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En 1947, por presiones del arzobispo Luis María Martínez, el Partido Acción Nacional echó de sus filas a uno de sus fundadores más notables (al menos intelectualmente) y uno de los más capaces políticamente: Aquiles Elorduy García. Su pecado fue publicar puntos de vista lesivos (o así calificados) para la iglesia católica.

“El señor licenciado — decía el úcase de expulsión autorizado por Manuel Gómez Morín, presidente del partido— ha dado a la publicidad declaraciones en desacuerdo con los principios y contrarios a la unidad de Acción Nacional, por lo que el Comité Directivo Nacional reitera esos principios y afirma esa unidad y a la vez que da testimonio de la generosidad ejemplar con que el Lic. Elorduy ha prestado servicios eminentes a la ciudadanía de México, reprueba esas declaraciones con las que el Lic. Elorduy se coloca fuera del Partido.”

Todavía hay quien no entiende cómo un señor de ejemplar generosidad y eminencia en el servicio puede ser simultáneamente expulsado de un partido.

Hoy, casi 63 años después las cosas no cambian en el PAN. César Nava ha “desautorizado” (¿pues cuando autorizó?) los puntos de vista del vehemente señor Manuel Clouthier quien ha heredado de su padre (el bronco panista sinaloense al cual llamaron “Sembrador de la democracia”), no sólo la fisonomía sino también el temperamento y la claridad verbal.

Clouthier II dijo:

“El gobierno federal habla de una guerra contra el narcotráfico que en Sinaloa no se ha visto. Se ha golpeado a todos los cárteles y no ha sido proporcional con el de Sinaloa. ¡Eso es evidente! Y si nos preguntan a los sinaloenses, eso es más evidente… A mi no me importa que se esté combatiendo en Michoacán. A mi me importa que haga su tarea (el gobierno federal) en Sinaloa. Y eso es lo que reclamo. Pero resulta que a Sinaloa no la han tocado ni con el pétalo de una rosa. Y la pregunta es: ¿por qué?”

Ante esas preguntas y reflexiones en voz alta (publicadas en la revista Proceso 1737 y después seguidas por casi todos los medios) César Nava ha respondido con un anatema por escrito en tono de furia obediente. Cito a la letra:

“… Estamos convencidos de que esta lucha se ha realizado sin distingos, de manera frontal y directa en contra de todas las organizaciones delictivas que tienen presencia en el territorio nacional.

“Es por ello que el CEN acordó desautorizar las declaraciones vertidas en los últimos días por el diputado federal, Manuel Jesús Clouthier Carrillo, en términos de la fracción XXIII del artículo 64 de los Estatutos Generales del partido, pues éstas son contrarias a los lineamientos políticos del PAN y causan perjuicio a los intereses de Acción Nacional y del Gobierno Federal.

En resumen, Clouthier se ha convertido en otro hijo desobediente a quien no han podido expulsar del PAN por no estar afiliado. Llegó a la Cámara “por invitación” del entonces “líder”, Germán Martínez, pero ha comentado su disposición de ingresar formalmente a las filas azules para desde ahí defender sus puntos de vista y su libertad de expresión.

Y un caso paralelo es el de Lía Limón quien “por congruencia”; no por indisciplina se negó a condenar la conyugalidad entre homosexuales.

“Respeto –ha dicho– a quienes tienen otra opinión, ya sea por cuestiones morales, apreciaciones jurídicas o incluso convicciones religiosas, pero en mi caso éste es un tema de derechos humanos, que pasa por la no discriminación”.

A esta mujer le han apilado la leña verde nada más por su actitud en torno de las controversias ya conocidas contra las leyes del DF, cuyas querellas constitucionales promovidas desde los estados “yunquistas” (Guanajuato, Morelos, etc) corrieron la previsible suerte de ser desechadas por la Suprema Corte de Justicia considerada su notoria improcedencia.

En ambos casos –Clouthier-Limón–, se contraviene en esencia el artículo 61 de la Constitución gracias al cual, los diputados son intocables por las opiniones emitidas en el desempeño de sus cargos. Obviamente la disciplina partidaria es una cosa y la Constitución es otra, pero en el fondo chocan dos actitudes, una de libertad y otra de autoridad.

Lía Limón ha sido hostigada por César Nava; se le retiró de la Comisión de Vigilancia y se le metió en una congeladora y poco falta para verla con campanitas colgando del bies de la pollera.

