En el palacio de Iturbide, ese maravilloso edificio neovirreinal construido por el arquitecto Guerrero y Torres (quien hizo además la escalinata al “cerrito” de La Villa y la iglesia de “El pocito” con sus azulejos de maravilla esplendorosa y su brocal interior atascado de moneda de esperanza, se exhiben las escultoras de Mathías Goeritz quien inscribió sus obras monumentales (como el Museo de El Eco) en la corriente de la arquitectura emocional.

Años después, dominado por la placentera sensación de hacer volar el acero y darle a las toneladas de metal la levedad de un soplo, Sebastián describió su trabajo como de escultura emocional.

Ahora, al clausurarse el periodo de trabajo de Miguel Barbosa, como presidente de la Mesa Directiva en la XLII Legislatura, el senador poblano, ha inaugurado la política emocional. Llamó a sus pares, hermanos, les dijo a todos cuanto afecto amoroso les dispensa y terminó su emotiva alocución con un simple, los quiero mucho.

Obviamente la historia de Barbosa, cuya biografía tiene un pinto de quiebre cuando estuvo al borde de la muerte y por consecuencia de sus males sufrió una mutilación cuya magnitud habría roto para siempre a otro menos templado y con menos amor por la vida, ya había aportado una dosis de emocionalidad a su trabajo parlamentario desde los días cuando iniciaba su recuperación y fue arropado por el afecto de sus compañeros quienes dijeron, como Emilio Gamboa, antes de legisladores somos seres humanos, solidarios y comprometidos con los afectos.

Por eso el informe de ayer dejó en una cierta insatisfacción a quienes esperaban pronunciamientos estrepitosos o declaraciones amarillas de seguro alojamiento en las primeras planas. Y no hubo eso.

Barbosa expresó sus convicciones, se confirmó como un militante del Partido de la Revolución Democrática y definió su estilo de separación de los poderes como algo lejano de la confrontación entre ellos. Mostró su rostro conciliador e incluyente, invitó a medio México, y acudieron más, muchos más. Su convocatoria fue exitosa, sus desempeño también.

Pero hubo también algo de emocionalidad en el acto de ayer al cual significativamente acudió el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle. Barbosa, también poblano, aspira, suspira pero no transpira. Y si lo hace es por el esfuerzo de tanto trabajo, de tan incesante actividad, pues la política es como la albañilería: cansada y a veces estruendosa, de manos hábiles (manchadas a menudo con cemento y tierra) y resultados de mediano o largo plazo.

El edificio de Xicoténcatl, cuya fachada se derrumbó escenográficamente cuando vino James Bond a perseguir malvados por el centro de la ciudad de México, ahora estaba albeante, remozada y amplia en su patio crecido. Donde había galerones para oficinas, casi todas feúchas e incómodas, se abrieron los espacios para darle amplitud.

Por desgracia no tuvo nadie la piedad de cambiar de sitio la estatua de Don Belisario Domínguez, la cual es fea, fea cosa de la cual no tuvo culpa alguna el valiente chiapaneco cuya voz, a pesar de nunca haber pronunciado el discurso de su inconformidad, el cual le acarrearía la muerte, sigue alzando la voz frente a todas las injusticias del país.

Pero Barbosa dejó una huella poblana permanente.

Con cerámica de Talavera (Talavera de la reina, desde Andalucía), se exhibieron escudos nacionales desde los tiempos prehispánicos cuando el águila y la serpiente eran símbolos mágicos de una dolida e incomprensible fundación imperial en el centro de un lago. Ya después fue escudo e identidad. Glifos tomados de códices como el Mendocino, el Vaticano o el Matritense, fueron pintados con azul añil sobre la cerámica vidriada. Los de tiempos recientes se copiaron de las monedas de plata y así hasta llegar a los días de hoy, con todo su modernismo de plumas y alas perfiladas.

Pero algo se debe decir del discurso. Tomémoslo de la página del Senado:

“…el Senado de la República ha actuado como un poder maduro, consciente de la responsabilidad que implica legislar y de la trascendencia de las reformas estructurales que fueron aprobadas.

“Al presentar el Informe del Tercer Año de Actividades de la Mesa Directiva en la LXII Legislatura, reconoció la relación de respeto, colaboración y diálogo que el presidente Enrique Peña Nieto ha tenido con la Cámara de Senadores, así como la comunicación y relación institucional con el Poder Judicial.

“La división de Poderes no es la confrontación de Poderes. Debe ser la colaboración, coordinación y control entre los mismos. La Mesa Directiva en este tercer año de ejercicio desarrolló su labor entendiendo de manera clara este marco. Pronto algunos irán a Puebla.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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