Hace 520 años nació Íñigo López de Recalde, quien de vivir en nuestro tiempo habría sido calificado como un fundamentalista, cosa inadmisible para quienes hoy lo siguen bajo la imagen de San Ignacio de Loyola; cuyos “Ejercicios espirituales” siguen siendo guía y método para miles de clérigos cuya disciplina y rigor le han dado fuerza a la más poderosa organización interna de la Iglesia.

Y en esos ya dichos ejercicios analiza Íñigo las formas del mortal pecado y de ellas: la primera, “cuando el hombre da consentimiento al mal pensamiento, para obrar y luego, así como lo ha consentido o para poner en obra si pudiese”.

Palabras cuya admonición severa nos llega a través del tiempo y de cuya naturaleza hallamos rastros en las palabras del Castillo de Chapultepec, cuando Javier Sicilia reconviene a los legisladores y les asesta el mazazo moral de su condena:

“Ustedes, hasta ahora, sólo han sido operadores políticos de los intereses partidocráticos y no lo que deberían ser desde el momento en que asumieron sus cargos de legisladores: servidores de los ciudadanos”.

Pero no concluye en desaguisado la reunión de Javier y los sicilianos, ni la rijosidad campea, ni las diatribas parecen impedir la concordia más allá de un guión preestablecido por el hombre de las alas gachas y el chaleco de explorador cuya imagen es producto –dice él de la casualidad, no del modelo preparado–, sino por lo contrario.

Con el mismo ademán del mínimo y dulce Francisco de Asís, frente al lobo de Gubia, el bardo católico le toma la cabeza al presidente del Senado Manlio Fabio Beltrones, en quienes algunos han querido ver la imagen de Belcebú y le besa el «cachetito», acto en el cual no se humaniza quien otorga el ósculo sino quien lo recibe, así como le sucedió a Marisela Morales quien sintió en su mano la boca del poeta o a la diputada Josefina Vásquez Mota cuya paz cristiana quedó confirmada por el beso del vate en un gesto teatral como término de una misa cívica y política: “ofrecéos la paz”

–La paz; hermano.

–La paz, hermanito.

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–¿Qué me dices de esto?, le pregunta Carmen Aristegui.

–Yo les he explicado a mis críticos, pues como a los niños, que vengo de esa tradición “ghandiana”, que soy un hombre apasionado, un hombre muy efusivo; ese es mi carácter, muy besucón…va a haber más besos.

–Y Beltrones?

“Los cachetitos… como el oso de peluche (dice el poeta)…

“…es una respuesta a los que no entienden que así soy yo y que leen con anteojeras ideológicas, voy a seguir besando a la gente, voy a seguir abrazando a la gente… así me nace hacer las cosas. ¿Querían eso? Se los voy a dar también.

“No estoy construyendo imágenes políticas, no soy un hombre sometido al cuidado de la imagen. Vengo de una familia que nos besamos muchísimo, hombres y mujeres…

“…Me sentaré y me levantaré porque amo al ser humano. Quiero tocar el corazón y la conciencia de los hombres. No se toca con la distancia.

“Acuérdate que la base fundamental del Evangelio es amar a tu enemigo, una de las cosas más cabronas que le ha dado a la humanidad, en el orden del amor…”

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Pero mientras esto deja su sedimento a los días, la patria se estremece con la memoria del padre nacional. Un sacerdote del siglo XIX maldecido hasta más allá del polvo de sus huesos.

“…Que sea condenado en su boca, en su pecho y en su corazón y en todas las vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas y en sus muslos, en sus caderas, en sus rodillas, en sus piernas, pies y en las uñas de sus pies.

“Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo, desde arriba de su cabeza hasta la planta de su pie; que no haya nada bueno en él. Que el hijo del dios viviente, con la gloria de su majestad, lo maldiga. Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven, se levanten contra él.”

Y son precisamente aquellos despojos, pobres astillas en las cuales algunos han querido hallar significado y balance frente a la impudicia del malogrado Bicentenario en medio de un nuevo y macabro desfile entre lo inútil y lo grotesco. Vaya farsa.

