militares estadounidenses

Opacada cualquier otra cosa por el estrépito mediático de una Organización de los Estados Americanos con la puerta abierta hacia una Cuba sin necesidad de cruzar el umbral, vale la pena mirar algunas otras consideraciones en torno de la política de los Estados Unidos hacia el hemisferio.

En ese sentido, me permito reproducir algunos de los análisis elaborados recientemente por el Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales.

“En el entorno de la XXXIX Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), en San Pedro Sula, Honduras, los días 2 y 3 de junio de 2009, los países de América Latina y el Caribe rechazan una vez más, presiones como las que se ejercen sobre México, tras convertirse en miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

“La incondicionalidad mexicana es un objetivo del gobierno estadunidense, como lo prueba la insistencia para que fuerzas navales militares de México participen en las maniobras Unitas Oro, del 20 de abril al 5 de mayo, frente a las costas de Florida.

“El presidente Barack Obama debe aprovechar la oportunidad para establecer nuevas y más sólidas bases, de respeto y colaboración mutuamente beneficiosa, con América Latina y el Caribe.

“Ya el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, le escribió una severa carta, exigiéndole poner fin al intervencionismo estadunidense en la región y respetar los principios de la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, que han sido, por cierto, base fundamental de la política exterior mexicana.

“Algunas de las primeras acciones de Obama, como reconocer la corresponsabilidad estadunidense en el florecimiento y la expansión de los cárteles de la droga; o la eliminación de algunas restricciones entre las muchas impuestas unilateral e injustamente al pueblo cubano, despiertan un moderado optimismo, que deberá ser refrendado en los hechos.

América Latina y el Caribe han buscado y seguirán buscando, hasta encontrarlos, cimientos profundos y estrategias sólidas rumbo a la integración regional. Este es un proceso que Estados Unidos debe respetar, pese a la tenaz oposición de su complejo industrial-militar, aliado a la derecha más recalcitrante y retrógrada.

“En ese proceso de integración, los pueblos latinoamericanos y caribeños habrán de encontrarse o reencontrarse con países de diversas áreas del mundo, aun las geográficamente más alejadas, como elemento primordial de una necesaria diversificación en todos los órdenes. Naciones como Rusia, China, o las integrantes de la Unión Europea, deberán convertirse en socios más activos e importantes.

“Mientras tanto, el Comando Sur de Estados Unidos, responsable de la planificación, coordinación y conducción de las actividades militares estadunidenses en América Latina y el Caribe, ha instalado bases militares con aeropuertos en Aruba-Curazao, Antillas Holandesas; en Manta, Ecuador; y en Comalapsa, El Salvador; y pretende instalar otras más en Argentina, Paraguay, Colombia y la República Dominicana.

“Esas bases permiten a los estadunidenses incursionar tanto en el espacio aéreo de la mayor parte de los países de la región, como en sus aguas territoriales y hasta en sus territorios. Además, Washington tiene una base militar operacional en Soto Cono, Honduras, que proporciona apoyo a helicópteros en misiones intervencionistas.

“Las bases militares extranjeras y toda otra infraestructura utilizada para guerras de agresión, violan los derechos humanos, constituyen instrumentos de guerra que profundizan la militarización, el neocolonialismo, la estrategia imperial, el racismo. Las invasiones ilegales dirigidas por Estados Unidos y las ocupaciones que subsisten en Irak y Afganistán, fueron iniciadas y posibilitadas desde bases de esta índole.

“Denunciamos la responsabilidad primordial de Estados Unidos en la proliferación de las bases militares extranjeras, así como el papel de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la Unión Europea y en general, todos los países que tienen o albergan bases extranjeras.

“Exigimos la abolición de todas las bases militares extranjeras y toda otra infraestructura utilizada para las guerras de agresión, incluidas las operaciones militares, las maniobras, los entrenamientos, los ejercicios, los acuerdos, las armas espaciales, los laboratorios militares y todas las formas de intervención militar.

“El nuevo orden mundial exige que se suspendan definitivamente tanto la construcción de nuevas bases, como la ampliación de las ya existentes. Pedimos a cada gobierno de América Latina, el Caribe y el mundo, que exprese su rechazo decidido al proyecto del gobierno de Estados Unidos de dominar al planeta y a la humanidad entera; y que se adopte un compromiso serio, inmediato y efectivo para llevar a cabo un plan global de desarme, proporcional y simultáneo entre todas las naciones y en primer lugar, las grandes potencias.

“Se debe insistir en la eliminación de todos los arsenales nucleares como el primer paso hacia un desarme completo en nuestro planeta. Es tiempo de escuchar los millones de voces de mujeres y hombres del mundo entero, que exigen el fin del armamentismo, comenzando por el nuclear y de las guerras”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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