos.

–¡Ay! Tu.

Por eso el gobierno mexicano respondió la tarde de ayer a través del vocero presidencial, Eduardo Sánchez quien dijo:

El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes acaba el 30 de abril y se acaba el 30 de abril. México no ha roto con ellos. Pero ellos si (esto no dice E.S. , lo digo yo)

Y el tiempo también, diría cualquiera.

En ese mismo sentido se pronunció Ana Paola Barbosa, jefa de la oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores, quien recordó el plazo de conclusión del “mandato” de los extranjeros.

Y quizá les debió recordar a los indignados y también a sus acólitos (políticamente correctos y bien portados en la subordinación interesada hacia la OEA y la CIDH), lo único malo de los plazos: se cumplen… y siempre llegan.

Esto significa algo muy simple: se acabó cuanto se daba y cada mochuelo a su olivo, cada chango a su mecate y si los “expertos” quieren quedarse en México, pues será fuera del trato diplomático, sin inmunidad y sin dinero.

Quizá los “boteadores” de la Caseta de Palo Blanco los puedan seguir manteniendo aquí.

CIENCIAS POLÍICAS

Se acerca el cambio de dirección en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, una de las más combativas y (obviamente) mediáticas en el país. Esta columna ignora quién será el nuevo director (o directora), pero le recomienda a usted poner atención a este nombre:

Luis Gómez Sánchez, sociólogo,  creador –entre otros méritos–, del Observatorio Político y Social de la UNAM, un órgano de análisis de los principales acontecimientos de la agenda política, económica y social del país y de los conflictos internacionales cuya calidad lo ha convertido en un referente obligado para los especialistas.

El Dr. Gómez es doctor por la  Universidad de la Sorbona de París; Premio al  Joven Académico 1992 por la UNAM; Premio a la Excelencia en Ciencias, “Ciudad de México” que otorga la Asamblea Legislativa del D.F., en el 2010.

Ha dictado cátedra  en la Universidad Paris IV,  “René Descartes” y también en la Universidad de Saint Denis Paris VIII.

Es especialista en Teorías Sociológicas con profundidad en la obra de Max Weber y Michel Foucault.

ALBEDRÍO

Para muchos fue una sorpresa la forma como el senador panista (y teísta), Roberto Gil defendió con vehemencia la libertad personal, la responsabilidad, la conciencia individual de cada quien en cuanto al consumo de la mariguana. No lo hubiera dicho mejor “El indio” Fernández”.

–¿Podrían ser esos argumentos útiles para cuando su partido discuta el aborto? ¿Levantarán en esa materia también el supremo valor de la libertad personal?

 

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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