La certificación de los conocimientos mediante un examen se ha coinvertido en un elemento de promoción electoral, como le ha sucedido en general a la Reforma Eductiva cuyas fases podemos señalar de manera muy general pero muy precisa.
La primera: cuando se anunció y en medio del alborozo general fue divulgada como solución del problema acumulado por años, entre el pútrido sindicalismo y la pésima calidad, mediante el verbal del sentencioso ex secretario de Educación, Emilio Chuayffet a quien ter minaron sepultando (mire esta frase) en un espeso mar de olvido.
La segunda etapa, cuando se le dio el impulso espectacular de retirarle el fantasmal (y ahora se ve, falso) obstáculo de la actividad política de la maestra Elba Esther Gordillo quien hasta la fecha sigue presa, entre la celda y el hospital.
Y la tercera, cuando tras una momentánea cancelación de las evaluaciones (con motivos de tranquilidad electoral) volvieron las oscuras golondrinas del entusiasmo y con ellas la saturación de los mensajes del dinámico y omnipresente secretario Aurelio Nuño quien halla en localidad educativa y la reforma en general, el resorte para brincar a una campaña presidencial. La precampaña está en marcha.
Y como en toda campaña se hace uso del viejo recurso del “acarreo”.
La evaluación ha sido torpemente impedida en algunos lugares como Guerrero o Michoacán por parte de los contingentes más violentos de la CNTE. Para impedirlo se ha hecho a veces uso de la fuerza pública, pero el más reciente recurso es realmente llamativo: usar los transportes aéreos de la Policía Federal Preventiva para llevar a los maestros cumplidos a realizar los exámenes contra los cuales están los profesores incumplidos y de paso abultar el porcentaje del requisito satisfecho como evidencia de la eficacia del sectetario.
Cuando lo entrevistan por la radio o la TV, el secretario Nuño siempre analiza los porcentajes de asistencia entre los maestros evaluados y la cifra de suyo es alta: 90 y 95 por ciento cuando menos. Pero se trata de probar el éxito y decir, sólo quienes por causas personales fuera de su control no acudieron a la certificación de sus conocimientos.
Una cosa podría ser la enfermedad y otra, muy distinta, el triunfo de los opositores. Y para evitar esto, pues sencilla es la cosa: la Policía Federal se sube a la Reforma Educativa.
Ya verán los opositores profesionales si señalan este detalle; si Morena se los achaca como un anticipo de campaña (ellos saben, como nadie de esos actos de anticipación), pero por ahora ya hay quien desea, a través de la información obligatoria de la transparencia, preguntar cuánto le cuesta al erario cada viaje de los profes en los helicópteros de la PFP.
No se trata de comparar estos usos con los del señor Korenfeld, por ejemplo, pero alguien con los suficientes “tiquis miquis”, podría preguntarse si las aeronaves de transporte militar o de seguridad pública se deben usar llevar a un maestro a preguntarle si no ha olvidado la tabla del nueve. Ya no saberse la del uno ( tan fácil como una muchacha coqueta) sería el colmo.
Hace unos días así informaron los diarios:
“Bloqueos y las fallas técnicas impidieron a 3 mil 321 maestros cumplir su evaluación de desempeño en la jornada de hoy, informó la Secretaría de Educación Pública (SEP).
“Sin embargo, informó que 27 mil 483 docentes, que equivalen al 91 por ciento de los convocados para hoy, sí completaron su evaluación.
“Los maestros pendientes podrán ser evaluados en las próximas semanas, dentro del periodo establecido por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, indicó la Secretaría en un comunicado”.
Por lo pronto contra los bloqueos michoacanos, los maestros llegarán por aire. Eso es darle altura a la Reforma Educativa.
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