Muchas cosas en la vida, especialmente las más complejas, se explican con frases simples. Algunas forman parte del refranero popular pues son fórmulas probadas para describir una u otra situación. “No hagas cosas buenas que parezcan malas”, nos decían los antiguos. También aquello de “a grandes males grandes remedios”.

Y en esto de los remedios uno debería entender primero cuáles son los males y cuáles los remedios.

Desde el principio de este gobierno la administración se dio a la tarea de diversificar la información. Imposible negar la violencia nacional, imposible no hablar de comandos en las prisiones; de asesinatos masivos, de estados enteros en manos de los bandoleros (por un lado) o de quienes (por el otro) los combaten con las armas en la mano, imposible.

Sí, pero es posible además destacar las cosas positivas cuya ejecución puede balancear y cambiar. Balancear la oferta informativa, la agenda, como le llaman los nuevos intérpretes de la realidad; y cambiar la percepción de un país sin otro rostro más allá de la pecaminosa condición de sus violentos habitantes.

Al menos, a la manera de Campoamor (nada es verdad ni es mentira: todo es según el color del cristal con que se mira), esa es la idea de la Secretaría de Relaciones Exteriores, cuyos embajadores, cónsules y diplomáticos de alto rango se han reunido en días recientes con los miembros del gabinete presidencial para abrevar directamente en las aguas de la tranquilidad como asunto exportable.

El presidente Enrique Peña (dice el servicio informativo “Al momento”) informó sobre un encuentro que sostuvo con los nuevos embajadores de México, quienes habrán de llevar el mensaje de que “somos una nación decidida a transformarse”.

“En su cuenta en Twitter @EPN, también felicitó a la selección mexicana de basquetbol por haber ganado el Premundial en Venezuela.

“Hoy me reuní con los nuevos embajadores de México. Habrán de llevar el mensaje de que somos una nación decidida a transformarse”, escribió en un mensaje.

“En otro, Peña Nieto redactó:

“Queremos que el mundo sepa que trabajamos para ser un país en paz, incluyente, con educación de calidad, próspero y con responsabilidad global”.

“En tanto que en otro mensaje dijo: “Felicidades a la selección mexicana de basquetbol por haber ganado el Premundial en Venezuela. Gran ejemplo para todos”.

Pero más allá de los entusiasmos deportivos, bien justificados por otra parte, debemos señalar una coincidencia entre este gobierno y el anterior. Cada enero el ex presidente Felipe Calderón instaba a los embajadores a “vender” el país, a negar la violencia, a insistir en la viabilidad y sobre todo a negar enfáticamente la posibilidad de un “estado fallido”.

Hoy la coincidencia se da en la intención, pero la divergencia en el matiz: no se habla sino de lo hecho, de lo evidente; de las reformas, de los cambios y la vocación nacional por transformar una realidad más allá de atender los factores negativos de violencia y delincuencia.

La única pregunta es si un cambio de percepción es también un cambio de realidad. Evidentemente no. La realidad es terca y no necesita nuestro consentimiento. No es mudable excepto por la mudanza de muchos de los factores cuya concurrencia la crea.

BARBOSA
A fines del mes de noviembre el Consejo Editorial de “Crónica” tenía programada una comida con el coordinador de los senadores del Partido de la Revolución Democrática, Luis Miguel Barbosa. No pudo ser.

Las razones de la cancelación no tenían en ese momento, ni con mucho, los asomos de gravedad posteriormente conocidos. Esta columna habló con él y las cosas quedaron en un cordial compromiso para reunirnos después ya fuera en lo individual o en grupo. Los hechos ahora conocidos hicieron imposible de nuevo la reunión.

Cuando sus condiciones de salud ya eran francamente malas, pero no se había presentado aun el grave cuadro infeccioso cuyas consecuencias ahora conocemos, los rumores sobre ese hecho circulaban sigilosamente en el Senado. Por desventura fueron ciertos.

Hoy Barbosa es un hombre plenamente incorporado a sus actividades políticas y su actitud frente a la adversidad es verdaderamente emocionante. No se trata de un estoicismo doliente sino de una valentía realmente notable. Barbosa asume su realidad y se dispone a vivir con ella. Comprende los límites de la vida más allá del accidente quirúrgico actual y propone la vista en el futuro.

Y ante esa actitud de hombría serena, de valor ante los hechos, de aceptación y vigor, esta columna le expresa públicamente el orgullo por sentirlo cercano y amigable, como ha sido en estos años.

Gracias por el ejemplo, señor Senador.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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