Antes, cuando la medalla Belisario Domínguez era símbolo de honor, resistencia, vanguardia y valor civil, el desaparecido periodista Manuel Buendía propuso su entrega para el ex embajador mexicano en Chile durante el golpe de Estado, Gonzalo Martínez Corbalá.
Como todos sabemos Martínez Corbalá salvó muchas vidas durante el cuartelazo de Pinochet. Y otro cuartelazo, el de Huerta, le dio a Domínguez la oportunidad de pasar a la historia como un héroe demócrata.
Nadie le hizo caso.
años después esta columna, con el debido crédito, lo propuso de nuevo y a ella se sumaron varios colegios ingenieriles del país. Nadie nos hizo caso.
Hoy algunos proponen entregarla post mortem a Gonzalo Rivas, un sencillo ingeniero también, cuyo heroísmo al evitar un incendio en la gasolinerita de Chilpancingo, en la carretera de Acapulco, vandalizada –como es costumbre– por la horda de Ayotzinapa.
La enciclopedia virtual, Wikipedia, cuyo autor en otro tiempo podría haber sido Diderot, nos dice esto del hombre en cuestión:
“Gonzalo Rivas Cámara había vivido los últimos 20 años de su vida en Chilpancingo, Gro. Estaba casado y tenía dos hijas.1
Rivas era de profesión ingeniero de sistemas informáticos y entre sus labores rutinariamente visitaba la estación de gasolina cerca del hotel «Parador del Marqués» en la Autopista del Sol hacia el sur de la ciudad de Chilpancingo.
“El 12 de diciembre del 2011, en medio de una enorme manifestación violenta durante el llamado Conflicto de Ayotzinapa (yerra la enciclopedia, ese conflicto no se llamaba aun de esa manera en esos días) en el cual estudiantes normalistas cometieron bloqueos y actos vandálicos, estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa arribaron a la estación de servicio exigiendo se les diese gasolina.
“Los empleados de la estación se les negaron. Entonces los estudiantes cruzaron la avenida a otra estación de gasolina donde lograron llenar un contenedor de plástico y retornaron a la primera gasolinería para incendiarla como represalia por la negativa.
“De acuerdo a testimonios, mientras estudiantes y empleados de la gasolinería corrieron para ponerse a salvo, Rivas tomó un extintor y se dirigió a apagar el fuego causado por los estudiantes. Si bien logró impedir que el fuego se extendiese a la gasolina en los depósitos (100000 litros), el fuego alcanzó el contenedor de plástico que los estudiantes habían dejado junto a la bomba, el cual al derretirse ocasionó una llamarada que alcanzó a Gonzalo Rivas provocando quemaduras de tercer grado en 35% de su cuerpo.
“Trasladado al hospital del IMMS de Lomas Verdes, en Tlalnepantla, estado de México,3 Gonzalo Rivas Cámara falleció ahí en los primeros minutos del 2012 como consecuencia de las graves quemaduras sufridas. El acto del ingeniero fue calificado de heroico y comparado incluso con el sacrificio de Jesús García «El Héroe de Nacozari» ocurrido 100 años atrás”.
La simple narración de este sitio de recolección informativa internacional podría dar una clara idea de los méritos de este hombre, pero no le van a tomar en cuenta. Y no por eso del mérito o el demérito. No, sino porque se trata de una forma de mermar el prestigio (si alguno tuviera) la lucha de los normalistas y su cauda de quejumbrosos internacionales (hasta Roger Waters) también en torno del siguiente suceso de Iguala, en el cual 43 activistas fueron secuestrados y asesinados por narcotraficantes y bandoleros al servicio del gobierno perredista de Guerrero, quienes han acusado de su “desaparición forzada” al gobierno federal en una muy rentable campaña cuyo desenlace veremos parcialmente en el 2018.
Nadie les llevará la contraria.
Si se quisiera recuperar el prestigio de esta medalla ahora coinvertida en una vulgar corcholata, “Sencillamente Palacio”, se podría actuar en contra de la corriente. Pero no, lo van a hacer.
Se la darán a quien sea y la distinción seguirá cuesta abajo en el desprestigio y el mal uso de la memoria del senador Domínguez.
Quizá ahora sea una medalla “Totalmente Suburbia”. O algo Así.
TRUMP
El debate fue ganado, obviamente por Hillary Clinton, pero algo tiene esta mujer o algo no tiene, mejor dicho. Sus golpes van bien conectados, pero le falta el “punch”, esa extraña condición por la cual el adversario se queda con la cara a las lámparas. Pega, pero no contunde.
Y a este mamut del republicanismo más obcecado e ignorante, hacer falta derribarlo completo. Y después arrancarle los colmillos.
Trump lo sabe, mientras haya vida, habrá esperanza. Horrible.