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Ignoro cuántas personas hayan estado en la misma frustrada actitud de este columnista, cuya intención de ayer era escuchar el mensaje del señor Presidente de la República y recibir, seguramente, la dosis de docto optimismo a la cual todos tenemos derecho en un año cuyo inicio parece ser terrible en medio de tantos aumentos de impuestos, derechos y demás gabelas determinadas unilateralmente por nuestros gobernantes.

Y cuando hablo de gobierno lo hago también considerando al Poder Legislativo.

Pero cosas del hado, el misterio o el arcano. Felipe Calderón, nuestro bienamado presidente decidió pasar para el jueves el mensaje inicialmente considerado para ayer. Quizá la comida con sus colaboradores le hizo reflexionar en algunos puntos adicionales o lo impulsó a suprimir algunas cosas, quién sabe. Pero de mensaje, nada.

“Qué pena tan grande”, diría Joaquín Sabina.

Pero si no tuvo mi espíritu acongojado el consuelo del mensaje del Bicentenario-Centenario, sí tuvo el archivo resguardo de los pronunciamientos de nuestro jefe de Estado en condiciones similares a las actuales (ni tanto, todo tiempo pasado fue mejor).

Esto nos dijo Felipe Calderón en la promisoria alborada del año 2009 (hablaba durante la inauguración del tramo Lechería-Cuautitlán del Sistema 1 del Tren Suburbano):

“…En primer lugar, también quiero desearles a todos ustedes un muy feliz año 2009, sé que será un año complejo, pero también estoy convencido, señor Gobernador, señores magistrados, diputados, de que los mexicanos sabremos enfrentarlo con determinación y que saldremos adelante…

“ …En 2009, también estimamos una inversión impulsada de más de 600 mil millones de pesos, tan sólo en infraestructura; es decir, invertiremos este año que ha comenzado más de lo que se va a invertir en toda la remodelación del Canal de Panamá, que llevará varios años.

“Es la inversión más importante para México en términos históricos, por lo menos en los últimos 25 años…, y esto es particularmente relevante, amigas y amigos, en un contexto económico… (que es) internacionalmente muy complejo…se habla de que el mundo está viviendo la peor crisis económica en los últimos 70 años, quizá 80 años, y el hecho de que México esté invirtiendo en infraestructura, con políticas además contracíclicas, es una buena señal para los mexicanos y para quienes invierten, porque confían en nuestro país…”.

Algo se perdió en el camino, pues de esos 600 mil millones de pesos nada más en inversión de infraestructura, a los 300 mil millones del déficit financiero hasta antes de la salida de Agustín Carstens de la Secretaría de Hacienda y cuyo faltante obligó a la desastrosa elevación generalizada de los impuestos tras la fracasada reforma fiscal. Pero el optimismo era cosa incontrolable.

“…cuando se examinan —explicaba FCH entonces—, una serie de variables, México tiene menor riesgo financiero y macroeconómico que países como Chile, Brasil, Rusia, Sudáfrica, India, incluso mucho menor riesgo financiero y macroeconómico que grandes economías consolidadas como Japón, el Reino Unido o, desde luego, Estados Unidos.

“Es decir, amigas y amigos, que a diferencia del pasado hoy nuestra economía es mucho más sólida y mucho más estable. Y ante los desafíos que se avizoran, el Gobierno seguirá trabajando incansablemente para mitigar los efectos de la crisis financiera mundial y superar esta situación lo antes posible”.

Pero de eso se hablaba el cinco de enero, antes de la llegada de los Reyes. El siete, cuando ya los magos regresaban por el luminoso camino del Oriente, sin oro (como nosotros, incienso o mirra en el equipaje, nuestro Presidente nos dijo:

“…El gobierno va a impulsar fuertemente al sector productivo, en particular a las pequeñas y medianas empresas mexicanas con medidas como las siguientes…. Se reducen las tarifas eléctricas, industriales y comerciales hasta en 20 por ciento para apoyar al sector productivo, defender los empleos de los mexicanos, y así las empresas reducirán sus costos de producción para poder seguidor operando y no tengan que despedir a sus trabajadores”.

Esa estrategia de respaldo a la producción y protección al empleo —baja los costos de la energía—, de seguro no sirvió, por eso se optó por lo contrario: desde fines del año pasado toda la energía y los combustibles subieron de precio. Si echándola abajo se cuidaban los factores productivos, es de suponerse el efecto contrario cuando se hacen las cosas al revés.

Por eso yo quería ayer escuchar al Presidente, pero mis intenciones se estrellaron contra la realidad. Lo haré mañana. Dentro de poco más de 24 horas el líder nacional nos mostrará el rumbo, nos dirá cuáles son los seguros caminos de la prosperidad nacional; de dónde van a salir nuestras fuerzas para combatir toda adversidad.

Y todos le aplaudiremos agradecidos. Mañana, mañana…

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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