Durante años la palabra turismo remitía a los mexicanos a dos sitios costeros: Acapulco en el Pacífico y Veracruz en el Golfo.

Hoy, a pesar del discurso oficial en cuanto a la mejoría en todos los rubros y campos de la actividad nacional en los recientes once años, tan enjundiosamente divulgada por el Presidente Felipe Calderón en su lógica faceta de promotor de la Nación, esos lugares son escenarios de horros, inestabilidad, violencia y abandono. Especialmente Acapulco.

En los días recientes, durante un viaje a Estados Unidos, el presidente Felipe Calderón ha mostrado la más reciente campaña de promoción turística. Una serie de recorridos por el país pomposamente denominada “Royal Tour” (de la realiza, no de la realidad) en los cuales es el jefe del estado quien sube, baja, nada, bucera y se tira en rappel por una cueva para generar el apetito del mundo en torno de las bellezas de México.

El costosísimo programa fue producido por Peter Greenberg, quien es un listo profesional. A sus recorridos ha llevado –entre otros–, a Helen Clark, la primera ministra de Nueva Zelanda; al rey Abdullah II, de Jordania y a don Alejandro Toledo, ex presidente del Perú. Hasta donde esta columna sabe ninguno de esos países resolvió problema alguno después de le exhibición de las aventuras presidenciales.

El Presidente convocó a sus invitados a un escenario magnifico: el Museo Guggenheim de Nueva York cuyo sólo edificio ya es una muestra impresionante del talento humano y ahí les mostró el persuasivo documento. Quizá no hubo quien reparara en el momento de la edición en el contenido simbólico de algunas escenas.

Una, en la cual el helicóptero filma al presidente sólo de toda soledad en la cima de la pirámide de Teotihuacán, una hermosa alegoría de sus actuales condiciones de aislamiento y desencanto en el momento más bajo de su popularidad.

La otra corresponde perfectamente al mensaje subliminal de la primera, un hombre en caída vertical hacia el fondo de un pozo enorme y negro. Profundo y negro, como mi suerte, hubiera dicho José Alfredo Jiménez.

Pero mientras los invitados, entre ellos los gobernadores de Chiapas y Quintana Roo, aplaudían complacidos ante las bellezas ahí mostradas, incluyendo la materna del señor Presidente en Morelia, la otra realidad nos mostraba los dientes.

En Veracruz ocurría esto:

“El crimen organizado en Veracruz recibirá a todos los Procuradores y presidentes de los tribunales de justicia del País con un hecho desafiante: la muerte de 35 personas vinculadas con delitos como el secuestro, extorsión, homicidio y narcomenudeo.

“Los cadáveres fueron arrojados frente a la plaza comercial Las Américas, a unos pasos del Monumento a los Voladores de Papantla, en el Municipio de Boca del Río, Veracruz, muy cerca del hotel sede de la cumbre que inicia hoy miércoles y terminará el próximo viernes”.

Y en Acapulco pasaban las cosas de esta otra manera:

Profesores de la región Acapulco-Coyuca de Benítez de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) pidieron la protección del Ejército Mexicano para realizar una marcha por la avenida Costera Miguel Alemán. Como se sabe las condiciones de inseguridad han clausurado las escuelas, ya no digamos el flujo del turismo hacia ese lugar donde dice, estuvo alguna vez el paraíso.

TAPAR Y DESTAPAR

Por lo visto en el Partido Acción Nacional las cosas no siempre salen de la manera debida.

Se indigna la directiva por la actuación de los Jonás Brothers en Monterrey y la actitud de Fernando Larrazábal; lo condena y el edil les pinta un violín Stradivarius, al menos.

Total, un oso.

Y en Mexicali el señor Cuauhtémoc Cardona se pone en la mira de los militares a quienes les ha faltado al respeto por etílicos motivos (dijo el señor general Alfonso Duarte, quien así lo vio llegar a una ceremonia cívica) y no le queda a su jefe, el gobernador Guadalupe Osuna Millán, otro camino sino el respaldo, con lo cual el oso se viste de verde olivo.

