Ha quedado para la enciclopedia de los dichos (y las actitudes) políticos nacionales, la respuesta de Miguel Alemán cuando aquel incendio del mercado porteño en el lejano 2003:
–“…No soy bombero, soy gobernador”, dijo cuando explicó su ausencia en el lugar del siniestro.
En sentido contrario y ante el desastre en el edificio anexo a la Torre de Petróleos Mexicanos, los mexicanos de hoy podemos suponer un gabinete de seguridad en el cual –de arriba abajo–, todos son bomberos.
Pero el hecho real es muy simple: ante un estallido de consecuencias mortales (35 personas fallecidas hasta donde se sabe) el Presidente Enrique Peña movilizó a todo su equipo de seguridad para presentarse en el lugar de los hechos, tomar cartas en el asunto, confortar a los deudos, favorecer a los heridos, resolver las cosas y hacerle frente a la realidad.
–¿Bomberos o funcionarios responsables y comprometidos?
Eso se calificará de mejor manera cuando terminen los peritajes y las investigaciones sobre la naturaleza de los hechos, cuando se analice con frialdad si todo fue una sobrerreacción de un gobierno en plena luna de miel con los ciudadanos o una respuesta seria ante un asunto de naturaleza grave.
Las instalaciones de Petróleos Mexicanos, en especial las industriales (refinerías, pozos, ductos), viven permanentemente custodiadas por el Ejército Nacional. Su importancia económica y fiscal las convierte en áreas estratégicas de primera importancia. Eso explicaba el jueves pasado, y después, la presencia de soldados en las inmediaciones de Bahía de Todos los Santos, Santa Bárbara, Marina Nacional y toda esa zona del norte de la ciudad de México, donde hace algunos años corría manso y raquítico un río llamado de La Verónica junto al cual hoy se ha construido el Circuito Interior sobre la antigua avenida Melchor Ocampo cuyo monumento se conserva en las inmediaciones de Chapultepec.
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El escándalo no menos explosivo, si bien menos estratégico detonado por las revelaciones del comisionado Ángel Trinidad Zaldívar en el Instituto Federal de Acceso a la Información nos hace ver varias cosas muy graves.
La primera, la falsedad de la autonomía de los órganos autónomos como el IFAI, cuya ampliación de funciones y responsabilidades fue una de la iniciativas del presidente Enrique Peña Nieto en los días previos a su toma de posesión y sobre cuyo desarrollo ya se tiene adelantado buen tramo del trabajo legislativo, el cual podría verse alterado para remover al actual consejo y buscar el orden en esos asuntos.
No podemos olvidar la forma como se nos presentó a los ciudadanos la creación del Instituto y la vigencias de una Ley Federal de Acceso a la Información: una evidencia democrática del gobierno de Vicente Fox, seguida con fervor republicano y talante democrático por el señor Felipe Calderón. Pues hoy todo eso es un cuento,.
Calderón pervirtió la operación del IFAI con la inclusión de tres consejeros cuya misión era cuidarle las espaldas. O al menos eso creí él.
El ex presidente impuso a una ex funcionaria del CISEN, Sigrid Arzt y con los últimos hálitos de su poder atornilló en la presidencia (con los votos de esta concejera y de María Elena Pérez Jaén, la única de ellos con experiencia y conocimiento del tema) a Gerardo Laveaga quien fue descalificado por el consejero Zaldívar.
Hoy; en plena discusión sobre el futuro de la institución, regresa a la escena “transparente” el ex consejero Juan Pablo Guerrero (fundador del Instituto) quien tuvo roces notables con el desaparecido Alonso Lujambio cuando este malogrado funcionario panista fue presidente del IFAI.
Como todos recordamos Lujambio se negó a someter a la lupa de la información cuánto había costado una fiesta de cumpleaños de Felipe Calderón en Los Pinos, en la cual Lujambio había sido uno de los invitados. también se le recuerda como censor de la decisión del instituto de proteger a Genaro García Luna mediante la reserva por doce años de algunos de sus secretos burocráticos. Guerrero, un ortodoxo de la transparencia, sustituye en el cargo a Mauricio Farah quien desde hace algunas semanas se desempeña en la Cámara de Diputados como Secretario General.
