Como es obvio he asistido a todas las entregas de los Premios Crónica. He escuchado voces diversas, de la difusión cultural a la arqueología; de los medios de comunicación a las maravillas de la danza o la astrofísica; voces universitarias de aliento y palabras críticas, también, de desaliento. Palabras de catedráticos, de académicos, de eruditos El Colegio Nacional, o de artistas musicales.
Todas esas voces han sido aliento –como dije— y alimento, como acabo de decir. Pero entre todas ellas, quiero destacar el emocionante discurso de Roger Bartra ayer en el auditorio Torres Bodet del Museo de Antropología, pero antes lo quiero complementar con otras palabras suyas dichas en el año 2021 (Letras Libres) cuando el gobierno anterior lo acusaba de converso, sin reflexión democrática o analítica, en medio del monotema presidencial autoritario.
“–Vengo de una izquierda tan vieja que ya no existe, ha muerto. De la izquierda comunista quedan unas ruinas en China, Cuba y Corea del Norte. Sus rasgos políticos despóticos han sobrevivido, desgraciadamente, con más fuerza.
“En esa vieja izquierda hubo mutaciones que abrieron paso a la democracia y que me acercaron al liberalismo de izquierda, al reformismo. Estas mutaciones fueron en su época vistas como traiciones por los que se creían “revolucionarios”. Ante el gran naufragio del socialismo soviético y maoísta, muchos de estos “revolucionarios” se volvieron populistas y mantuvieron su odio a la socialdemocracia, un odio que tiene sus raíces en los tiempos del leninismo más duro.
“El propio presidente López Obrador ha retomado ese odio y me ha acusado de haber traicionado las ideas de la izquierda, tal cual él la entiende; me acusa de haberme vendido a la derecha, el típico e insultante señalamiento de los estalinistas de antaño”.
Pero las cosas no han cambiado. El radicalismo no pierde su ADN. Por eso el análisis de ayer de Bartra –cultura política a raudales– sigue siendo tan vigente como antes. Y las furias, si las concita, provendrán del mismo venero.
“…Posiblemente hoy estamos viviendo en México el acontecimiento más revelador de la incultura política.
“Me refiero a la reforma judicial aprobada por el Congreso hace pocos días y que se inaugura con una espectacular y vergonzosa tómbola para expulsar a cientos de jueces y magistrados.
“Tiene su origen en la ilegal sobrerrepresentación lograda en las cámaras por el grupo en el poder, y la prisa con que se ha aprobado es el resultado de las presiones de un presidente enojado y autoritario. El resultado es un adefesio político y jurídico que es el fruto que combina la ignorancia con la actitud autoritaria.
“Es posible suponer que esta reforma provocará un enorme enredo jurídico, un proceso electoral para elegir a los magistrados plagado de absurdos, enormes tensiones y resultados sólo aprovechables para un gobierno que impone su inclinación antiliberal e iletrada para controlar el sistema judicial de manera burda y facciosa. Y expondrá los mecanismos de la justicia a las fuerzas más oscuras y oportunistas de la sociedad.
“Detrás de esta clase de acontecimientos políticos hay una incultura política profundamente incivilizada que ha impregnado con fuerza a la alta burocracia gubernamental. Las consecuencias de esta incivilidad ya han ocasionado estragos durante los últimos años y seguirán ocasionándolos en el futuro próximo. Al norte de nuestro país han ocurrido también acontecimientos políticos que solo pueden entenderse como consecuencia de la incivilidad y la incultura de personajes como Donald Trump, el símbolo y la encarnación más evidente de la estupidez política en nuestros días.
“Hay que reconocer que esta incultura política tiene desgraciadamente su base en una parte de la población que en su ignorancia o en su falta de civilidad es el caldo de cultivo de ese populismo nefasto que erosiona a la democracia en muchas partes del mundo…”
Obviamente el discurso es más extenso y en él se exponen las responsabilidades de los medios de comunicación, pero eso… para otra entrega.