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22desep11cronica

EL CRISTALAZO

La promoción y la realidad

RAFAEL CARDONA

Durante años la palabra turismo remitía a los mexicanos a dos sitios costeros: Acapulco en el Pacífico y Veracruz en el Golfo.

Hoy, a pesar del discurso oficial en cuanto a la mejoría en todos los rubros y campos de la actividad nacional en los recientes once años, tan enjundiosamente divulgada por el Presiden te Felipe Calderón en su lógica faceta de promotor de la Nación, esos lugares son escenarios de horros, inestabilidad, violencia y abandono. Especialmente Acapulco.

En los días recientes, durante un viaje a Estados Unidos, el presidente Felipe Calderón ha mostrado la más reciente campaña de promoción turística. Una serie de recorridos por el país pomposamente denominada “Royal Tour” (de la realiza, no de la realidad) en los cuales es el jefe del estado quien sube, baja, nada, bucera y se tira en rappel por una cueva para generar el apetito del mundo en torno de las bellezas de México.

El costosísimo programa fue producido por Peter Greenberg, quien es un listo profesional. A sus recorridos ha llevado –entre otros–, a Helen Clark, la primera ministra de Nueva Zelanda; al rey Abdullah II, de Jordania y a don Alejandro Toledo, ex presidente del Perú. Hasta donde esta columna sabe ninguno de esos países resolvió problema alguno después de le exhibición de las aventuras presidenciales.

El Presidente convocó a sus invitados a un escenario magnifico: el Museo Guggenheim de Nueva York cuyo sólo edificio ya es una muestra impresionante del talento humano y ahí les mostró el persuasivo documento. Quizá no hubo quien reparara en el momento de la edición en el contenido simbólico de algunas escenas.

Una, en la cual el helicóptero filma al presidente sólo de toda soledad en la cima de la pirámide de Teotihuacán, una hermosa alegoría de sus actuales condiciones de aislamiento y desencanto en el momento más bajo de su popularidad.

La otra corresponde perfectamente al mensaje subliminal de la primera, un hombre en caída vertical hacia el fondo de un pozo enorme y negro. Profundo y negro, como mi suerte, hubiera dicho José Alfredo Jiménez.

Pero mientras los invitados, entre ellos los gobernadores de Chiapas y Quintana Roo, aplaudían complacidos ante las bellezas ahí mostradas, incluyendo la materna del señor Presidente en Morelia, la otra realidad nos mostraba los dientes.

En Veracruz ocurría esto:

“El crimen organizado en Veracruz recibirá a todos los Procuradores y presidentes de los tribunales de justicia del País con un hecho desafiante: la muerte de 35 personas vinculadas con delitos como el secuestro, extorsión, homicidio y narcomenudeo.

“Los cadáveres fueron arrojados frente a la plaza comercial Las Américas, a unos pasos del Monumento a los Voladores de Papantla, en el Municipio de Boca del Río, Veracruz, muy cerca del hotel sede de la cumbre que inicia hoy miércoles y terminará el próximo viernes”.

Y en Acapulco pasaban las cosas de esta otra manera:

Profesores de la región Acapulco-Coyuca de Benítez de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) pidieron la protección del Ejército Mexicano para realizar una marcha por la avenida Costera Miguel Alemán. Como se sabe las condiciones de inseguridad han clausurado las escuelas, ya no digamos el flujo del turismo hacia ese lugar donde dice, estuvo alguna vez el paraíso.

TAPAR Y DESCUBRIR

Por lo visto en el Partido Acción Nacional las cosas no siempre salen de la manera debida.

Se indigna la directiva por la actuación de los Jonás Brothers en Monterrey y la actitud de Fernando Larrazábal; lo condena y el edil les pinta un violín Stradivarius, al menos.

Total, un oso.

Y en Mexicali el señor Cuauhtémoc Cardona se pone en la mira de los militares a quienes les ha faltado al respeto por etílicos motivos (dijo el señor general Alfonso Duarte, quien así lo vio llegar a una ceremonia cívica) y no le queda a su jefe, el gobernador Guadalupe Osuna Millán, otro camino sino el respaldo, con lo cual el oso se viste de verde olivo.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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