De manera exultante, como ya lo hemos comentado, el Presidente de la República le dio el enésimo portazo a esa real o imaginaria amenaza; ese otro peligro para México representado por un futuro en permanente asechanza de retorno.
Ahí viene el coco.
Parafraseando el maestro Renato Leduc podríamos comparar las advertencias del Presidente el domingo pasado con aquellos versos: duérmete mi niño duérmete y no gruñas/ que viene el pasado / con sus largas uñas.
Pero la andanada de críticas y las acusaciones sobre su exaltada condición; de sus arrebatos políticos útiles para dinamitar caminos de concordia o acuerdo; del natural distanciamiento de las oposiciones maltratadas desde la cima del poder; de su interminable actuación como jefe de Partido y no como Jefe de Estado, ha obligado al señor presidente a dar un paso de costado.
No diremos recular, pues tal no ha hecho. Ni desdecirse, nada más cambiar de destinatario. No hablaba de personas, hablaba de fantasmas.
Por eso, en una entrevista de tapete, el Presidente ha dejado claras (según él) algunas cosas. Vale la pena leer sus palabras.
— ¿A qué se refiere y a partir de qué momento traza usted ese pasado?
—Yo me refiero a problemas. No me refiero ni a personas ni a partidos, lo cual ha provocado seguramente muchas interpretaciones, pero básicamente me refiero a eso: a problemas que ha tenido México, muchos de ellos asociados al pasado, y ahora me referiré a en qué momento puedo describirlo que le hemos dado a esos problemas.
–¿En qué momento se puede hablar de pasado?
–La verdad es que yo mismo he señalado, que estamos viviendo una época en que el pasado convive con lo nuevo, lo viejo con lo nuevo, y eso genera una tensión y una dialéctica muy compleja, que es lo que caracteriza la dificultad de gobernar.»
Esta forma de reaccionar ante las quejas del Partido Revolucionario Institucional tiene una forma coloquial para ser descrita: tirar la piedra y esconder la mano. Pero cuando se hace mal, de tan visible forma, sin recato ni pudor, entonces dicen algunos: tiró la mano y escondió la piedra.
Quizá en los dos años por delante, sobre todo si llega a la presidencia del PRI Humberto Moreira, veremos un partido opositor con menos proclividad a la concesión de cómo lo hemos visto bajo la conciliadora operación política de Beatriz Paredes quien no olvida sus viejos lazos de amistad con FCH.
Pero ya se acabó, han dicho algunos después del embate ya mencionado.
DUARTE
Fiesta en Veracruz. Frío en un viento cuya potencia hace vibrar y sacude a los aviones de los invitados quienes llegan a la hora posible, nunca a la hora deseable, pero de todos modos felices y contentos de sostener en manos del PRI el gobierno del estado de Veracruz.
Mañana de tersura en el cambio del mando. Fidel Herrera por la mañana en la televisión local inaugurando hasta el último momento obras menores, pero obras al fin. Terminamos como comenzamos; trabajando.
Y Duarte henchido de satisfacción en el arranque del sueño coronado. Ahí está Miguel Alemán, mira, ve como se saluda con Fidel; linda cosa esta de la diplomacia. Saludos, muchos saludos a la profesora Elba Esther Gordillo quien desde ayer (y contra la opinión del saliente) ya tiene a uno de los suyos en el manejo de las finanzas, pues fuera de toda sorpresa Duarte ha dado a conocer a sus secretarios estelares; Gerardo Buganza en el gobierno y Tomás Ruiz en el manejo de los quintos.
Y para cerrar las puertas al espectral anuncio de una crisis de deuda, Duarte dice: “En los últimos años Veracruz enfrentó diferentes problemas económicos de manera decidida, diseñando y ejecutando esquemas novedosos aplicados (en su oficina, por cierto) que permitieron generar los recursos necesarios para salir adelante.”
Pero Duarte sube la apuesta. Además de anunciar acciones inmediatas en materia de procuración de justicia y oralidad judicial, se compromete a terminar en un año todas las obras de reconstrucción de las obras emprendidas para corregir los desastres ocasionados por unas inundaciones cuya dimensión supera ese optimismo.
Pero es día de ofrecer; de ver para adelanta y quizá por eso el nuevo gobernador se muestra confiado, largamente confiado, capaz de ofrecer esto tan solicitado hace muchos años aquí: un gobierno eficaz, enfocado a la atención y a la respuesta oportuna, donde se privilegie la transparencia y al rendición de cuentas.
Transparencia y rendición de cuentas.
Ayer, hoy y mañana.