Es cierto, no se puede ser acrítico en la exposición de una noticia como esta, mucho menos en su análisis. Las peores características del sistema han quedado al descubierto y no es casual o accidental la fecha cuando se produjo.
Si el gobierno a veces falla con la oportunidad para exponer su obra, no ha sido ese el caso de los organizadores de la fuga de Joaquín Guzmán Loera quienes han hallado en el viaje presidencial a Francia (tan oropelesco como innecesario y concurrido, dice la voz popular), la cámara de resonancia más conveniente para liberar al reo y de paso exhibir en el peor de los ridículos a un gobierno cuya jactancia cuando lo aprehendió no tenía límites para su desbordado lucimiento.
Muy lejano del aciago momento del sábado por la noche cuando Enrique Peña fue informado –en ruta a París–, de la (hasta ahora) “Fuga del siglo”, como dijeron cuando Kaplan metió un helicóptero en Santa Marta Acatitla y terminó cenando ravioles en Nueva York.
Si Miguel Ángel Osorio le sonó el celular al Presidente Peña a las cuatro de la mañana para despertarlo hace semanas, en la vigilia sobresaltada de una pregunta temerosa cuando le iba a dar la buena de haber capturado a “La tuta”, en este caso todo fue distinto:
–¿Y ahora qué?, pensó en aquella ocasión el Ejecutivo, para después tranquilizarse y alegrarse por la captura de Servando Gómez.
–Pues ahora se nos ha fugado “El chapo”, le dijo Rubido
Si un delincuente se fuga una vez de un penal federal de “Alta seguridad”, el sistema se pone en entredicho. Pero si el mismo señor se fuga dos veces con administraciones distintas bajo partidos políticos diferentes (en apariencia) , entonces ya resulta absolutamente grotesco. El sistema ha sido desnudado de manera contundente.
Hasta ahora no se sabe cuántas veces se va escribir este nombre, pero la palabra “Chapo” pronto será citada como ninguna otra en nuestra historia reciente. Ya lo podrán volver a la lista del Forbes y ya se encargarán los tutores de la “inteligencia” mexicana; es decir, los espías y agentes de la DEA y el Departamento de Estado, de orientar las investigaciones hacia donde les convenga a ellos, no a este gobierno incapaz de administrar una reja, un candado y una celda. Durísimo golpe a la autonomía mexicana.
Hoy valdría la pena analizar cómo Guzmán fue preparando su terreno para “aflojar” a las autoridades penitenciarias más allá de la obvia corrupción económica con el fácil pretexto de los Derechos Humanos, sus amagos de huelga hambrienta y todo ese amasijo de recursos no eran sino parte de una tramoya –secundada por las “buenas conciencias”– cuya finalidad, ahora lo vemos, fue nada más esa: minar el terreno.
Recordemos lo publicado hace un año (Apro):
“Ante el terco silencio mantenido por las autoridades federales a partir de la publicación en Proceso (edición 1968) del reportaje en torno a la huelga de hambre masiva organizada por “El Chapo Guzmán” y “La Barbie” en el penal de máxima seguridad de El Altiplano, la protesta resultó un éxito para los capos y los más de mil internos que se sumaron a ella. El gobierno de Enrique Peña Nieto, a través del director del Cefereso, se vio obligado a dar atención a todas sus demandas, relacionadas con los derechos humanos…”
–¿Ahora los políticamente correctos se darán cuenta de cómo los usan o se dejan usar?
SENADO
Los senadores del PRI manifestaron en un comunicado dominical su preocupación e indignación por la fuga y “ al igual que la gran mayoría de los mexicanos, esperamos de las autoridades responsables información y la acción para que de forma coordinada y oportuna pueda, pronto, ser recapturado “El Chapo” Guzmán”.
Y dijeron más:
“De igual manera nos sumamos a la instrucción del Presidente Enrique Peña Nieto para que se lleve a cabo una profunda investigación, a fin de determinar y ubicar a quienes tuvieron cualquier tipo de participación en la fuga, sean o no servidores públicos, porque es inaceptable que el esfuerzo de los mexicanos y del Gobierno federal en el combate a la delincuencia organizada, se vea afectado por este tipo de actos de corrupción”.