Dos cosas en la vida son intocables para el señor presidente, de acuerdo con sus persistentes declaraciones, cuya sinceridad las convierte no en piezas de oratoria sino en dogmas de su muy personal religiosidad laica, evangélica, republicana y tetramofósica forma de ver el mundo: la agenda; es decir, la mañanera de propaganda y valladar y la investidura presidencial, no importa si él mismo a veces la convierte en desprestigiado símbolo de autoridad, como ya hemos visto, por ejemplo cuando canta a Chico Che o se limpia el aura con el humo del copal y los leves azotes de las ramas portentosas pero es cosa de cada quien .
Y él, además de presidente de la República, cabe para estos fines, en la amplísima definición de cada quien.
En varias ocasiones el presidente ha explicado el verdadero sentido de sus afanes madrugadores. La supuesta reunión del gabinete de seguridad es un camelo, una distracción, un justificante de su muy personal forma de traer a raya o meter en cintura a sus empleados más cercanos (cosa difícil en algunas de sus colaboradoras), porque no hay quien explique la relación, por ejemplo, entre el bufón de los precios, el señor procurador del Consumidor, Ricardo Sheffield, con la seguridad nacional, porque ni estirando la liga o tirándose los pelos cabe el precio de un litro de Magna en Tizimín, Yucatán, con las quejas de los congresistas estadunidenses por la hegemonía intocable de los cárteles de la droga en el sufrido país.
Y en esto vale una digresión: cómo se explica la sustitución de la autoridad por los delincuentes en pugna quienes han acertado a entregar a quienes armaron todo este despelote con los gringos, a cambio de deslindar responsabilidades y demostrar su inocencia en el caso, tácita condición para mantener las cosas como están. Hoy en México públicamente, los cárteles y las pandillas o los dos, se han convertido en coadyuvantes del Ministerio Público. A ese paso pronto los invitarán a la “mañanera” y los sentarán a la vera de Rosa Icela, a quien le podrán preguntar, ¿por qué tan sola?
Pero el presidente ha dicho, sin la mañanera dónde estaríamos, estaríamos a merced del bloque conservador, lo cual define el verdadero carácter de la conferencia “de prensa” en la cual lo menos importante es la prensa, porque las preguntas son a modo y cuando no ocurre así, cuando alguien se le brinca del huacal a Chuchito, entonces el presidente monta en cólera y lanza palabras ígneas y fogosas (es lo mismo) como ocurrió la semana pasada.
¿Recuerda usted?
“–¿Usted como comandante supremo de las Fuerzas Armadas (le preguntan) podría hacer que el general Audomaro viniera a este espacio justamente a explicarnos la base legal de este espionaje…
“–No tienen por qué venir, nosotros informamos, hoy mismo vamos a través de Jesús a dar a conocer todo lo que ustedes están solicitando.
–¿Por qué no podría venir, presidente…?
—Porque no es a partir de lo que a ustedes les conviene, que son contrarios a nosotros.
—Pero esta tribuna es para la sociedad.
—Sí, para todos, y hay otros temas, pero ustedes no van a poner la agenda. ¿Por qué? O sea, si tienen todos los medios para expresarse, manifestarse.
“Todos los días nos atacan, todos los días (se queja). No hay objetividad, no hay profesionalismo, es una prensa tendenciosa, vendida, alquilada, al servicio de los corruptos; entonces, ¿por qué les vamos a hacer el caldo gordo a ustedes? Con todo respeto, pues…
Bueno, y ya si se habla de respeto, le agradezco al señor presidente su mención en la mañanera del viernes:
“…Rafael Cardona, El Cristalazo, 16 millones. A este lo pueden escuchar con mucha objetividad, con mucho profesionalismo con el otro dirigente de los medios o coordinador de los medios, Pepe Cárdenas, que gritan en contra nuestra como pregoneros”
Gracias, pues.