La “osteolatría patria”, como agudamente la llamó Ricardo Monreal, se desarrolla no por primera sino por segunda y (ojala) última ocasión, como ejemplo de hasta dónde puede llegar la ciencia al servicio de la nada, de la vulgaridad, de la ramplonería y el ‘‘chambismo’’ de los consumidores del presupuesto. Pura banalidad cívico-militar.

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Pero mientras la burocracia se encandila con los oscuros fulgores de su propia “Estela de luz”, allá afuera pasan cosas muy graves y muy serias.

Quizá la de más honda raíz esté contenida en el documento emitido por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, (Coneval) según el cual los mexicanos en descenso van en aumento y se suman en presurosa carrera rumbo a la ruina a quienes ya estaban en condiciones de escasez.

“Entre 2008 y 2010 se sumaron a la pobreza 3.2 millones de personas, por lo que pasó de 48.8 millones a 52 millones, de las cuales 11.7 millones viven en pobreza extrema, de acuerdo con la medición oficial de la pobreza.

“De acuerdo con la otra medición de la pobreza que únicamente considera los ingresos, el número de pobres patrimoniales -aquellos que no tienen recursos para pagar transporte y gastos personales- creció en 7.1 millones de personas, ya que pasó de 50.6 en 2008 a 57.7 millones de mexicanos en 2010.

“Esto indica que bajo esta categoría, en los primeros cuatro años de este gobierno, 13 millones de mexicanos se sumaron a esta pobreza, ya que en ésta había 44.7 millones de mexicanos en 2006”.

Pobreza, miseria, indigencia, póngale usted cualquier nombre pero el resultado es el mismo: una nación en declive así haya en los voceros del optimismo comparaciones tan estúpidas como sopesar la realidad con los ojos de 1995.

Obviamente las crisis recurrentes de la economía dañaron severamente al país. Por eso se fueron (al menos temporalmente) quienes las causaron y para revertir la producción en la fábrica de pobres hicieron su aparición quienes llevan el lema de la patria ordenada y generosa. Tampoco pudieron.

Basta leer esta nota:

“Frente al aumento de la pobreza en el país, el secretario de acción de gobierno del PAN, Juan Molinar, pidió ver la película completa y que hoy hay menos pobres que al término de la crisis de 1995.

“El ex director del IMSS descartó que las cifras dadas a conocer por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social pudieran representar un costo político para el PAN, pues, adujo que el gobierno federal ha establecido políticas sociales que han compensado el impacto de la última crisis económica”.

Es como si comparamos la matanza de Cholula con el incendio de la guardería ABC. ¿O no, Juan?

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La semana anterior esta columna comentó el atropello de poner la estatua ecuestre del general Emiliano Zapata encarcelada entre los puentes del distribuidor vial de la colonia Bellavista a la entrada de Cuernavaca.

El vocero municipal, Roberto Martínez Vara envió dos correos cuyo contenido comparto con el público:

“… la reinstalación de la estatua de Emiliano Zapata obedece a los deseos de un grupo (¿?) de artistas entre los que figura el autor de la escultura, Carlos Kunte Obando, quienes solicitaron que quedara colocada exactamente como en el año de 1979 que se instaló.

“Además, es una obra donde se invirtieron 160 millones de pesos y hará que la circulación mejore notablemente.

“Tuve la oportunidad de asistir en 1979 a la colocación de la estatua, misma que donó el gobierno de López Portillo. La original glorieta, era muy grande. Por razones de vialidad se ha ido acortando hasta quedar como está y repito, quedó exactamente como ha estado desde su inauguración, cumpliendo los deseos de su autor”.

Sin embargo todos esos argumentos, incluyendo los deseos del autor de la escultura –quien no por eso es el dueño del sitio donde fue colocado su bronce (bastante malito, por cierto)–, parecen haber sido abandonados, pues el segundo correo dice todo lo contrario:

“…muy pronto se cambiará a un lugar como el que propones, las instalaciones de la Zona Militar o bien se pondrá otra, una donde está de pie (el caudillo, supongo; no el caballo) y ésta se llevará a otro punto de la ciudad…”

–¿Cómo se pasa de la justificación al rechazo en tan poco tiempo?

Pues haciendo las cosas con una política-veleta. Como sople el viento. Y en parte por la protesta, precisamente, de los “intelectuales y artistas morelenses.”

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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