La regeneración nacional a la cual todos hemos sido convocados desde la cima del poder, cuyo ejercicio es a un tiempo confirmación personal e iluminación histórica; oportunidad y dogma, tiene en casi todos los sentidos una constante inmutable: la contradicción.

Los hechos contradicen a los dichos y, lo peor, los hechos mismos contradicen a otras acciones.

El caso de la madre del “Marro” es un ejemplo claro de esta circunstancia. Hay otras, pero esta es la más visible por tratarse de la más reciente.

El 21 de este mes se dio a conocer la detención de María Eva Ortiz, madre de “El Marro”, José Antonio Yépez  Ortiz, líder de la banda de Santa Rosa de Lima, quien amenazó al gobierno federal, en todos los tonos y hasta con una piedra en el zapato, porque no se debe tocar a las familias.

Sentado en una silla con aspiración de trono gestatorio, “El Marro”, exhibió sus armas. Las verbales y la del fusil de asalto.

En enero, su esposa, Karina N., también fue puesta a disposición de la autoridad. Tampoco se le pudo vincular a proceso. Otra pifia, otra detención cuya metodología no satisfizo los mínimos de legalidad. Para afuera.

En el caso de la señora María Eva Ortiz, se debió a un olvido: quienes hicieron un cateo en su propiedad, no llevaban la orden. La mejor explicación para tanta incompetencia ha sido  la falta de coordinación entre la autoridad federal y la estatal. Una lindura.

Los dos niveles de mando se echan la responsabilidad uno al otro y en medio de este cruce de acusaciones, esta competencia para ver quién es menos profesional y más incompetente, el ciudadano simple se pregunta si para eso quieren una Guardia Nacional cuya mayor hazaña ha sido servirle de policía migratoria a Donald Trump.

Y en el mundo de lo misterioso e incomprensible quedan otras preguntas: si la captura de la señora Eva fue incorrecta por la falta de una orden de cateo, ¿no es posible gestionar un mandato judicial ortodoxo? ¿Eso tampoco lo saben hacer? Y lo mismo para la esposa.

Por lo pronto la condición más favorecida en México es la de madre de delincuente. O hijo amotinado de narcotraficante.

Si se trata de la señora mamá del Chapo, vemos la cantidad de atenciones como se le dispensan desde el Palacio Nacional. Saludos cordiales, oferta de trámite de visa para ir a visitar al fruto de sus entrañas apandado en Estados Unidos con el máximo y más inhumano rigor imaginable.

Y en este caso, pues simplemente el comedido y consabido “usted disculpe” antes de abrirle las puertas de la celda, no se sabe si por fallas en el proceso o por deliberados errores en la captura. O simplemente por pendejos.

Al parecer esta última posibilidad es la más cercana a la realidad profesional de nuestras fuerzas de seguridad y justicia, excepto en el caso de Ovidio.

Pero mientras eso sucede,  ya han transcurrido las horas necesarias para conocer el destino de los integrantes del vasto ( y basto) comando contratado por el cartel de Jalisco para asesinar al secretario de Seguridad de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, quien salvó la vida de manera por demás prodigiosa y cuyas horas de reflexión solitaria en el cuarto del hospital, deben haber estado llenas de pensamientos bíblicos.

Hasta ahora no se sabe si esos sospechosos serán sometidos a proceso o van a ser tratados como los anarquistas e incendiarios de las manifestaciones. Obviamente no es lo mismo un  intento de homicidio en pandilla.

El ingrediente político y el desafío y reto a la seguridad pública, son agravantes dignos de ser tomados en  cuenta; pero eso le corresponde a un juez.  Aquí la flagrancia haría innecesarios los demás detalles y requisitos de una captura con todas las de la ley, pero en el oscuro laberinto de la impartición de justicia, todo puede suceder.

¡HAY NARANJAS!

El semáforo de la epidemia entró en la capital a su coloración naranja, lo cual quiere decir, si pero no. Si te guardas pero nomás poquito. No peques, nomás la puntita.

Y mientras es posible calificar el tino o el desatino de esta medida de apertura, la epidemia nos ha regalado la más real fotografía del Poder Legislativo en la Permanente: todos enmascarados.

Siempre la apariencia por encima de la verdad. Hoy todos se presentan tapados al Senado, lo cual es ponerle máscaras a la careta política.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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