Estos son momentos del echeverrismo, tomados de mi libro «Fuego de mis entrañas».
…Aquella cercanía entre Excélsior y el gobierno se reflejaba en muchas de las grandes noticias de la primera plana. La información apoyaba al régimen y la opinión lo criticaba. Era un trabajo de filigrana, de enorme habilidad política, pero los equilibrios se rompieron.
La actitud anti empresarial de Echeverría, cuyo estallido se dio cuando los guerrilleros asesinaron a Eugenio Garza Sada, entre versiones de agentes del gobierno infiltrados en la Liga 23 de septiembre, lo reventó todo.
Como haya sido y con esos factores, entre otros, los empresarios castigaron a Excélsior: retiraron la publicidad. En lo institucional crearon el Consejo Coordinador Empresarial como un bloque político e ideológico para defenderse del régimen.
De eso ya se ha hablado mucho. Sólo dedicaré espacio para algunas anécdotas y experiencias.
La invasión de los terrenos del fraccionamiento Paseos de Taxqueña, ordenada por el presidente a través de un profesional de la ocupación agraria, Humberto Serrano Pérez, dueño del Consejo Agrarista Mexicano, se había resuelto, aparentemente, con la entrega de veinte millones de pesos (casi dos millones de dólares de entonces) a los ejidatarios de “La Candelaria”, en una ceremonia con Augusto Gómez Villanueva, secretario de la Reforma Agraria, a la cual yo acudí en representación de la cooperativa. Pero las tensiones crecían internamente.
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—Don Rafael, váyase con don Augusto y entregue esto a los campesinos. Si tiene que hablar, hable, me dijo Scherer en su oficina.
Subimos al Galaxie del secretario quien llevaba un portafolios gordo y rígido lleno de cheques del Fondo Nacional de Fomento Ejidal.
—Augusto, le dije, ¿y si mejor nos largamos a Brasil con esta lana?
—No juegues con eso, el dinero de los campesinos es sagrado.
Y así, entre discursos y ojos cristalinos, entregamos el dinero. Augusto se sentía Zapata. Yo, me sentía fuera de lugar. Meses después salí del periódico.
ACTIVISMO INTERNACIONAL
El presidente no paraba con su activismo internacional. Le habían metido en la cabeza una idea tan excesiva como eficaz en el lenguaje de las relaciones internacionales: el nuevo orden económico mundial, la corresponsabilidad en el destino de las naciones del Tercer Mundo, zona de injusticia derivada de la bipolaridad hegemónica de las potencias y la explotación de los productores de materias primas… puras venas abiertas…
El progreso del mundo industrializado y militarista; generaba condiciones post coloniales y condenaba a la miseria a más de las dos terceras partes del planeta.
Era una mezcla de Flores Magón, Ben Bella, Lumumba, Fidel Castro y Porfirio Muñoz Ledo.
Y soltaba un interminable código de conducta contenido en su Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados con la cual pasaría a la historia o al menos eso imaginaba.
Igualito a López Obrador.
Y no importaba el resto. Viajaba con abigarradas comitivas, tomaba por asalto las aerolíneas nacionales y los hoteles en las grandes capitales; los barcos y los transbordadores, soñaba con las Naciones Unidas y despilfarraba a diestra y siniestra. La deuda nacional crecía a la par de su vanidad siempre insatisfecha, pero él ansiaba—a cualquier precio—, la bendición y el respaldo de Paulo VI a su iniciativa.