Con la misma desesperación de quien llega tarde a tomar el avión de la historia, el presidente de la República –decretazos, fuerzas militares, enojos, auto elogios–, ha endurecido su actitud. Le sobran problemas y le falta tiempo. 

En su apresuramiento obsesivo no advierte cómo él mismo crea las dificultades, edifica catedrales de ineficacia; premia a los incapaces pero leales;  desplaza a los aptos y se hace seguir por una multitud de fervorosos e hipócritas quienes lo ayudan a construir un castillo de naipes en cuyos salones repletos de aduladores, puede con toda inmodestia y autoelogio, declararse –como en su tiempo hizo Enrique Peña–, salvador de la patria, obstáculo contra el caos.

“…Nada más imaginen, si no se hubiera dado el cambio en el18 ya PEMEX estaría en bancarrota (lo está), la comisión federal lo mismo (lo está) y un caos en el país (también lo hay)”.

Dicho de otra manera en algo como paráfrasis de Luis XV, en sentido inverso: sin mi, el diluvio.

Pero ese diluvio nos ahoga, porque no se puede presumir habernos salvado del desastre cuando es necesario (e inútil) ir a Zacatecas a ver si es posible hacer algo contra una delincuencia capaz de colgar cadáveres de los puentes y postes de Fresnillo y otras ciudades, un día si y otro también, ante la incompetencia o ausencia de autoridades capaces, cuyo diagnóstico es tan estúpido como su actitud.

–“Se les pasó la mano”, dijo David Monreal de los delincuentes.

–¿Entonces la mano criminal puede actuar hasta el un límite si pasarlo? ¿Es como el alcalde inocente siempre y cuando robe poquito? 

–Gracias, gracias, señor presidente –dijo el gran lambiscón– por venir a Zacatecas a darle esperanza, darle confianza…”

Esa esperanza viste de color oliva. Y también de pura saliva.

El secretario de la Defensa, Crescencio Sandoval, plantea una realidad alejada, en el fondo contraria del remedio siempre propuesto por su jefe el presidente.

Mientras éste insiste en una solución laboral (temporal e insuficiente) y de oportunidades para los jóvenes como antídoto para la leva de los criminales, ya sea sembrando vida o construyendo el futuro, programas en ejecución desde el 2018 (para atacar las raíces de la violencia y la injusticia y bla, bla, bla), el secretario de la Defensa explica cómo en plenas vigencia y aplicación de dichos programas, la delincuencia ha crecido.


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Mientras el presidente quiere eliminar el “semillero” del delito; los jóvenes enganchados como consecuencia inevitable de la miseria, el general dice:

“…Los homicidios se han ido aumentando desde el 19, 20,21. A partir de marzo se hizo un. refuerzo con personal de la Guardia Nacional. y hubo una reducción, pero volvió a crecer en estos meses,” lo cual nos prueba varias cosas: el crimen organizado sigue reclutando y la presencia de la Guardia Nacional es poco eficaz.

Pero lo más pasmoso de todo en el plan Zacatecas está en estas palabras del divisionario:

—“Vamos a evitar la confrontación de grupos delictivos que generan la violencia en el estado”.

Y Pero Grullo se pregunta: ¿no sería mejor evitar a los grupos delictivos?

Esto equivale a decir, si se portan bien y no se matan entren ellos y se llevan entre las patas de sus caballos a los demás ciudadanos, podemos convivir todos como buenos mexicanos. Siempre y cuando no se les pase la mano… 

Pero el desastre zacatecano tiene espacio hasta para los problemas familiares, porque el alcalde de Fresnillo, Saúl Monreal, quien resulta hermano del gobernador, se queja de ninguneo, pues a pesar de la violencia en su municipio, y la escasez de sus recursos, nadie lo llama ni mucho menos lo invita a la cena del señor, y lo relegan y lo cuentan como un cero a la izquierda, lo cual quizá responda con exactitud a su verdadero valor político en ese entramado de nepotismo ineficiente, y cuando por fin su hermano, el señor gobernador le hace una llamada telefónica, le dice, mira pues, no te invitamos porque era una reunión privada…

Ahora las reuniones “privadas” son con decenas de funcionarios y cámaras de televisión. En fin. 

Sin mi, el caos… nos ha dicho el presidente como si quisiera evocar a Luis XV, quien dijo profético, “Après moi le déluge”. Después estalló la Revolución. 

Pero ese es el estilo “cuatroté”. Las explicaciones sobre la realidad, quieren cambiar la realidad cuando las cosas ya han ocurrido. 

Por eso todo sigue igual, por eso todo son promesas, por eso todos son planes, por eso se sigue hablando del proyecto de país y no del país. 

Los proyectos, como las maquetas o los diseños en pizarrones o pantallas de “power point”, jamás tienen errores. Todo esta previsto, pensado, planteado y planeado. Nada falla en los discursos, por eso tenemos tantos. 

El discurso nunca necesita la aprobación ni de la verdad ni de la realidad.

Saliva y verde oliva. Esa la receta.

Y así, en medio de la inflación más alta de los últimos 20 años, el presidente mete un caballo (yegua) de Troya al gobierno del Banco Central…

Una economista cuya trayectoria profesional incumple los requisitos legales: cinco años de experiencia en el sector financiero y monetario. No los tiene la señora Victoria Rodríguez cuyos méritos son otros.

–Eso dice la ley?

–Pues no me importa. El Senado la aprobará, para eso está el otro Monreal. 

–¿No puede el español dirigir una institución del estado porque así lo dice la ley? 

Pues cambien la ley.  

Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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