Pero en asuntos menos curriculares, vale la pena revisar el documento enviado por Alfredo Méndez Calatayud, Director General de Tecnologías de la Información al maestros Gerardo Felipe Laveaga Rendón, Comisionado Presidente del IFDAI, en el cual se prueba la mentira de la comisionada Sigrid Arzt quien quiso explicar sus actitudes de espionaje a través de su cargo (toda una perversión de sus funciones) con la peregrina frase de un “hackeo” de su computadora.
En ese estudio de la cuenta de correo verdes.piedra@yahoo.com, se dice categóricamente:
“Existe evidencia de que las solicitudes de información que se describen en el mensaje de correo, fueron elaboradas desde la computadora asignada a la comisionada Sigrid Arzt”.
Desde ese equipo la señora Arzt, cuya incorporación al IFAI gracias a las presiones de la Casa Presidencial (ahora se comprende su finalidad) fue impugnada oportunamente por muchos dentro y fuera de la institución; hurgaba en la información de políticos, académicos y hasta compañeros suyos dentro del IFAI, dados sus antecedentes de trabajo en el CISAN y el PAN.
Su “modus operandi”, para actuar como una Mata Hari ineficiente, pues a fin de cuentas fue descubierta, exhibida y puesta en entredicho, era sencillo y hasta pueril: con nombres falsos solicitaba información y después se adjudicaba los expedientes como consejera.
En el reporte de “hallazgos de seguridad” ya citado, se dice:
“…la seguridad en la infraestructura crítica que forma parte de los procesos sustantivos del instituto, es un factor importante para garantizar que la información no sea comprometida, ya sea por modificaciones no autorizadas donde la integridad y disponibilidad de la misma pueda ser afectada.”
Total, un “mugrero” de los recomendados de Calderón. Otra raya al tigre.
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El pasado miércoles los diputados recibieron el informe del Comisionado de los Derechos Humanos, Raúl Plascencia. Una versión recargada de los anteriores.
En este caso la estructura de pasadas presentaciones (informar para persuadir) se repite mediante la vieja mecánica de presentar un panorama catastrófico cuya amplitud justifique la solicitud venidera: más dinero futuro para la CNDH; en vista de la forma como han aumentado las violaciones a los Derechos Humanos.
–“Han reaparecido violaciones que creíamos ya desterradas—dijo muy circunspecto Don Raúl—lo que es urgente corregir”.
Como todos sabemos una violación es un hecho. Una conducta en la cual se incurre, de manera clara, en una transgresión la cual una vez ocurrida, pues difícilmente reaparece. Los hechos no aparecen y desaparecen como lo podría hacer el Gran Houdini en un acto de ilusionismo. En todo caso se cometen de manera frecuente, sistemática y quizá eso haya querido decir el doctor RPV.
Pero casualmente y más allá del desorden de su discurso, esa misma percepción campeaba en su informe del 2010 en el cual describía un panorama aterrador debido a la violencia (en medio de la guerra de Calderón) como jamás la habíamos conocido los mexicanos, sin atribuirle causas posibles. Simplemente llegó del cielo.
Pero quizá por eso el informe rendido a los diputados causó repulsa en algunas organizaciones civiles como por ejemplo la Comisión Mexicana de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos (Daniel Joloy) quien aprecia en la actitud y palabras de Plascencia una actitud –por decir lo menos, de complacencia–, pues fue necesario para la CNDH esperar la salida de Felipe Calderón del poder para enterarse de cuanto la sociedad se ha cansado de decir: el aumento en la desapariciones, ejecuciones extrajudiciales y torturas.
Pero entre la vigencia de la ONDH (Omision Nacional… durante FC) y el intento de mostrar otro rostro para la CNDH (Comisión Nacional…en tiempo de EP), vale la pena rescatar estas ideas de Manuel Olivares, Coordinador de la red Guerrerense de Organismos Civiles de Derechos Humano en relación con el mismo informe:
–“El hecho de que haga las denuncias cuando Calderón ya se fue, deja mucho que desear porque demuestra que sigue existiendo sumisión de la CNDH hacia la línea de quienes le dan su financiamiento. Siempre están tratando de quedar bien con el Ejecutivo y no son capaces de reconocer el carácter represivo y criminalizador de los diferentes programas del gobierno…”
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Adiós a Rubén Bonifaz Nuño.