Hace algunos años, en medio del entusiasmo por su velocidad fulgurante y su escritura de alucinación fugaz, su tema actual y descarnado y su veracidad creativa, comenté la novela “La Mara”,. De Rafael Ramírez Heredia” con un a sentencia rotunda: esta es la mejor novela de los últimos 35 años, por lo menos.

Sin retractarme de ese juicio, debí haber dicho con más justicia, junto con “Noticias del imperio”. Poco después se hizo una encuesta para determinar las obras mexicanas del siglo. Y entre las novelas aparecía, junto a Pedro Páramo; “Los de abajo” y algunas otras, la obra cumbre de Fernando del Paso, en cuyas páginas nos estremecen la historia, y la locura de Carlota y quien ha sido galardonado –justamente—con el Premio Nacional de Artes y Literatura de este año.

“Noticias del imperio” es, si así se quiere ver, la convivencia entre dos obras: la novelización del desastre de Maximiliano y en paralelo, o envolviéndolo todo, el extensísimo monólogo de Carlota quien en su locura progresiva confunde, en el nebuloso final de su existencia, a Charles Lindbergh con un mensajero en cuyo aparato volador llegan las últimas noticias del imperio perdido, de la vida perdida, del mundo perdido.

EMPATÍA

Quizá no haya compromisos perdurables de orden político, pero como se quiera ver la actitud de los premiados de este año en cuestiones de humanidades, artes, lingüística y todas las demás expresiones de la cultura, fue al menos empática con las tesis y propósitos del gobierno, sin significarse para nada la personalidad crítica de algunos de los galardonados.

Dijo Roger Bartra en el nombre de los demás distinguidos:

“…Quienes tienen funciones gubernamentales se disgustan a veces por las críticas y los reclamos de quienes ejercen la misión de escribir la historia, y de juzgar la trascendencia de los actos de los dirigentes.

“Por su lado, los creadores y los estudiosos temen que el inmenso poder que se acumula en la élite política aplaste su libertad crítica. Sin embargo, estoy convencido de que debemos esforzarnos por mantener abiertos los canales que comunican el mundo de la investigación y la creación, con el del poder y la gestión gubernamental. Sin esos vasos comunicantes, con todo y que a veces producen tensiones, la sociedad y la política correrían el riesgo de estancarse”.

REFLEXIONES

Deseo en esta ocasión compartir estas reflexiones, tal y como las expuse el miércoles en “Radio Fórmula”. Ojalá ayuden en el análisis de nuestro presente y nuestro porvenir.

“…Ya tenemos avanzado un gran tramo de la reforma de la energía en México y yo quisiera hacer un par de reflexiones sobre una palabra que tiene que ver con la reforma. Lo pongo así para ver quién ayuda en este debate.

“Yo digo, toda reforma es un cambio de historia, y pregunto, ¿la historia es lo que leemos o lo que construimos?

“Quiero decir, ¿debemos respetar una historia, a la manera de Manuel Camacho, que hoy en un debate contemporáneo no encuentra argumentos, excepto la relectura de la historia, y nos regala el discurso, maravilloso discurso, que pronunció hace 75 años el general Cárdenas?, o la historia es avizorar oportunidades y transformar instituciones para poder llegar a esa nueva forma de organización nacional.

“Yo tengo mi propia respuesta, pero mi respuesta no le importa a nadie. Lo que quizás le importe a alguien es el establecimiento de premisas para poder pensar si lo que estamos haciendo nos va a poner en la historia contemporánea o la historia contemporánea nos está obligando a hacer lo que estamos haciendo.

“Dicho de otro modo, somos hijos de la historia que nos empuja o somos padres de la historia que estamos escribiendo.

“Que lo decida quien lo tenga que decidir, yo solamente lo planteo así.

“Y en ese sentido, veo que toda reforma es una traición a la historia escrita porque si vas a respetar aquella historia, no te vas a mover de ese canon ni de ese sitio; si quieres reformar, tienes que destruir, si no destruyes no puedes construir.

“Entonces, en México teníamos varias cosas intocables, inamovibles y las hemos ido moviendo todas.

“Teníamos intocable las Leyes de Reforma que expidió Benito Juárez y las destruimos, las abandonamos, le abrimos la puerta al clero para que entrara en la política, para que entrara en los negocios y en lo que quisiera hacer y no pasó nada.

“Teníamos el mito o teníamos la historia de la propiedad social de la tierra.

«Cárdenas nos dio la tierra» decían los campesinos. Yo acudí a entregas de tierras en este país cuando el presidente entegaba (sic) certificados para la creación de nuevos centros de población agraria, ejidos, comunidades dueñas de su tierra.

“Le habíamos dado la razón a Zapata, después se la quitamos e hicimos campos de golf; no importa, teníamos que destruir el pasado para construir el futuro. Y después dijeron, los obreros, los trabajadores, esos no cuentan, esos no existen, no merecen sentarse en la mesa del patrón, los patrones estamos sentados aquí y los sindicalizados de Pemex allá afuera, a la calle, no merecen sentarse en la mesa del patrón, aquí es la casa grande, ustedes son mano de obra, váyanse allá adonde están el chapopote y la mugre, aquí no vengan a ensuciar nuestras alfombras; porque su líder es un corrupto.

“Y por proceder contra el líder, que además es un senador de la República, lo cual nos dice que la República tiene muchos corruptos, hasta en el Senado, si eso fuera cierto, pues los obreros no cuentan, no valen.

“Pero para ellos se hizo el Instituto Politécnico Nacional, para que se pudiera operar la industria petrolera mexicana una vez expropiada; eso es el pasado, eso no cuenta, eso no sirve. No sirven, ellos son ladrones, son bandidos, aquí nada más sirve el capital extranjero, bienvenido, «Please, mister, welcome, sit here please, come here, ok?».

“¿Qué estamos haciendo? Estamos haciendo historia, ¿sí?, y la historia requiere un parto y el parto requiere dolor y a veces, a veces, el cambio requiere sangre, aquí no, aquí no pasa nada…

“…Se acabó, se está escribiendo la historia futura de México. ¿Será para bien o será para mal? No me lo pregunte a mí, yo no lo voy a ver y seguramente usted tampoco.

“Si esto funciona, funcionará dentro de 15 o 20 años y, posiblemente, muchos de nosotros los que estamos hoy aquí, no solamente ya no seremos los mismos, algunos ya no seremos”.

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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