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En los días presentes dos obsesiones dominan la escena nacional.

Una, obviamente es la cruzada contra la delincuencia organizada cuyos momentos más ríspidos se han dado en Ciudad Juárez donde a la presencia presidencial promisoria de atención federal surgen de inmediato manifestaciones y protestas civiles en una paradoja verdaderamente surrealista más propia de la desesperación y menos de la oposición pero incomoda a final de cuentas.

De esa lucha ya se ha dicho casi todo.

Pero lo más notable en los últimos días ha sido el diagnóstico terrible del secretario de la Defensa Nacional emitido en la ceremonia del “Día del Ejército” en la cual –por cierto— se les aumentaron nuevamente los haberes a las tropas.

“Tengamos presentes los lugares y momentos tan graves, en los cuales las conculcaciones a la seguridad pública, devienen ya en amenazas a la seguridad interior… la delincuencia es un enemigo que (se) mimetiza, se mueve y se escuda en el seno de la propia comunidad.

“Es un adversario que no respeta ley alguna y que sólo responde a un código: el del lucro y la muerte… si se extiende en demasía, (y) se alarga en exceso del trayecto de la confrontación, no sólo se incrementará el número de víctimas inocentes, también se causará un daño adicional a la población, porque podría terminar habituándose a la cultura de la violencia…

“Seguir permitiendo a la mano corruptora del narcotráfico comprar voluntades, es una actitud que al tiempo causará daños irreversibles a México… Son bienvenidas las ideas y propuestas que permitan enriquecer e impulsar la misión…

“…México merece que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance, civiles y militares, para que la patología del narcotráfico y sus irradiaciones sanguinarias se reduzcan a su mínima expresión lo más pronto posible. Nadie desea que esta lucha se prolongue indefinidamente, a nadie conviene.”

Se reduzcan a su mínima expresión. Esa frase es todo un documento estratégico.

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Y la otra obsesión es serruchar la escalera por cuyo ascenso el PRI podría regresar a Los Pinos.

Felipe Calderón ha dicho: no quiero ser un presidente más y esa expresión vale para dos campos.

Uno relacionado directamente con la calidad del gobierno cuyos obstáculos (por no decir fracasos) en resolver la inseguridad, pobreza, desempleo; desigualdad, mala educación, falta de competitividad, subdesarrollo industrial y científico y demás lo tienen seriamente expuesto a la mala calificación y la otra expresamente vinculada con el dominio político y la vigencia partidaria, opuesta por naturaleza a la expresión de mutante significado, la alternancia.

Si en el 2000 era sinónimo de victoria, en el 2012 sería eufónica explicación ante la derrota.

La continuidad panista no permite la alternancia. O hay prolongación política o hay de lo otro. Los términos son excluyentes y simultáneamente imposibles. Quienes sacralizaron e idealizaron el concepto no contaron con la natural finitud política del término. Para gozar de lo alterno se deben oponer a lo continuo.

Pero Calderón, como Enrique IV pone París por encima de la misa. No quiere pasar a la historia de su partido como, el Ernesto Zedillo del PAN; o sea el presidente en cuyo ejercicio se perdieron el partido y el gobierno.

Esa es la razón de las alianzas. Comulgar en París.

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Eduardo Alfonso Guerrero, Jorge Ponce Martínez y Eva Verónica de Gyves Zárate son los jueves de La primera Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia Del DF quienes dejaron libre al asesino del policía Luis Fernando Corona Mercado.

Sus aberrantes argumentos y lo ridículo de los pagos a cambio de una vida humana, no nada más han manchado la de por sí sucia reputación del TSJDF; han puesto al homicida José Luis Romo Trujano en la peor de las circunstancias posibles: vivir el resto de su vida cuidándose la espalda.

Y posiblemente algún día lo alcance la venganza y lo acribillen cuando menos se lo espere.

Ante este fallo de la dicha sala (a ver si lo revisa el poco decorativo Consejo de la Judicatura) nada más queda repetir la expresión de Ricardo Monreal en la tribuna del Senado cuando habló del golpe a los mineros de Cananea:

¡Qué poca madre!

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Este redactor los invita a ver los viernes, “Debatitlán” en “Foro TV”, el canal de reflexión y análisis de Televisa. Ahí estaré semanalmente a las 8.00 de la mañana en compañía de “Brozo” y Juan Pablo González con la interpretación de los hechos de la semana.

Como diría aquel: “¡Órale!”

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona