Cuando todo pasa es muy simple decir, pasa menos, merma, disminuye; antes era peor. Calderón debe explicar los nexos de García Luna con los narcotraficantes. ¿Y lo de hoy?
Así, día con día, como un gobierno de mil y una noches, cada noche un cuento, cada mañana una historia, paso a paso… Carpe diem, parece ser la única receta, para lo bueno y para lo malo.
Nada es para siempre, ni las cuarentenas, ni las enfermedades, ni nada. Sólo la muerte.
Así, cuando, los cadáveres de los ejecutados en disputas de cárteles aparecen colgados de los puentes, la mejoría se advierte porque se convierten en paquetes y van a dar a las puertas de las casas de gobierno o se tiran en parajes remotos o en las carreteras; en lugares donde el Estado ya no es ni siquiera una presencia decorativa, es una figura compungida a la cual, como en Zacatecas, le queda sólo el remedio intangible de alzar los ojos al cielo y pedir la intervención divina para repartir, abrazos, balazos o cualquier cosa y como el maná, derramar desde la altura la inalcanzable supervivencia terrenal.
Pero desde el centro poderoso, desde el omnímodo Palacio Nacional, la única oferta de cada mañana es la tranquilidad. Una pasmosa, cachazuda serenidad ante las evidencias del desastre nacional, al menos en materia de seguridad pública.
Los hechos en Veracruz, otro estado de alta violencia irremediable, son estos:
«Los cuerpos de nueve personas ejecutadas fueron arrojados a un costado del tramo de la autopista a Cosamaloapan, a la altura de este municipio.
«El hallazgo se realizó está mañana y sobre los cadáveres se encontró también una cartulina con un mensaje.
«Entre los cadáveres hay mujeres y todos se encuentran desnudos y apilados, a la altura de un rancho, en el kilómetro 118. De acuerdo con los primeros informes, los cuerpos presentan huellas de violencia y fueron localizadas por habitantes, que llamaron al número de emergencias 911.
«Elementos de Seguridad Pública llegaron para acordonar la zona y requerir la intervención de autoridades ministeriales… Efectivos de diversas corporaciones llegaron en apoyo y pusieron en marcha un despliegue en los alrededores en busca de los posibles responsables».
La respuesta es esta (derivada, tanbién de la rispidez contra el Senado):
«…el pueblo apoya a Cuitláhuac, el pueblo veracruzano, o la mayoría, para no hablar en lo absoluto, la mayoría lo apoya y nosotros también. Yo respaldo al gobernador, no sólo porque es una autoridad legal, legítimamente constituida, un gobernante que está ahí porque obtuvo votos en elecciones limpias, libres, como no se veían en Veracruz en mucho tiempo, pero no sólo es por eso, sino porque me consta que es un hombre con principios y con ideales».
En cuanto a Zacatecas, la voz del Palacio resuena así:
«…Lo de Zacatecas, que sí muy lamentable lo que sucedió, pero pues vamos avanzando y en el tiempo que llevamos con un operativo especial en Zacatecas (27 de noviembre) tenemos una disminución en homicidios del 25 por ciento en 40 días (…) Hay enfrentamientos entre grupos y desde luego es una provocación ir a dejar los cuerpos…»
La disminución de los homicidios en la cuaresma mencionada por el presidente, se puede comprender así: antes del «operativo» de hace meses, sin avances reales, (Guardia Nacional, Ejército, etc.), aparecieron colgados doce cuerpos en un puente de Fresnillo. El presidente municipal de Valparaíso –además–, les recomendó a los ciudadanos guardarse en sus casas porque no había quien los protegiera en las calles.
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Ahora, en plena euforia por un éxito inexistente, el presidente habla de la provocación de tirar los cuerpos en las calles, pero no dice cuántos: fueron 10 cadáveres a las puertas del Palacio de Gobierno. Y el gobernador se encomienda al reino de los cielos.
Pero debe reconocerse: la respuesta del Estado ha sido eficiente; el jefe del Ejecutivo habla de una disminución cuaresmal del 25 por ciento de la violencia y el gobernador se encomienda al divino padre a ver si él resuelve este desmadre:
“Yo he dicho y sostengo, confío en la bendición de Dios y espero que, así lo he dicho, hayamos llegado a tiempo para detener todo este deterioro y todo esto que está sucediendo (…) Así es que, pues hay que encomendarnos a Dios, en el nombre sea de Dios, y vámonos a las actividades. Hay que cuidarnos los unos a los otros…”
Así este ha pasado de ser el gobierno de la esperanza, al de la administración de la fe.
Lo primero es la paciencia ante el porvenir. Todos somos Job, a fin de cuentas. Y con tarjeta del Bienestar; más.
Y en cuanto a la fe, pues es sencillamente la creencia en lo inexistente.
Como el cielo o el infierno.