En septiembre del año 2012 –hace once años–, Andrés Manuel López Obrador ni tenía el poder, ni tenía un partido dominante. No tenía nada, excepto dos derrotas electorales y una simulación de Gobierno Legítimo; un movimiento itinerante sostenido con fondos nunca conocidos a través de una organización “honesta y valiente” y un partido en embrión alimentado por las sucesivas defecciones de los miembros del Partido de la Revolución Democrática y otros grupos.

En ese tiempo buscaba la vertebración del movimiento. Necesitaba dirigentes, cuadros, y así se dirigía a los militantes:

“…De esto dependerá, en mucho, que MORENA mantenga y fortalezca su autoridad moral y política. Recordemos que nuestra organización no se mueve por la ambición al dinero ni por la búsqueda del poder por el poder.

“Quienes formamos parte de MORENA, debemos guiarnos siempre pensando que venimos a este mundo a servir y no a que nos sirvan. Y que el poder solo tiene sentido y se convierte en virtud, cuando se pone al servicio de los demás.

“MORENA es un espacio abierto para aquellos que busquen ser felices, dedicando su existencia a procurar el bienestar y la felicidad de otros.

“Por eso les pido de manera especial y respetuosa que, al elegir a quienes nos representarán, lo hagamos con todo el cuidado que el caso amerita. No debe importar la clase social a la que pertenezcan nuestros dirigentes. Hay personas humildes con capacidad y de recto proceder, como también, no todo el que tiene es malvado.

“Tampoco debemos equivocarnos ante la simulación, la palabrería hueca o el engaño de quienes se autodefinen de avanzada y solo buscan mejoría económica o acomodo político, bajo la máxima de que se puede triunfar a toda costa sin escrúpulos morales de ninguna índole”.

Hoy, cerca del siguiente septiembre, fecha en la cual los aspirantes a la sucesión se reducirán a uno, el presidente tiene mucho más. En menos de tres lustros ha logrado 23 gobiernos estatales, una fuerza indiscutible en el Congreso, una presidencia inatacable y sin oposición organizada (la crítica es un mosquito contra una venganza blindada), un país dividido y un poderío electoral temible.

No está mal para ser el principio de una dinastía.

Ahora se dirige así a sus súbditos más cercanos:

“…Sin embargo, necesito saber porque ya no se pueden estar dando cambios. Aprovechar para saber quiénes van a estar hasta finales de septiembre del año próximo y quiénes van a participar como candidatos al congreso, gubernaturas o lo que se tenga que elegir… vamos muy bien y hay muy buenos cuadros, también los que se quedan.

“Si el pueblo lo decide y vuelve a triunfar el movimiento de transformación, si continúa la transformación de México, si hay continuidad con cambio, como van a quedar bien acreditados, van a tener posibilidad —si son jóvenes y lo desean— de continuar ayudando porque no es el cargo lo importante, es el encargo”.

MANOLO

En Coahuila ha ocurrido un fenómeno intersante: Manolo Jiménez dice: “pasamos de ser una alianza entre fuerzas políticas, a una gran frente ciudadano integrado por muchas y muchos coahuilenses que queremos hacer cosas buenas por nuestra tierra, vamos a trabajar por ellos y por el bien de Coahuila de nuestras familias.”

Si ese frente ciudadano llega a consolidarse como (por ejemplo) se consolidó el Movimiento de Regeneración Nacional de AMLO, Manolo Jiménez tendrá abierta de par en par la puerta de la candidatura presidencial para la elección del 2030.

En esta elección próxima quien gane, provendrá del gobierno de algún. Estado. Adán, de Tabasco; Claudia, de la CDMX; Marcelo del DF y Ricardo Monreal de Zacatecas.

Tampoco lo olvidemos, Vicente Fox fue gobernador de Guanajuato.

BANQUITO

Varios se lo dijimos a tiempo a Xóchitl Gálvez, pídele el banquito a Silvano Aureoles.

El truculento camino de la sentencia en firme puede durar muchos meses. Como decían los republicanos: no pasará.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona