Todos quienes siguen las conferencias matutinas del presidente de la República lo vieron y lo escucharon. La maestra de Texcoco (no de América, porque esa fue según Vasconcelos, Gabriela Mistral),  y también secretaria de Educación Pública, lo dijo precisamente así delante del Ejecutivo quien en aquella mañana no alzó ni una ceja. Después echaría a la pedagoga –Doña Delfis parea los amigos–, a las ruedas del tren.

“… (pedir) A los padres de familia que nos hagan (el)  favor de, enviarlos (a los niños, se entiende),  con cubrebocas y enviarlo con su gel precisamente (el deísmo y el dequeísmo son cortesía de la Academia de la Lengua de Macuspana) y por otro lado también el que nos lleven o se lleven a cabo (¿a cabo y a rabo?)  lo que es la carta compromiso (lo que no es, pues no es, ¿verdad, Delfis? , lo que es (otra) la carta de aceptación,precisamente (una vez más precisamente, para no incurrir en imprecisiones)donde autorizan que el pequeñito debe estar en lo que es  (nunca en lo que no es), la parte de la asistencia a la escuela…”

La otra parte de la asistencia a la escuela, debe ser la inasistencia a la escuela, “precisamente”. ¿o no?

La información, divulgada desde el Palacio, fue publicada (precisamente) más o menos así en todos los medios:

“…Delfina Gómez, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), informó que para elregreso a clases en educación básica, este próximo 30 de agosto, los alumnos deberán entregar una carta compromiso de corresponsabilidad. 

“La carta puede realizarse en el formato propuesto por la SEP o de manera libre. El formato propuesto por la SEP contiene el nombre del alumno, nombre de la escuela, grado, grupo, nombre de la madre, padre de familia o tutor, así como lugar y fecha. 


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“En la carta se deberá especificar la forma en que desea que el alumno regrese a clases: virtual, presencial o mixta. En caso de que se elija presencial, se deberá revisar diariamente al menor para identificar la presencia de signos y síntomas relacionados con la enfermedad Covid-19 como malestar general, tos seca, estornudos, dolor de cabeza, fiebre o dificultad para respirar…”

Pero algo tan simple como un documento de corresponsabilidad, se convirtió en una batalla política de dimensiones colosales, porque la lógica chocó contra la prédica.

¿Cómo un gobierno cuyo pregón insistente es la prohibición de prohibir, excepto si se prohíbe el “ultraliberalismo” (como en el caso de Esquivel), pretende  tratar así a los escolapios? 

Y entonces se vinieron los oleajes de la injusta recriminación. 

La carta nunca existió. 

Todo fue una maniobra de los indignos opositores cuya perfidia hurga en cada rincón de las acciones presidenciales para abatir el prestigio de la obra redentora, transformadora y benefactora (dijo Alex Lora) de la revolución de las conciencias, como también se ha dado en llamar a este empeño histórico.

Desde la fumarola de Derechos y Deberes Económicos de los Estados de Luis Echeverría, no se había hablado tanto en este país de una carta invisible, excepto para quienes la vieron; es decir, todos. Pura chambonada de la secretaria y pura falta de coordinación, de firmeza en los asuntos importantes, todo dejado a la mano milagrosa de la improvisación, porque así se maneja todo en este gobierno de lealtad profunda y conocimiento improvisado. 

Pero el desmadre llegó a su límite cuando apareció la portera del castillo de la pureza periodística, “Miss” Anita Vilchis (¿Vil-cheese?) cuya imprecisión para señalar yerros, mentiras, inexactitudes y errores en la prensa nacional es tan fallida como la historia de quienes le robaron al instituto para devolverle al pueblo lo robado, precisamente (diría Delfis)lo antes birlado.

Robaos los unos a los otros.

Y así dijo Anita, la fallida buscadora de mentiras: 

“…Esta información inventada fue difundida por medios y comentaristas. 

“El objetivo de difundir el documento era apuntalar la crítica contra el Gobierno de México por el regreso a clases. 

“El Universal publicó una nota con el título Esta es la carta compromiso de la SEP para el regreso a clases presenciales’, pero la carta es pirata, aunque se hizo pasar como un documento oficial.

“…La nota describe la supuesta carta en la que señala que los padres de familia deberán revisar todos los días al menor, si el menor tiene síntomas relacionados con el COVID-19…”

Entonces ¿por qué el presidente le adjudicó la falla a quien (debajo de él, se entiende), tomó tal medida y la incorporó en una especie de decálogo fallido? 

Por primera vez se desautoriza a una secretaria de Educación por la publicación de una noticia falsa. No le vaya a pasar como al  diplomático cultural el poeta (sin crucero), Márquez.

Pero a final de cuentas el enigma encontró la luz: sí hubo tal carta –dijo el oráculo de Delfis– pero era un “documento de trabajo”, como decir,un borrador. ¡Ajá!

Y las carcajadas se oyeron hasta el Molino de las Flores y los baños de Nezahualcoyotl, allá por las tierras de Silverio Pérez.  

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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